El hanta dio una ventaja y preparó mejor la terapia del hospital de Bariloche
El Ramón Carrillo está más preparado que hace unos años para aislar pacientes de cuidados intensivos. El índice de ocupación es del 65% pero lo que preocupa es la falta de terapistas.
Hoy la unidad de terapia intensiva del hospital Ramón Carrillo de Bariloche tiene un índice de ocupación del 65%, entre pacientes críticos, con y sin covid-19. Esta unidad está preparada para aislar a todos los pacientes, tras una intervención que se realizó años atrás por la atención de pacientes con hantavirus.
Allá por febrero, cuando la pandemia se acercaba cada vez más, el hospital Ramón Carrillo comenzó a trabajar en un plan estratégico de contingencia de terapia intensiva, previendo la necesidad de atender a más pacientes.
“Fuimos avanzando en adquirir más equipamiento. Actualmente tenemos 9 camas en terapia pero podríamos llevarlas a 13 si fuera necesario”, aseguró Germán Santamaría, jefe de Unidad Terapia Intensiva, y recalcó que según la Asociación de Terapia Intensiva, el plan estratégico nacional es “aumentar la cantidad de camas de acuerdo a la necesidad de los pacientes”.
Indicó que hoy, el hospital cuenta con más de 20 respiradores. “Pero no se trata de tener la cama y el respirador porque si se superan los 13 casos en terapia, tendremos que dar respuesta con recurso humano de segundo nivel, como anestesistas, cardiólogos, clínicos”.
El estándar es un terapista cada seis pacientes críticos. De acuerdo con el plan de contingencia, ante un posible desborde de la terapia intensiva, estos médicos “de segunda línea” estarían coordinados por un terapista.
Hoy la sala de terapia intensiva del hospital público de Bariloche registra más de 6 pacientes por día. “El covid-19 aumentó el índice de ocupación de terapia intensiva. Pero lo más grave es que el promedio de ventilación mecánica de los pacientes con coronavirus es de 21 días. Entonces, se van acumulando. Esa es la principal base de colapso”, detalló Santamaría.
En Bariloche, todas las camas de terapia intensiva están adaptadas para atender pacientes covid-19. Se trata de unidades cerradas con puertas vidriadas -para observar con detalle a los pacientes- con un sistema de presión negativa y salida de aire al exterior por ventilación.
“En estas 9 unidades, es posible internar pacientes covid y no covid y no hay ningún contacto entre ellos. Este equipamiento se adquirió por la experiencia que tenemos al ser zona de hantavirus”, explicó el médico terapista.
En el hospital de Bariloche, trabajan ocho terapistas (de los cuales todos están activos, excepto una profesional que es factor de riesgo). Y todos, aclaran, están formados 100% en terapia intensiva.
Orgullo
“Somos especialistas”, se enorgullece Santamaría y agrega: “No es común que en las terapias intensivas todos sean terapistas. Eso hace a la calidad de la atención. Muchas veces, hay terapias intensivas donde el coordinador es terapista y el resto son médicos no especialistas”.
La ventaja, profundizó, es que se trata de personal idóneo a la hora de atender pacientes críticos con una formación de posgrado de 4 años.
“Te formás atendiendo pacientes críticos cuyas enfermedades ponen en riesgo inminente su vida y requieren sostén de los órganos vitales que fallan”, sintetizó el médico terapista quien resaltó que hay pocos especialistas no solo en la región sino en todo el país.
“Es una especialidad estresante, que requiere toma de decisiones correctas y rápidas -argumentó-. Por eso, la formación es tan importante porque la toma de decisiones es inmediata. Hablamos de minutos”.
Este médico consideró que otra desventaja de la especialidad es el monitoreo constante de la terapia intensiva durante las 24 horas. “Necesitás personal dispuesto a cubrir esos turnos. En el caso de Bariloche, tenemos buenos resultados porque el 100% son especialistas, los enfermeros están muy capacitados en el manejo de pacientes críticos y tenemos kinesiólogos respiratorios que tampoco es muy común pese a la necesidad”.
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