El lenguaje inclusivo explicado por una especialista

Con el latente debate por la ley de juventudes y los derechos que debe garantizar, Mariana Carbajal visitó Neuquén en diciembre para realizar un conversatorio sobre el lenguaje inclusivo.

La periodista, y autora del libro “Maltratadas”, es referente de la comunicación con perspectiva de género y posee un papel fundamental para poner en palabras el cambio social que están protagonizando las mujeres.

“Río Negro” habló con ella sobre lenguaje inclusivo, educación sexual integral, aborto, la denuncia por violación de la actriz Thelma Fardín contra Juan Darthés y el rol del Estado en el acceso de las mujeres a sus derechos.

P: ¿Cómo influye el lenguaje inclusivo en la igualdad de géneros?

R: Lo que demuestra es la invisibilidad que tenían en la escena pública las personas de la disidencia sexual. El lenguaje inclusivo es un lenguaje político, es mostrarle al mundo que el masculino genérico no incluía a las mujeres, lesbianas, travestis y trans que se quedaban afuera. El debate generado por el uso de todes, de la “e” es que irrumpe en la escena pública con más fuerza a partir de que les adolescentes comienzan a utilizarlos. El valor que tiene es que genera incomodidad y promueve el debate.

P: ¿Qué significa que sancionen a docentes que lo aplican?

R: Demuestra la reacción conservadora ante los avances, cada vez que las mujeres, lesbianas, travestis y trans empujan un marco hay alguien que reacciona y pretende callarlas, silenciarlas. No se debe imponer ni se debe sancionar a quién lo usa o a quién no lo usa. El lenguaje se va construyendo en la medida que se usa. Todo el tiempo estamos utilizando nuevos vocablos que se relacionan con el avance de las tecnologías y las costumbres. Entonces, por qué no transformar el lenguaje para visibilizar las disidencias sexuales históricamente discriminadas. Los sectores que reaccionan en contra son los mismos que se oponen a incorporar la perspectiva de género a la educación sexual integral (ESI), al derecho por el aborto legal, seguro y gratuito. Son los sectores más reaccionarios que pretenden mantener a la sociedad en la prehistoria.

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P: ¿Cuál es el rol de programas como el de “Cien días para enamorarse” en estos debates?

R: Es muy interesante que la televisión abierta tome esta agenda en formatos como una telenovela que llegan a públicos distintos, a públicos que tal vez no están sensibilizados con la temática y eso siempre es un salto cualitativo. Siempre aporta porque favorece el debate en la casa, entre hijas, hijos, madres, padres y abuelas. Tiene un valor fundamental que estos temas se incorporen en las ficciones y otros programas siempre desde una perspectiva de géneros y derechos.

P: ¿Son las personas jóvenes las encargadas de erradicar los estereotipos de géneros?

R: Seguramente contribuirán mucho más de lo que muchos adultos puedan hacer, sin dudas con sus formas de hablar, de cuestionar la realidad, nos van marcando un camino. Pero el Estado tiene la responsabilidad de aplicar la ESI que permite llegar a las escuelas públicas y privadas para trabajar esos contenidos en la escuela y potencia el cambio cultural.

P: En qué situaciones se reflejan la falta de dictado de clases de educación sexual integral en las escuelas?

R: Pese a que es una ley que tiene 12 años, se aplica mínimamente. Garantizar su cumplimiento es un derecho para las niñas, niños y niñes. Quedó en evidencia la imperiosa necesidad de aplicación y cumplimiento en el debate por el aborto legal, seguro y gratuito. Cuando se decía que hay que prevenir los embarazos no deseados, no planificados que muchos terminan en abortos y tal vez en condiciones inseguras por la clandestinidad a la que se empuja por este marco normativo. También es necesario para prevenir el abuso sexual en la infancia, que la mayoría de las veces pasan en el entorno intrafamiliar. Hay que darles herramientas para que puedan identificar esas situaciones que no están bien, que no deben naturalizarse. Hay que prevenir la violencia en los noviazgos, promover una sociedad más inclusiva basada en el respeto más allá de su identidad, orientación sexual, su color de piel, su origen, su situación económica.

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P: ¿Cuál es tu opinión sobre este tiempo de visibilización y denuncia de acosos, abusos y violaciones?

R: Luego de la denuncia de Thelma Fardín contra el actor Juan Dhartés, lo destacable es el acompañamiento que tuvo del Colectivo de Actrices Argentina. Ese apoyo fue fundamental para que ella pueda hablar y que su palabra trascendiera. Ese abrazo que le dieron las actrices a Thelma trascendió la pantalla y llegó a tantas mujeres, lesbianas, travestis y trans que se sintieron contenidas, acompañadas, escuchadas para contar sus historias de abusos sexuales y acosos silenciados durante años. Este estallido de relatos tiene que ver con que cada una, a lo largo y ancho del país tienen a otros colectivos feministas que están abrazándolas. Hoy ese activismo está contagiándose y las mujeres se sienten más confiadas, acompañadas y saben que ya no están solas.

P:¿Considerás que los mecanismos estatales para la protección de la mujer son obsoletos?

R: La problemática de la violencia hacia las mujeres no es prioridad ni para el gobierno nacional ni para los provinciales, se refleja con los cortes de presupuestos. Hay leyes muy buenas pero todavía falta el patrocinio jurídico, que muchas mujeres no pueden acceder debido a su situación económica. También hay que pensar en la mujer perseguida que no puede volver a su casa, por eso son claves los refugios para mujeres, que se prometió la construcción de 36 pero sólo se han construido 10. Hay que pensar que la problemática es compleja y se necesitan soluciones integrales, no alcanza con llamar al 144 si después la mujer es revictimizada en la justicia.

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