El desafío de reducir las pérdidas en manzanas y peras

El descarte es significativo e impacta en la rentabilidad de la empresa. El INTA determinó las causas de estas pérdidas y planteó estrategias de manejo que minimizan daños.

Por  S. Izaguirre, L. Aguilar y S. Di Masi

Identificados. Frutos del bin de descarte luego de ser procesados, donde se observan diversos defectos de calidad.

La Argentina es el primer país en el mundo en establecer el 29 de septiembre como el día para promocionar la Concientización sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos. Esta conmemoración busca reducir esta problemática en un país donde se pierden unas 14,5 millones de toneladas de alimentos antes de llegar a la mesa del consumidor. De ese volumen de pérdidas, el 26,8 % corresponde a la cadena frutícola con un fuerte impacto en la competitividad y sustentabilidad de los establecimientos.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) define a la pérdida de alimentos como la disminución en la cantidad o calidad de los alimentos como resultado de las decisiones y acciones de los proveedores en la cadena alimentaria antes de llegar al consumidor/góndola – sin incluir a los minoristas, proveedores de servicios de alimentos y consumidores –.
“Las pérdidas por descarte en la producción frutícola, resienten la rentabilidad de empacadores y exportadores. Sin embargo, también afecta a los fruticultores familiares que son el eslabón más vulnerable dadas las condiciones actuales de inserción al sistema”, explicó Lautaro Aguilar, extensionista del INTA Roca, y agregó: “generar información y metodología que aumente el conocimiento de los porcentajes de pérdidas y sus causas en cada tramo de la cadena frutícola, permitirán plantear estrategias necesarias para minimizar los daños”.
Para los muestreos se seleccionaron cinco unidades productivas familiares de la zona del Alto Valle del Río Negro con 15 hectáreas promedio de manzanas y peras que entregan como fruta fresca para ser embalada en la empresa “Frutas Vicente”. La producción la llevan adelante las familias y cuentan con contratación de mano de obra no permanente o personal temporario para la realización de labores como poda, raleo y cosecha.

Bins. Uno de los lugares donde más daño recibe la fruta.


Las evaluaciones se realizaron a campo, en empaques y en etapa de conservación mediante observación visual y se registraron los diferentes tipos de daños clasificados según el origen: climáticos, sanitarios, manejo del cultivo y daños durante la manipulación en cosecha y empaque.
Según Susana Di Masi – investigadora del área de sanidad del INTA Alto Valle–, en el caso de las peras el principal factor de descarte fue a causa del daño climático y en manzanas fueron los deterioros ocasionados por la cosecha. “Paradójicamente, la cosecha es la labor que mayor costo representa a lo largo del ciclo productivo y fue en esa etapa donde se encontraron los mayores daños”, explicó. Además, los especialistas señalaron que contrario a lo que se intuye que puede afectar a esta producción, la situación sanitaria no fue un problema preponderante entre las causas de pérdida de frutas.
Con base en la experiencia y en los resultados encontrados en la cosecha, tanto a nivel de chacra como de empaque, se establecieron algunas pautas de trabajo para reducir las pérdidas en esas instancias.
Una de las principales recomendaciones es capacitar al personal contratado en las prácticas apropiadas de cosecha y aumentar el control de calidad a campo durante esas jornadas. También se recomienda reparar y acondicionar las calles internas de la chacra para disminuir el movimiento del tractor y reducir los golpes y el rolado de la fruta.
Durante las tareas de cosecha no es recomendable utilizar recipientes con sogas y lonas largas, ni cargar de forma excesiva el recolector porque ocasionan el mayor grado de golpes y heridas en la fruta.

“La cosecha es la labor que mayor costo representa y a la vez es la etapa donde se encuentran los mayores daños a la fruta”

Susana Di Masi Investigadora del área de sanidad del INTA Alto Valle


Al planificar las tareas de cosecha, desde la práctica de la extensión, se debe tener en cuenta la escala, volumen y superficie de cada fruticultor, para evitar utilizar los mismos criterios y elementos de cosecha sin ponderar las particularidades. “En la cosecha de manzana, el productor con mayor superficie tuvo grandes daños o niveles de descarte en general, posiblemente a causa de problemas de logística y escala”, señaló Aguilar, y agregó que: “En ese caso habría que modificar los sistemas de conducción, repensar un cambio en el nivel de mecanización o adoptar trencitos de bines que permitan completar las tareas de forma más eficiente y con menor impacto en la fruta”.
De acuerdo con los investigadores, la toma de conciencia sobre la cuantificación de las pérdidas podría llevar a incorporar tecnologías desarrolladas y adoptar nuevas prácticas para mejorar la producción. Sin embargo, es necesario considerar que la realidad de cada fruticultor familiar es particular y ese es un aspecto a tener cuenta al momento de abordar el trabajo conjunto de mejoras de manera diferenciada.

En números

14,5
Los millones de toneladas de alimentos que se pierden en Argentina antes de llegar a la mesa del consumidor.
26,8%
El porcentaje de los alimentos que se pierden que corresponden a la fruta.

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