Bariloche recibió a su primer refugiado sirio
Bashar Badro se convirtió en el primer refugiado sirio en la región. Sin hablar una palabra en español, confía en poder rehacer su vida de cara al Nahuel Huapi.
Bariloche recibió a su primer refugiado sirio
Bashar Badro tardó más de dos días en llegar a Bariloche y reencontrarse con su nueva familia. Pero la espera fue mucho más larga. Las conversaciones comenzaron en 2013 y las gestiones formales tardaron ocho meses para poder integrarlo en el Programa Siria del gobierno nacional.
“Su familia se quedó en Damasco”, contó Hisham Abdul Hai, un ingeniero nuclear sirio que llegó a esta ciudad en 2011, para completar sus estudios, y terminó por quedarse hasta formar parte de la comitiva que recibió a Bashar.
Los integrantes del Nodo Lagos del Sur del Refugio Humanitario también estuvieron presentes. Jessica Gallardo integra ese grupo y será quien le facilite una casa hasta que pueda rehacer su vida.
Bashar no imaginó un recibimiento de tal magnitud. Por algunos instantes se convirtió en una celebridad que fue acaparado por las cámaras. Sin hablar una palabra en español, se apoyó en Hisham para dar detalles de su travesía.
“Fueron meses muy duros”, dijo acerca de su estadía en Beirut (Líbano) en la costa del Mediterráneo. Recordó que dejó Siria para no participar de la guerra, no volvió a su rol como ingeniero agrónomo y comenzó a ganarse la vida trabajando en una estación de servicio.
Jessica y Bashar se conocieron hace cinco años en un curso que compartieron en la India. Ambos llegaron a ese lugar de la mano de una beca con financiamiento internacional.
“Ahí conocí su historia”, contó la barilochense que, al anoticiarse del conflicto sirio, le sugirió buscar refugio en Argentina.
Los trámites comenzaron en 2013 con una carta de invitación que no prosperó. Dos años después retomaron las gestiones y en 2016 se toparon con el Programa Siria. Desde entonces tardaron ocho meses en poder reencontrarse en un abrazo infinito.
Explicó que Bashar huyó de Siria pensando que la guerra acabaría en algunos meses, pero terminó por dejar a su familia en Damasco.
“Es empezar de cero”, confió esperanzada en lograr que el cambio de vida funcione para que Bashar pueda hacer de esta tierra su nuevo hogar.
La organización Refugio Humanitario solicitó colaboración para acompañar económicamente a Bashar hasta que pueda conseguir trabajo. Los interesados podrán ponerse en contacto a través del teléfono (0294) 154412631 o www.facebook.com/RHALagosdelsur
Datos
- La organización Refugio Humanitario solicitó colaboración para acompañar económicamente a Bashar hasta que pueda conseguir trabajo. Los interesados podrán ponerse en contacto a través del teléfono (0294) 154412631 o www.facebook.com/RHALagosdelsur
Bariloche
BARILOCHE (AB).- Cuando a Hisham le dijeron de continuar sus estudios en Bariloche tuvo que buscar en internet. Lo único cercano a la cultura argentina que tenía era el mate y tal vez a Messi, por verlo en televisión. De la Patagonia no tenía noción; del cerro Catedral, las montañas y los lagos del Parque Nahuel Huapi que rodean esta ciudad tampoco. Y todo eso ahora es parte de su vida cotidiana.
Hisham tiene una sonrisa amplia y un español casi perfecto aunque por momentos le cuesta encontrar la palabra adecuada. Se esfuerza. Se esfuerza mucho para hablar y aprendió de oído de su entorno y de escuchar en la calle a la gente porque no encontró profesor que enseñe español a quienes hablan el árabe.
Un mes antes de que se desatara la guerra civil en su país, Siria, en febrero de 2011, Hisham Abdul Hai emprendió viaje rumbo a la lejana Bariloche. Llegó con un compañero de la Comisión Nacional de Energía Atómica de Siria, donde trabajaba hacía pocos meses. El organismo logró dos cupos para que él y otro joven ingeniero realicen su maestría en Ingeniería Nuclear en el Instituto Balseiro.
SOLEDAD MARADONA
soledadmaradona@rionegro.com.ar
“La experiencia en el Instituto Balseiro fue muy dura, hay que llevar la carrera al día, las cursadas fueron dictadas en inglés y hasta la tesis tuve toda la carrera en inglés. Eso me facilitó el aprendizaje porque no hablaba español”, recordó este ingeniero nuclear de 29 años que desde hace dos trabaja en el área de Seguridad Nuclear de Invap.
Hisham se quedó sin su compañero sirio en tres meses ya que el otro regresó: no pudo estar al día con los estudios. Entonces continuó solo con el primer año muy dedicado al estudio, en principio residiendo en el mismo complejo del Balseiro y más adelante en un departamento que alquiló en el barrio Melipal. Su sustento era una beca de la Comisión de Energía Atómica de Siria.
“Vivía un poco alejado, no tenía gente para practicar el español así que me mudé al centro, donde encontré más gente para charlar y aprender. Sé que no es totalmente perfecto, pero hablo español, que es muy necesario para la vida en la ciudad”, admitió.
Ahora asiste habitualmente a una cervecería donde es conocido como “Mandala”, el sobrenombre que allí una vez le impusieron y con el que se hizo popular aunque a Hisham no le agrade demasiado.
Le gusta entrenar en el gimnasio, ir al cine, salir a cenar, en invierno esquía en el Catedral ya que aprendió a deslizarse en las tablas el año pasado y lo adoptó como una gran pasión, mientras que en verano encontró el gusto por el trekking y ya conoce varios refugios de montaña. “Mi preferido es Laguna Negra, es largo el camino pero vale la pena ir hasta allá”, señaló.
“En Bariloche la cultura es distinta a la nuestra principalmente en la religión, en la cultura árabe o islámica la gente habla de religión todo el tiempo, acá no es así, cada uno tiene su creencia y generalmente no se habla de eso. Esto ayuda porque la religión siempre genera problemas con los amigos”, dijo Hisham, que encontró en este rincón de la Patagonia una comunidad musulmana que se reúne habitualmente en una mezquita de Mallín Ahogado, en la zona de El Bolsón.
También encontró en estas latitudes una mayor afición por el mate. “En Siria tomamos mate y sabemos que lo importamos de Argentina”. La leyenda cuenta que los sirios y libaneses que migraron a la Argentina en la década del 30 y regresaron, con su equipaje llevaron el mate y la yerba.
“Se consume mate en las provincias de la costa y cuando se hace el servicio militar los chicos de todas las regiones se juntan y comparten”. La yerba que se vende en su país es importada de Argentina. Se dice que Siria es el principal comprador de yerba mate aunque se ofrece con etiquetas de marcas domésticas.
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