“El fracking debe cesar”
El pueblo delegó su poder soberano para que sus mandatarios promovieran el bienestar general. Ni la Nación ni las provincias tienen derecho alguno para provocar la muerte de la población ni la degradación de la tierra para obtener un poco de petróleo, asunto que sólo le interesa al dueño del poder político y empresario. Está absolutamente probado que la explotación no convencional del petróleo, el fracking, es sinónimo de muerte, de desierto, de miseria, que crea escasos puestos de trabajo, que la riqueza es sólo para los poderosos, que el pueblo quiere seguir viviendo en paz, que reclama que se deje de alentar el cáncer, las enfermedades terminales, que la tierra se convierta en un vergel. La falta de capacidad de los gobiernos para encontrar una alternativa al petróleo no convencional, como la agricultura, la ganadería, el turismo, la pesca deportiva, la industria, el comercio, la creación de condiciones para atraer población que se instale en la Argentina para hacer grande esta nación que están matando por un poco de gas y petróleo, es relevante y descalifica la autoridad que reclaman. Invito a que los representantes del pueblo, el gobierno, miren el documental “Gasland” y, si después de hacerlo continúan con su idea mezquina de alcanzar los primeros lugares en la explotación no convencional del petróleo, corresponde que en las futuras elecciones –los ciudadanos que sobrevivan– les nieguen el voto. Tengo 65 años y una vida con todas las alternativas y sorpresas que puede brindar el poder político en la Argentina, pero jamás viví la impotencia de la imposición sin fundamento de la contaminación, la muerte y el desierto como opción política. Esta desgracia afectará irremediablemente la vida y el futuro de hijos y nietos, de la población que debe tomar la posta, y la actitud de los gobernantes en caso de proseguir con este desatino debe ser juzgada a la luz del las normas del Código Penal. Haber sido ganador en una elección no otorga la prerrogativa de hacer lo que se le antoje al dueño del poder; el gobernante es un servidor público, ni más ni menos, y el pueblo se ha expedido con claridad en infinidad de circunstancias sobre que no quiere que se altere el medioambiente, incluso lo manda la Carta Magna. Así, el gobierno no debe ni puede generar más perjuicios a la población. El poderoso tiene infinidad de alternativas, no vive en la Patagonia, no toma agua envenenada, no se enfrenta a un espacio de tierra árida. Vive en el extranjero, siempre en verano, con bienes y divisas de sobra, con playas de arenas tibias o en majestuosas mansiones en lugares exclusivos, lejos muy lejos del fracking, de la muerte. No tengo duda de que a nivel político institucional el proyecto de YPF será un gran fracaso que enriquecerá a empresarios inescrupulosos, y a nivel pueblo acabará con las esperanzas de los patagónicos y de los habitantes de cada lugar donde se instale este mensajero de la muerte, donde se instale, sin vergüenza, esta manera –prohibida en todo el mundo– de rapiñar un poco de riqueza con sabor a muerte. La oposición del ciudadano es clara y contundente y se tornará irresistible a pesar de la indiferencia de los representantes del pueblo, pues como acaba de decir un legislador públicamente, ellos están de vacaciones full time. En fin, que el pueblo tenga memoria de este genocidio que se está llevando a cabo y se va a intensificar y, al tiempo de las urnas, de manera manifiesta, ostensible, les dé claramente la espalda. Que nunca más tengan nuestro voto. Héctor Luis Manchini DNI 7.779.947 San Martín de los Andes
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