El primer reencuentro con los amigos en Neuquén: el fin de una etapa

¿Quién pone la casa? y ¿nos vemos en un restaurante? son algunos de los detalles que superaron los neuquinos para encontrarse cara a cara nuevamente entre amigos.

El lunes a la noche ardieron los celulares en Neuquén y el mensaje fue, más o menos, el mismo: ¿nos juntamos? Así, el martes se convirtió en el día de volver a verse la cara en la vida real para compartir por un rato, bajo esta nueva modalidad de gestos resumidos en los ojos porque el barbijo cubre la mitad de la cara.


“Para mí es una celebración, es ponerle fin a una etapa que espero que no pase nunca más”, contó Luciana. Y para potenciar esa sensación, en el primer reencuentro, de ayer a la tarde, festejaron todos los cumpleaños que pasaron durante la cuarentena.

Luciana puso su casa como lugar de juntada sin dudar, pero recordando las medidas sanitarias: uso de tapaboca, lavado de manos, distancia social y cada quien con su mate, aunque muchos prefirieron té porque “el mate es algo que se comparte”.


En el grupo de Manuel y Sofía no hubo quien se anime a “poner la casa”. Optaron por otra de las nuevas habilitaciones que llegaron a Neuquén antes que el cambio de fase y están haciendo reservas para ir a comer a un restaurante. El problema, en estos casos, es coordinar quiénes van y quiénes esperan, porque el máximo es cuatro comensales por mesa, a excepción de los grupos familiares.


Nicolás resaltó que con sus amigos esa cuenta también está muy presente y todos quieren respetar el límite de 10 personas. Su alternativa es el asado en el patio. Si bien el frío podría ser un problema, que el horario de circulación finalice a las 22 tiene su lado bueno. El plan se armó para el mediodía, cuando el sol ayuda un poco más. Si bien reconoce que pasar el clásico encuentro de la noche al mediodía es “una movida”, las ganas de volver a vivir esos momentos borran las diferencias.

En todos los casos se reconocen límites. Uno es el del mate. “Con la gente de mucha confianza por ahí uno se animaría, pero sé que está mal”, reconoció Nicolás. Ahí es donde entran a jugar quienes tenían más reparos para juntarse porque para aceptar, el acuerdo que se hizo es el respeto a las medidas sanitarias.
Otro de los obstáculos a incorporar en esta nueva normalidad es el uso del tapabocas, ya no para el espacio público, sino para el más cotidiano. Mientras terminamos de encontrarle la vuelta para incorporarlo según el tipo de tela o formato (incluso hay quienes le cosen una “ventanita” para tomar mate o fumar), Luciana se enfocó en lo positivo. “Hoy disfruté como nunca de ver a una amiga a los ojos y escucharla contarme cualquier cosa”, expresó.


La socialización a través de las pantallas se volvía casi imposible cuando también eran las puertas al trabajo, el estudio y las tareas. La joven explicó que, durante las primeras tres semanas de cuarentena, las reuniones por Zoom eran permanente, pero luego fueron reemplazadas por el chateo a través de Whatsapp. Una videollamada solo quedaba reservada para cuando alguna sentía mal emocionalmente y el resto del grupo quería levantarle el ánimo.

Con algunas de sus amigas coordinaron una salida a andar en bicicleta, cuando la actividad se habilitó como parte de las salidas recreativas. Manuel hizo lo mismo con una amiga que vive en el radio de 500 metros permitido. Pero caminar en la calle manteniendo la distancia social impedía la charla distendida. “Es otra cosa”, resume cada uno por su parte, sin conocerse, pero habiendo sentido lo mismo.


Por eso, la juntada del martes se vivió distinta. “Hoy rompí formalmente la cuarentena con mis amigas”, resumió Luciana. Sin embargo, una de ellas aún no pudo ser parte del reencuentro porque vive en Cipolletti. A la restricción de paso por los puentes interprovinciales, con habilitación solamente para quienes cumplen servicios esenciales, se le suman las grandes demoras.


Las ausencias obligadas y los líos para coordinar, no opacan la alegría. Para Luciana, desde ayer se empezó a “programar la agenda”.


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