El lenguaje y una propuesta inlcusiva
Marcelo Angriman*
Pocos días atrás la Real Academia Española publicó un manual en el que juzga “innecesario” el uso de la “e” en vez de la “o” para incluir a hombres y mujeres en los plurales. “No hay que confundir gramática con machismo”, sentenció. Aun cuando hay quienes se empeñan en distinguir a cada paso entre “todos y todas”, no falta quien también reprocha tal modalidad, por entender que es una concepción binaria que excluye a personas transexuales, de género fluido, intersex, etc.
“Todes”, “todxs” o “tod@s” son construcciones que la Real Academia rechaza al considerar que el género masculino de las palabras, “por ser el no marcado, puede abarcar el femenino en ciertos contextos”. Así sostiene que el masculino no refiere al sexo, sino a una marca gramatical. A ello se lo denomina “género no marcado, porque es indiferente el sexo”.
En esa línea, los principales partidos políticos argentinos no dudan en realzar el genérico masculino en sus denominaciones oficiales: “Todos o Juntos”.
Es tortuoso pensar que en cada redacción, saludo o comentario deba decirse “todos, todas y todes” para que nadie se considere segregado. En tiempos en que se tiende a ahorrar papel y palabras, estirarlas hasta el infinito no resulta práctico, ni criterioso. Más bien aparece como un aporte a la ambigüedad, que la precisión del lenguaje combate.
Pues al fin y al cabo, la forma de entendernos a través de las palabras es una convención. Una de las tantas que ha creado el ser humano para su convivencia. De tal suerte y a lo largo de la historia, nos hemos puesto de acuerdo acerca del uso de la hora, de la utilización del papel moneda, de señales viales o de tantos otros códigos necesarios, para comunicarnos y coexistir.
Más tales convenciones, no serían factibles si no existieran órganos reguladores que reglaran su uso. En el caso del idioma español, quien determina si una palabra es aceptada o no es la RAE. Dicha Academia ha remarcado que: “está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del genero gramatical masculino, posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la ley lingüística de la economía expresiva”.
Quienes pretenden abolir el uso del “todos”, argumentan que el mismo remarca la preeminencia del hombre sobre la mujer y que restricciones de ese tipo, contribuirían a hacer cesar la conducta autoritaria masculina.
A tal fin suelen utilizar ejemplos como el de “sirvienta” para graficar el uso peyorativo hacia la mujer, cuando ya dicho término casi no se utiliza, o alegar que palabras como jueza o embajadoras reflejaban a las esposas de los hombres que ocupaban esos cargos. Cuestiones que, afortunadamente, han caído en desuso.
Sin embargo y a pesar de poder hacer un uso semejante, no se escuchan a “periodistas” hombres reclamar porque su profesión representaría a la mujer, simplemente, porque no lo conciben de ese modo.La pregunta que cabe hacerse es si lo que se pretende es que haya igualdad de derechos entre hombres, mujeres y en general, o lo que se busca es colocar a la mujer en el lugar de poder histórico que tanto se le critica al hombre. ..
Si algún día el “todes” se instala definitivamente, englobando a las más variadas personas y ello resulta aceptado por la Academia, bienvenido será. Mientras tanto, entiendo que la R.A.E haría un gran favor a resolver esta discusión, si aclarase que con la palabra todos no se excluye a persona alguna ¿No sería mucho más inteligente que la RAE revalorizara el significado de “todos” e incluyese explícita o tácitamente, dentro de tal concepto a quienes reclaman ser visibilizados?
¿No sería inteligente que la RAE revalorizara el significado de “todos” e incluyese explícita o tácitamente, dentro de tal concepto a quienes reclaman ser visibilizados?
En el Derecho Argentino, se da la curiosa particularidad de que no aparece en toda la Constitución Nacional el derecho a la vida. Sin embargo a nadie se le ocurre discutirlo, ya que se encuentra implícito en el Art. 33 de la Carta Magna. Tal texto afirma que “las declaraciones, derechos y garantías que enumera la Constitución no serán entendidos como negación de otros derechos y garantías no enumerados”.
Tampoco se dice que nuestro país sostiene una forma democrática de gobierno. No obstante ello, la misma se infiere del Art. 1 de la Ley suprema.
Entonces, porqué la R.A.E ante las inquietudes planteadas, no es capaz de aclarar el alcance de la inclusión de sus palabras. De dicha manera, cada uno podría remitirse al concepto que da el órgano rector de nuestra lengua, sin necesidad de nombrar a Dios y María Santísima y dejando en clara evidencia, que no existe afán discriminatorio alguno.
Entiendo que dicha solución implicaría un avance de quienes no se ven contenidos en las expresiones que habitualmente se utilizan y a su vez, una enorme contribución para que nos entendamos. Cuestión que debería ser el norte a seguir, en el uso de las palabras y en la pacificación de las personas.
*Abogado. Profesor nacional de Educación Físic. Docente Universitario.
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