El desafío de volver a los ensayos presenciales en plena pandemia en Bariloche
El aislamiento obligatorio puso a prueba a los docentes y alumnos de la Escuela Municipal de Arte La Llave. Sin posibilidad de ensayar, la camerata juvenil sigue activa de manera virtual.
El coronavirus truncó en marzo pasado el plan de trabajo y hubo que buscar otras alternativas. Foto: gentileza
Las propuestas educativas en el terreno de la música, la literatura, el teatro o las artes plásticas suelen convertirse en espacios de intercambio intenso entre docentes y alumnos. Y sus resultados, por lo común, dependen muy directamente de la experiencia colectiva.
El aislamiento obligatorio que truncó de golpe en marzo pasado el plan de trabajo de la Escuela Municipal de Arte La Llave puso a prueba la vocación de los alumnos, su curiosidad, creatividad, perseverancia y también planteó desafíos a los profesores en el intento de sostener el vínculo con los alumnos e idear actividades atractivas, que al mismo tiempo no rompan las reglas.
La suspensión de la presencialidad cayó como un mazazo sobre los programas pedagógicos que recién empezaban (lo mismo que pasó con las escuelas formales) y comenzó también para los talleres de La Llave la era del Zoom, condicionada a los problemas de conectividad y a los estados de ánimo.
El director de la camerata juvenil municipal, Mariano Videla, dijo que nunca se imaginaron que la imposibilidad de trabajar en La Llave se iba a extender tantos meses. Recién hace una semana pudieron empezar con ensayos presenciales en la sala mayor, y con grupos reducidos. Videla dijo que el tipo de intercambio que necesita una orquesta “es imposible de suplir con la virtualidad”.
El sueño, si se da la posibilidad, es hacer antes de fin de año algún concierto todos juntos en un lugar abierto. Sería espectacular”.
Mariano Videla, director de la camerata juvenil municipal.
Igual se arreglaron para sortear las limitaciones y “abordar otro tipo de cosas que era imposible con la dinámica anterior”, explicó el director. Además de la distribución de partituras, el estudio y las clases técnicas de cada instrumento, hubo encuentros periódicos que les sirvieron a los jóvenes músicos para mejorar su interpretación.
“Yo tomo en esos encuentros un tópico de la historia o la característica de una obra y lo desarrollamos de una manera que sirva para el objetivo general –explicó–. Surgieron un montón de preguntas y fue muy enriquecedor”.
Por ejemplo, para la suite Romeo y Julieta de Tchaikovsky los ilustró sobre la obra de Shakespeare, los indujo a ver la película y ese conocimiento aportó datos en los que antes no se detenían. Videla dijo que “en una orquesta lo importante es sonar, pero no es tocar y punto. Lo importante de que conozcan la historia, el contexto ayuda a interpretar mejor los momentos de amor o los pasajes que, por ejemplo, representan un duelo de espadas”.
También trabajaron con obras producidas “desde cero” en las que cada músico efectuó grabaciones individuales, para su posterior edición en videos “tipo mosaico”, de los que han proliferado durante la pandemia. Así por ejemplo, recuperaron el Aleluya de Leonard Cohen con arreglo del propio Videla.
Otra actividad fue generar “capítulos didácticos” en los que cada chico tocaba su instrumento y brindaba explicaciones, en un compendio sencillo, que después circuló por las escuelas provinciales, con buena repercusión.
“Hicimos todo lo que estuvo al alcance para adaptarnos, pero igual este año fue un desastre. Sin presentaciones, sin ensayos. Por suerte la camerata se pudo mantener activa”, destacó Videla.
Otra experiencia
Ariel Uzal también es docente de La Llave, con especialidad en Arte y Nuevas Tecnologías y en los últimos meses trabajó en equipo con sus pares de grabado y de escritura creativa, con el fin de brindarles a los chicos opciones nuevas para sortear las imposiciones del distanciamiento.
Según explicó, el primer paso fue idear cajas de herramientas en las que incluyeron gubias y otros implementos necesarios para el grabado, además de sellos y reglas diseñados con ayuda del Fab Lab del Municipio.
Además, elaboraron unas prensas “supercaseras y económicas, de madera de pino, que permiten imprimir estampas de 10 por 15 centímetros”.
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