Síndrome de la cabaña: el temor a salir a la calle después del aislamiento
Reconocerlo es el primer paso para enfrentarlo. No es patológico, pero si se llegara a necesitar tratamiento, hay psicólogos de Río Negro que ofrecen atención gratuita.
“Salí de casa a hacer unas compras después de tantos días encerrada y parecía que me apuraban, busqué lo necesario, estaba nerviosa, como si alguien me persiguiera”, le cuenta María a sus amigas por Whatsapp. “Es como si necesitara volver a casa rápido, ahí estoy segura”, suma Stella y muchas coinciden con ellas.
Son de Valle Medio y así, compartían la experiencia de sus primeras salidas. En esa zona, durante más de 50 días el aislamiento fue muy estricto . Ahora, las medidas se flexibilizan y la calle aparece, para muchos, como un lugar amenazante ante la posible exposición al Covid-19.
Y mientras algunos salen sin espanto y hasta de manera irresponsable, a otros, los invade el miedo, la inseguridad y la ansiedad al hacerlo.
La licenciada en psicología Belén Ayala explica que los especialistas que estudian el comportamiento humano en situaciones extremas, hablan por estos días del Síndrome de la cabaña.
Ese síndrome hace referencia a una situación en una ciudad escandinava. Allí, unos cazadores fueron acechados por osos y se aislaron en una casa por un tiempo prolongado. Pero cuando la amenaza desapareció se sentían tan a gusto con esa falsa sensación de protección, que el miedo a salir era más grande que el de permanecer encerrados, aunque se quedaran sin alimento y agua.
“Es un estado anímico, mental y emocional. Después de una reclusión forzosa aparecen problemas para volver a la situación previa al confinamiento. Son comportamientos que tienen por objetivo la preservación, no es un síndrome patológico. En este caso, hay un contexto real que ampara que esto pueda pasar”, dice la psicóloga.
Lo que sienten es miedo, pánico, ansiedad y muchas veces, estas cuestiones se manifiestan en síntomas físicos como temblores, sudores, palpitaciones, falta de aire. Según Ayala, hay segmentos de la población que tienen características que los predisponen a vivir este fenómeno con más aprensión.
“El arco que separa el miedo adaptativo -que es el que nos ayuda a defendernos- del patológico, se reduce en algunas personas y eso tiene que ver con sus circunstancias o características personales”, dice.
Cita por ejemplo, a las poblaciones de adultos mayores. Ellos no tienen contacto con otras personas porque están siendo muy cuidados, no cuentan con la posibilidad de tener medios tecnológicos disponibles para mantener el contacto con otros. Somos animales de costumbre, y lo que mantenemos por un tiempo, se hace costumbre”, dice.
Como el músculo de la pierna, que se debilita si se deja de entrenar, la capacidad de relacionarse con los otros, también puede verse afectada. Algunas personas, se aggiornaron a esto para tener bienestar en un momento que no quedaba alternativa, pero ese bienestar a veces es real y a veces es falso.
“Argumentan que adentro están bien, porque tienen para comer y todo lo que necesitan. Dicen que si van afuera se pueden contagiar, justo ahora que hay más virus y después de haberse cuidado tanto”, subraya Belén.
Ante esto, es importante ver cuando el miedo adaptativo se transforma en patológico. Para eso, hay que identificar las respuestas físicas ante las situaciones de estrés. Según la profesional es normal que salir genere ansiedad, miedo, un poco de enojo, pero si aparece falta de aire, se hace un nudo en la garganta, si tiembla, suda, o no puede dormir, es otra cosa.
Ayala explica que hoy, el mundo está en un limbo, en el que no se sabe si todo volverá a ser como antes, quienes contagian, ni todas las características de la enfermedad. La incertidumbre, alimenta los trastornos de ansiedad, como fobia, agorafobia y demás.
Una de las formas de afrontar esta situación, es pensarlo desde adentro, ver cuales son las herramientas que tienen cada uno para sobrellevar la situación. “Hay que trabajar lo adaptativo, para evitar sufrir al salir. Usar los elementos para mantenernos comunicados con las personas. Retomar las actividades, poco a poco, al ritmo de cada persona. Decir esta semana voy a salir, acariciar el pensamiento, habituarme a la idea y eventualmente hacerlo” sostiene.
Otro método, es que anoten, todas las medidas de protección que prevé la Organización Mundial de la Salud, para que a la hora de salir, las pueda tener en cuanta. “No puedo controlar todo, pero puedo tener tapabocas, respetar la distancia, entender que hay un grado de riesgo que puedo eliminar, eso, da la sensación de control. El riesgo es real, pero también es real que hay que adaptarse a la situación”, dice.
Finalmente, que esto pase es normal y no hay que sentirse culpable. Hay un estímulo externo que genera estas sensaciones, y lo que se puede hacer es trabajarlo. Pero si las reacciones físicas generan mucho malestar, se debe buscar ayuda.
Para eso, el Colegio de psicólogo de Río Negro estableció un protocolo de atención gratuita, para las personas que estén atravesando ansiedad exacerbada. Se hace las primeras sesiones, pero si se vuelve patológica, se generan las instancias para derivar a los hospitales.
Posibles claves para superar el miedo
– De adentro hacia afuera. Ver que herramientas tengo para sobrellevar la situación.
– Trabajar lo adaptativo Retomar las actividades, poco a poco, al ritmo de cada persona.
– Sensación de control. Entender que hay un grado de riesgo que puedo eliminar tomando medidas.
– Mantener contacto social.
“Salí de casa a hacer unas compras después de tantos días encerrada y parecía que me apuraban, busqué lo necesario, estaba nerviosa, como si alguien me persiguiera”, le cuenta María a sus amigas por Whatsapp. “Es como si necesitara volver a casa rápido, ahí estoy segura”, suma Stella y muchas coinciden con ellas.
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