El dinosaurio con “cráneo que causa miedo”: hallan una nueva especie en Neuquén

Fue identificada por el Conicet y la Universidad Nacional del Comahue. Los restos fósiles estaban en La Invernada, al sur del Rincón de los Sauces. Vivió hace 85 millones de años.

Investigadores del Conicet y la Universidad Nacional del Comahue encontraron los restos del dinosaurio con el “cráneo que asusta”. Se trata de una nueva especie del grupo de los abelisáuridos que habitó en el actual territorio de Neuquén hace 85 millones de años. Los restos del ejemplar estaban en el área de La Invernada, al sur de Rincón de los Sauces.

El cráneo de la nueva especie se encontró en 2015, y es algo infrecuente. Porque era de un dinosaurio carnívoro en buen estado de conservación. Como presentaba algunas características particulares, los investigadores no sabían exactamente qué era. “Es poco frecuente encontrar un cráneo de estos animales porque son muy frágiles. En general se encuentran fragmentos de huesos largos y vértebras. Hallarlo en buen estado de preservación y conservación nos permitió estudiarlo. La morfología de algunos huesos y la falta de cuernos y protuberancias, como solían tener otros dinosaurios de la misma familia, nos permitió determinar, luego de mucho estudio y mucha discusión, que estábamos ante la presencia de una nueva especie”, contó Ariel Méndez del Instituto Patagónico de Geología y Paleontología (IPGP, CONICET).

El descubrimiento fue publicado en la revista Journal of Vertebrate Peleontology. La aparición de los restos fósiles aportó información que permitió continuar armando el rompecabezas de los abelisáuridos. Si bien se tiene registro de esos dinosaurios en India, África, Europa y otras partes de América del Sur, el mayor número de especies de ese grupo se ha hallado en la Patagonia argentina.

Los científicos llamaron Llukalkan aliocranianus a la nueva especie de dinosaurio. La primera palabra es un vocablo mapuche que significa “el que asusta o causa temor” y la segunda, en latín, hace referencia a un “cráneo distinto”. Las diferencias que presentaba en el cráneo, en comparación con el de otras especies de abelisáuridos, permitieron en definitiva darnos cuenta que estábamos ante una especie nueva”, comentó Federico Gianechini, investigador del Instituto Multidisciplinario de Investigaciones Biológicas de San Luis (IMIBIO-SL, CONICET-UNSL) y primer autor del trabajo.

“Participé de una campaña en el año 2015, y muy cerca de donde habíamos hallado a otro dinosaurio, Viavenator exxoni, aparecen dos cráneos. Nuestra primera impresión fue que estábamos ante la presencia de dos ejemplares de aquella especie. Porque todos habían vivido hace unos 85 millones de años, durante el Cretácico Superior. Los únicos elementos que tenemos los paleontólogos para analizar son los huesos. Entonces, tenemos que ser muy exhaustivos en nuestros estudios. Luego de minuciosos análisis, se vio que presentaban diferencias importantes con Viavenator, lo que justificó que uno de ellos sea reconocido como otra especie”, aclaró Méndez.

El equipo de trabajo tuvo en cuenta el cráneo estaba muy bien preservado y se convocó a la especialista en paleo-neurología e investigadora Ariana Paulina-Carabajal, que trabaja en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente, que depende del Conicet y la Universidad Nacional del Comahue.

La científica reconstruyó el encéfalo y el oído interno en forma digital en 3D. Lo hizo con tomografías computadas. Llukalkan se caracteriza por tener tractos y bulbos olfatorios relativamente grandes en relación al resto del cerebro. “Esto indicaría que para estos animales el sentido del olfato habría sido muy importante, más que el de la vista y el oído. En cuanto al sentido de la audición, la lagena (que es la parte encargada de percibir vibraciones y transformarlas en señales que el cerebro interpreta como sonidos) es simple y corta, similar a la presente en la mayoría de los dinosaurios no-avianos y a la de cocodrilos vivientes actuales. Esto sugiere que el rango de percepción de sonidos habría sido similar al de esos reptiles”, explicó la investigadora Paulina-Carabajal.

Los abelisáuridos se conocen desde el año 1985, cuando fueron identificados los primeros individuos de este grupo en Patagonia. A medida que fueron hallados restos de estos animales en otras partes del mundo, se empezó a pensar en la existencia de dos grupos con características particulares. Los que tenían origen sudamericano por un lado y, por el otro, los que provenían del norte de África, Madagascar y la India.

Llukalkan aliocranianus pertenece a otro subgrupo -remarcó la científica-, con características específicas. Por eso, este hallazgo nos permite avanzar en el conocimiento de la evolución en este grupo de dinosaurios”.


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