El Nobel a Handke: por qué la Academia Sueca no encontró paz en 2019
La concesión del Premio Nobel de Literatura 2019 al austríaco Peter Handke, lejos de cerrar la crisis ocurrida en 2017 en la Academia Sueca -que otorga el galardón- volvió a encender la polémica debido a la postura proserbia del escritor durante las guerras de los Balcanes.
En 2018 la Academia tuvo que dejar en suspenso la entrega del galardón debido a un escándalo desatado por denuncias de abusos sexuales y filtraciones que afectó en 2017 a uno de sus miembros y salpicó a la institución, obligando a una reestructuración.
En octubre pasado se anunciaron dos premios de Literatura: el de 2018 para la polaca Olga Tokarczuk, y para Handke como laureado de este año «por un trabajo influyente que con ingenio lingüístico ha explorado la periferia y la especificidad de la experiencia humana», según el fallo.
Al margen de los méritos literarios de la obra de Handke -de 77 años y residente en París- el premio revivió las polémicas que rodearon al escritor a partir de los años noventa por su defensa de los serbios durante las guerras de los Balcanes y del presidente serbio Slobodan Milosevic (1941-2006), quien falleció cuando era juzgado por crímenes de guerra, a cuyo funeral asistió.
La concesión del Nobel a Handke despertó los elogios desde Serbia, mientras que las críticas arreciaron desde Bosnia, Kosovo y Croacia, que lo acusan de negar el genocidio de Srebrenica (1995) y víctimas de ese episodio realizaron protestas en Estocolmo el día 10, cuando se entregaron los premios.
Ante el revuelo, la Academia Sueca salió en defensa del autor de «La tarde de un escritor» con un artículo en la prensa sueca donde resaltaba que no es ningún belicista ni niega los crímenes de guerra de los Balcanes.
Tiene derecho a escribir lo que quiera. El problema es que está siendo honrado por sus escritos”
Teufika Sabanovic, organizadora de una de las manifestaciones contra Handke.
No obstante, un miembro del comité del Premio Nobel de Literatura, Gun-Britt Sundström, presentó su renuncia, al considerar que el galardón fue interpretado, dentro y fuera de la Academia, como «una toma de posición que coloca la literatura por encima de la política», una «ideología» que no es la suya.
Los cuestionamientos a Handke surgieron en 1996, con la publicación del libro «Un viaje de invierno a los ríos Danubio, Sava, Morava y Drina, o justicia para Serbia», denunciado de panfletario y de desconocer la matanza ordenada durante el gobierno del presidente serbio Slodovan Milosevic, condenado en el tribunal de La Haya por crímenes de lesa humanidad.
Una vez anunciado el ganador del Nobel 2019, la Academia Sueca afirmó: «Este no es un premio político, Handke es un autor enorme» y lo describió como «un autor provocador que se expresó de modo inadecuado y poco claro en cuestiones políticas, aunque no tiene en sus escritos nada que implique un ataque a la sociedad civil o al respeto por la igualdad de las personas».
Respecto a la presencia de Handke en el funeral del líder serbio Milosevic, a quien había visitado en La Haya durante el juicio por crímenes de guerra, la Academia señaló que si bien esa decisión «puede haber resultado insensata, no existe prueba de que haya glorificado o negado las matanzas».
El propio Handke, por su parte, dijo que no cuestionaba la matanza de Srebrenica, sino que su obra matizaba la imagen internacional de los serbios como «malvados» y de los bosnio-musulmanes como «buenos».
En una entrevista al semanario alemán Die Zeit, Handke defendió su controvertido apoyo a Serbia: «Ninguna de las palabras que escribí sobre Yugoslavia es denunciable, ni una sola. Es literatura», afirmó.
El 10 de diciembre, tras la ceremonia de entrega de los premios, entre 500 y 1.000 personas se manifestaron en Estocolmo en contra de Handke, con banderas bosnias y portando brazaletes blancos, como los que los serbios de Bosnia obligaron a llevar a los no serbios en 1992.
Ninguna de las palabras que escribí sobre Yugoslavia es denunciable, ni una sola. Es literatura”.
Peter Handke.
Premiar a Handke fue «una mala decisión», declaró Ernada Osmic, una refugiada bosnia que llegó a Suecia en 1995 con su hija.
«Tiene derecho a escribir lo que quiera. El problema es que está siendo honrado por sus escritos», reaccionó por su parte la organizadora de una de las manifestaciones, Teufika Sabanovic.
Ese día, el gobierno de Kosovo y el cantón bosnio de Sarajevo declararon persona no grata a Handke, «por apoyar el nacionalismo radical serbio y negar el genocidio de Srebrenica», ocurrido en 1995 contra 8.000 varones musulmanes poco antes de que terminara la guerra iniciada en Bosnia en 1992.
El conflicto de los Balcanes
La controversia con Handke, en la que se vieron inscriptos el resto de los países balcánicos (el ente musulmano-croata de Bosnia, Kosovo, Albania, Croacia y también Turquía) es una herencia de las guerras de descomposición de la ex Yugoslavia, ocurridas entre 1991 y 2001.
Los enfrentamientos se dieron principalmente entre los serbios por un lado y los croatas, bosnios y albaneses por el otro; aunque también entre bosnios y croatas en Bosnia-Herzegovina.
El conflicto -donde se perpretaron graves violaciones de los derechos humanos- obedeció a causas políticas, económicas y culturales, así como a la tensión religiosa y étnica de la zona que había estado bajo yugo soviético por más de cuatro décadas.
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