El petróleo argentino se vende a un solo dígito
PAE pactó una exportación a 9 dólares e YPF rechazó una oferta de apenas 3 dólares por barril. La crisis del sector promete agudizarse ante la sobreoferta global de petróleo.
El coronavirus le está asentando el peor golpe en sus más de cien años de historia a la industria petrolera nacional, y la crisis que hoy se ve desde los yacimientos y hasta en las refinerías, promete ser sólo la punta del iceberg y agravarse en las próximas semanas.
Mientras en algunos sectores se debate la aplicación o no de un barril criollo para sostener la actividad, en la práctica el problema no es el precio en sí, sino la brutal caída en la demanda dentro y fuera del país.
Desde el inicio de la cuarentena, hace más de un mes, las empresas fueron aplicando estrategias para tratar de evitar la peor imagen, que es la del cierre de pozos productores.
En ese abanico de herramientas se incluyó la suspensión de la compra de crudo a otras empresas para dar lugar a la producción propia. Pero los tanques se fueron llenando con los días.
Se optó entonces, como hizo YPF y otras operadoras más, por alquilar cargueros para acopiar en el mar parte de su producción.
En números
- US$ 18
- fue el descuento sobre el Brent que recibió YPF en la única oferta que tuvo por sus barriles.
Pero esos barriles flotantes se encuentran hoy ante un doble dilema: las pocas propuestas recibidas no superan el dígito ante la sobreoferta de petróleo en todo el mundo, y la opción de esperar en el mar también choca contra el costo extra que implica el alquiler de ese espacio.
La falta de demanda local y mundial de petróleo no solo llevó a la proliferación de la industria de los cargueros petroleros que no viajan a ningún lado, sino que hizo que la cotización del Brent, la referencia del crudo argentino, se deslindara en la práctica de lo que marcan las pizarras.
Pan American Energy (PAE) es la operadora que tiene más aceitada la vía exportadora, con cerca de 15 años de envíos de su crudo Escalante. Precisamente más de dos millones y medio de barriles de ese crudo pesado ya fueron exportados con contratos que marcan la salida de dos cargueros por mes.
El dato
- 12%
- es la alícuota de retenciones que se aplicaron a la exportación de PAE.
Pero el precio negociado realmente asombra pues es de apenas 9,70 dólares por barril. Un valor que claramente no cubre los costos de su producción, pero que permite a la firma de la familia Bulgheroni seguir moviendo sus cigüeñas.
El día que se pactaron esas ventas el Brent cotizaba a 25 dólares -muy por encima del actual valor- pero ante el exceso de ofertas, el crudo argentino recibió un descuento de “calidad” de 12 dólares. Una quita que más tiene que ver con el mercado que con el petróleo, pues en enero el Escalante se negociaba por sobre el Brent.
YPF acopió crudo liviano, de tipo Medanito, en dos cargueros que flotan sobre el mar argentino. Pero la única oferta que tuvo por sus barriles fue chocante: el descuento propuesto era de 18 dólares y dejaba el precio por barril entre 2 y 3 dólares, es decir, al mismo valor que una latita de Coca Cola.
Ante este escenario no sólo los cierres de pozos y yacimientos proliferaron en los últimos días en todo el país, sino que evidencian una tendencia a multiplicarse. El ministro de Energía de Neuquén, Alejandro Monteiro, precisó que si bien “el peor momento fue al inicio de la cuarentena, al no haber cerrado producción, en mayo vamos a ver una mayor afectación a la producción que la de abril”.
Las estimaciones que realizan especialistas del sector como el director de G&G Energy Consultants, Daniel Gerold, es que de no aplicarse estrategias de mitigación, la producción nacional de petróleo podría caer entre un 20 y un 25%, complicando seriamente para el año que viene la balanza comercial.
Y entre esas estrategias de mitigación hay algo que en la exportación realizada por PAE dejó al descubierto: pese al crítico momento que vive el sector petrolero, cada barril vendido pagó un 12% de retenciones a las exportaciones.
El escenario
- 25%
- podría caer en el corto plazo la producción nacional de petróleo según estimaron los especialistas.
En la otra punta de la cadena productiva petrolera, esta semana otra refinería del país frenó sus operaciones. Se trata de Refinor, en Campo Durán, Salta, la cual se suma al cierre realizado la semana pasada de la refinería de Raízen en Dock Sud y la semana anterior la de YPF en Plaza Huincul.
El escenario en esta punta de la cadena marca que desde el inicio de la cuarentena se pasó de una caída en la demanda de combustibles del 80% en las naftas a ser del 70% en esta semana y del 50 al 40% en el caso del gasoil.
Es decir que pese a la flexibilización de la cuarentena, la demanda local no logra recomponerse y promete que la crisis que hoy se ve en la industria, sea sólo la punta del iceberg.
Análisis: El ajuste salarial en tiempos de coronavirus
Los gremios petroleros, en especial los dos sindicatos de petroleros de base más grandes del país, dieron una muestra de mesura y fueron quienes pugnaron por acuerdos salariales para los trabajadores que están en sus casas por la cuarentena.
La medida tiene dos puntas, por un lado para los trabajadores representa que si bien van a cobrar menos, van a cobrar y con certeza. Pero a su vez, para las empresas representó un ahorro en un momento de extrema complicación económica.
Sobre la marcha se amplió el criterio del gobierno nacional para incluir a buena parte de las empresas del sector en las ayudas para abonar salarios. Es que si bien la industria energética fue exceptuada desde el inicio de la cuarentena, opera con guardias mínimas que dejaron entre el 10 y el 5% del personal habitual en funciones.
La negociación salarial que se sella esta semana entre los diversos gremios petroleros y las cámaras empresarias medulares marca un nivel de seriedad y cuidado de la industria que dista bastante de lo visto en otros segmentos de la economía, también afectados por estos tiempos de coronavirus.
Resta ahora por ver qué sucederá el 1 de junio, el día después a los acuerdos salariales firmados. Una fecha en la que no sólo muchos de los trabajadores seguirán sin poder reinsertarse a la actividad, sino en la que también las empresas arrastrarán más semanas de vacas flacas.
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