El duelo, después de tanta muerte
Esta semana, el país superó las cien mil muertes por Covid. La cifra, impactante, dolorosa, movilizante, es a veces difícil de procesar. Para entender qué nos ocurre cuando hay pérdidas colectivas, entrevistamos a María Coller, especialista en atención Paliativa.
100 mil. Más de 100.000. Esta semana, el país llegó a una cifra tan impactante de muertes que el número y todo lo que significa es difícil de procesar.
De un año a esta parte, los números -ese número que registra las muertes de los argentinos a causa de la pandemia de Covid-19-, no deja de crecer. Y de un año a esta parte, además, la muerte, ese tema que solemos eludir, negar, dejar para más adelante, se instaló en la cotidianeidad. Se instaló demasiado en nuestra cotidianeidad.
María Coller es coordinadora provincial del Programa Control de Cáncer y Atención Paliativa y Cronicidad Avanzada del Ministerio de Salud de Río Negro. Ella habla de la muerte, coordina el trabajo que se hizo en esta provincia para que los pacientes no mueran en soledad, para acompañarlos en el último momento y para acompañar a sus familiares. Coller no niega la muerte. Es el tema de su trabajo.
“Todos queremos pensar en lo positivo, lo que nos puede generar vida. Todos tratamos de aferrarnos a la vida. Y la verdad es que si va a haber algo mejor o peor, después de este largo tiempo de pandemia, no lo sé. Pero lo que si sé es que si uno no puede aprovechar esta circunstancia para pensar sobre estas cosas , hemos perdido el tiempo”, asegura Coller, que está convencida de que debemos dejar de lado nuestros tabúes alrededor de la muerte para incorporar el tema al diálogo.
“Esta no es la primera vez que como sociedad hemos vivido situaciones de pérdida colectiva impactantes -pensemos en la Guerra de Malvinas, por ejemplo, o en la dictadura militar-. Hay una enorme cantidad de personas que han desaparecido de nuestra sociedad.Pero hay circunstancias en las que el duelo colectivo se ha producido porque hay reparación atrás. Hay que encontrar el modo, luego de que la pandemia ocurra, y termine, encontrar el modo y ver qué es lo que nos repara como personas en medio de tanta muerte colectiva”, dice
.-¿Cómo se puede pensar en reparar tantas muertes?
– La verdad es que lo que pienso, profundamente, es que lo único que puede repararnos es conectarnos con la angustia que nos genera la pérdida. Y lo pienso en lo chiquito, porque pensarlo en ese número está muy por fuera de mis posibilidades de análisis. Cuando hay una pérdida uno quiere sentirse acompañado. Uno llora abrazado con el vecino, el amigo, el compañero. Y eso te repara: la conexión que uno tiene con la posibilidad de sentirse frágil, vulnerable y poder permitirse sentirse mal, llorar, el tiempo que hace falta. Eso hace que uno luego se sienta mejor. Entonces, por qué no pensar que podemos lograr una reparación de todas estas personas que murieron. A lo mejor en cada comunidad , en cada pequeño paraje. Por qué no pensar en generar esas despedidas. Todos necesitamos asentar esas pérdidas.
-¿Hay que esperar a que todo termine?
– Sí. No se puede contar lo que pasa mientras pasa. Todavía no sabemos qué nos va a traer como mensaje, o aprendizaje esta pandemia. Lo qué si sé es que tenemos que hablar de la muerte, de la pérdidas;tenemos que hablar en nuestra casa, con nuestros hijos. Es mentira que si uno piensa en la muerte, la muerte va a llegar. Si no hablamos de la muerte, no hablamos del sufrimiento y si no hablamos del sufrimiento no somos libres.
-Lo que ocurre con la pandemia es que no es un hecho que, al menos de momento, tenga un fin claro. Vivimos en un estado de estrés, de convivencia con la idea de la muerte, que es angustiante.
-Sí… Esto es un hecho traumático que claramente va a dejar consecuencias, sanitarias muchos años por delante, y como sociedad es una herida que está abierta aún. Esta incertidumbre es lo que genera angustia también. Aprender a convivir con la incertidumbre suma. Y estos finales abiertos que uno tiene por delante, a veces dan miedo pero es necesario visibilizarlos y aprender a convivir con esa incertidumbre.
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