El día que los militares quisieron vivir en el hospital

En 1937 se construyó el Castro Rendón. Tres años después el Ejercito se muda a Neuquén y no tiene donde alojar a su gente. Pensaron en el edificio de Buenos Aires y Talero. El primer médico de Neuquén organizó una mudanza para desbaratar el plan.

El hospital Castro Rendón de Neuquén es sin duda la insignia de la salud pública. Que esto sea así tiene su antecedente en el primer médico que tuvo la provincia, Eduardo Castro Rendón, que defendió desde sus orígenes a ese modesto edificio que se levantó en Talero y Buenos Aires.

El doctor llegó a Neuquén en 1926, para cubrir una suplencia por dos meses en el centro de salud que funcionaba en calle Láinez y 12 de septiembre. En ese momento esa esquina era el “hospital” de los neuquinos.

Tenía solo doce camas de internación y todo era muy precario. “Cuando había que operar, en especial abdómenes agudos, había que colocar sábanas debajo del cielorraso para que el polvillo del techo no cayera en la mesa de operaciones”, recordó Víctor Peláez, miembro honorario de la Junta de Estudios Históricos de Neuquén.

Internación

12
camas tenía el único centro de salud de la ciudad, que funcionaba en la esquina de Láinez y 12 de Septiembre.

Castro Rendón fue uno de los principales impulsores de la construcción de un edificio adecuado para el hospital y fue así que en 1937 comenzó a levantarse el edificio que hoy es sitio histórico.

Tres años después se instala en la zona el comando de la Sexta Brigada del Ejército. Los militares se encontraron con el problema de no tener viviendas para albergarse. Por supuesto comenzaron a mirar con codicia ese edifico deshabitado que ya estaba finalizado pero faltaban muebles y algunas puertas.

“Oscar Arabarco fue el primer enfermero y María Soldano fue la primera enfermera de aquel incipiente sistema de salud de Neuquén”.

Víctor Peláez, miembro honorario de la Junta de Estudios Históricos.

Castro Rendón vio venir lo que sucedería y actuó rápidamente. Un 14 de abril con ayuda de los trabajadores ferroviarios solteros que vivían frente al viejo edificio de la Asistencia Pública, con una ambulancia Ford A, la única que había, inició la mudanza y traslado de los internados al nuevo edificio.

Los ferroviarios cumplieron la función de pacientes, para demostrar a todos que era imprescindible contar con una edificio más amplio y con mejores condiciones.

“Al día siguiente cuando llegaron los miembros del comando para instalarse en el nuevo edificio, se encontraron con que ya estaban ocupadas”, recordó Peláez.


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