El derecho a respirar, más vigente que nunca: la importancia del pilates
La docente e instructora de Pilates Soledad Peyrote recupera la calma y la flexibilidad para sobrevivir saludablemente a la pandemia. La bocanada de oxígeno que representó la vuelta a las clases dejando la virtualidad parcialmente, tras meses de confinamiento.
Inhalar. Exhalar. Respirar para detenernos, centrarnos y seguir. En casa o afuera. Pero hacerlo para no quedar asfixiados en este confinamiento. Para alivianar la vida.
“Eso, respiren pausadamente. Aquí y ahora. Sientan que cada una de las partes del cuerpo estén en armonía”.
Tras ese pedido de Amalia a sus alumnos que de tanto repetirlo ya es un mantra en la práctica de Pilates, una disciplina que busca ejercitar el cuerpo y la mente y así poder aumentar, consecuentemente, la capacidad de control y concentración.
Calma, flexibilidad, fuerza y tono muscular son los resultados de esta práctica que se rige bajo principios esenciales como son el control, la concentración, la fluidez, la precisión, la respiración y el centro, acota por su parte Soledad Peyrote.
Ella y su esposo Andrés Garrido son los dueños de Serena, un estudio de Pilates ubicado en la zona céntrica de Roca. Amalia Acuña y Verónica Andrade son parte del plantel de instructores que ellos tienen. Sus viviencias en este larguísimo confinamiento bien resumen lo que han vivido la mayoría de los centros de este tipo en la región.
“Estamos en Roca hace 15 años y vamos por más”, cuenta Soledad, quien muestra con satisfacción las dos salas totalmente equipadas del estudio.
“Con Andrés estudiamos en Córdoba el profesorado de Educación Fisica y nos iniciamos es esa ciudad en el método. Luego seguimos capacitándonos en Buenos Aires durante varios años. Amalia y Verónica hicieron sus instructorados en Buenos Aires. Actualmente los cuatro trabajamos dando clases presenciales y virtuales tratando de abarcar todas las necesidades”, agrega la instructora.
La vuelta a las clases a las salas fue definitivamente un momento muy esperado por ellos y sus alumnos. “Estamos más que satisfechos con la vuelta aunque aún todos nuestros alumnos no han podido volver por la pandemia, como los mayores de 60 o personas de riesgo”, dice.
“El trabajo es el modo más honrado de vivir y lo ganado es fruto del esfuerzo. Los meses de confinamiento fueron muy difíciles en lo económico pero sobre todo en lo emocional. La vuelta fue esa bocanada de aire que nos faltaba. Durante esos meses dimos clases virtuales tratando de acomodar a todos los alumnos de alguna forma, clases grabadas por YouTube, clases en vivo por Instagram y Facebook, zoom para grupos avanzados, videollamadas…. Clases de reformer a domicilio: alquilamos los reformer (camas) y dábamos clase por videollamada. El desgaste fue enorme. Todo esto en un contexto de aislamiento y logística familiar que nos exigía una organización intensa”, añade también la entrevistada.
“La gente no solo respondió bien a las clases sino que también nos acompañaba con mensajes hermosos y mucha contención”, admite Soledad. “Es así que desde casa pudimos afrontar esta pandemia gracias a nuestros alumnos”.
Expresa que el número de alumnos desde marzo hasta ahora fue bastante parejo. “Fue y es realmente conmovedor sentir ese respaldo. Se nos venía la noche y todo se complicaba aún más cada vez que la cuarentena se alargaba… las baterías se agotaban y allí estaban, firmes los alumnos esperando las clases en vivo”. Solo gratitud tienen para esa respuesta.
La importancia de Pilates
“Esta es una etapa muy dura para todos. Roca viene golpeadísima desde el principio y cada uno hace lo que puede, lo que le sale. En Serena tenemos una herramienta valiosísima que es poder devolverle a los alumnos esa lejana sensación de bienestar al menos por un ratito. Apelamos a la actividad física como recurso sanador para el cuerpo y el alma. Es sabido de todos los beneficios de Pilates y la actividad conciente en general. Pero en estos momentos tan hostiles se valora más el poder movernos y sentirnos vivos. La gente agradece como si fuéramos magos y es que nuestras clases van mucho más allá de un ejercicio o un plan. Los cuatro sabemos que Pilates hace bien porque conecta, oxigena y nutre”.
Falta que vuelvan los mayores de 60 años al lugar. “Ellos tienen su lugar pero entendemos que hoy no es el momento, todavía no”.
Hay cosa que todavía se extrañan del pasado coinciden en afirmar estos cuatro docentes e instructores. Y saben que como pueden y medio al tanteo comenzaron a caminar por la nueva normalidad. “Todavía nadie está bien. La sensación es rara … no terminamos de alegrarnos: es que no sirve salvarse solo, no sirve estar bien uno si hay otros que no lo están. Estamos más convencidos que nunca que de ésta tenemos que salir todos juntos. No hay otra”, aprendió Soledad.
Respirar y libremente se lo vivió en esta pandemia como un privilegio. Estuvieron quienes les faltó el aire y quienes respiraron como pudieron. Este derecho a respirar hoy se ha vuelto más imprescindible que nunca. Es otro derecho que hemos incorporado a la nueva normalidad.
“Eso, lleven las manos a las costillas bajas y aprieten. Inhalen. Que el aire entre hasta donde tenemos las manos. Aguanten unos minutos. Ahora exhalen. Con los hombre bien acomodados en las camas. Sientan que estan aquí y ahora”, reitera Amalia a sus alumnos. “Sientan como la respiración les aliviana el cuerpo”. Y la vida, al menos un rato.
Cómo lograron sobrevivir este tiempo
“Nosotros sabíamos que íbamos a poder seguir … y que de estas crisis no importa ser el mejor ni el más inteligente. De esto se sale sabiendo adaptarse a los cambios, haciendo lo que sabemos de otra forma y con mucho amor. Nuestra mayor preocupación, ademas de nuestras pequeñas hijas, fue siempre el estado de nuestros alumnos. La soledad en algunos, el miedo en otros, la ensiedad y la depresión de encontrarnos en confinamiento. Somos seres sociales. Ya no alcanzaba con mantener la gente activa, teníamos que mirar para adelante. Por supuesto no fue fácil; el proceso fue complicado pero nos tocaba ahora arriesgar de nuevo. Para crecer, para no pincharnos. La ecuación era fácil: si todos nuestros alumnos nos habían acompañado en este momento, cómo no iban a hacerlo si proponíamos algo mejor. Y saltamos: decidimos cambiar y crecer en espacio, número y comodidades. Nos salió perfecto la mudanza y ahora disfrutamos de un nuevo espacio. Ahora sabemos que no fue en vano todo el esfuerzo”.
El aislamiento fue difícil en lo económico pero sobre todo en lo emocional. La vuelta fue esa bocanada de aire que nos faltaba”
aseguró Soledad Peyrote, en relación a los meses sin poder trabajar.
“En general no nos asustan los cambios pero esta pandemia nos asustó y mucho; es más, nos sigue asustando pero estamos firmes. Y esto lo aprendimos con la vida. No es lo que pasa lo que nos describe sino lo que hacemos con ello. Sabemos que de a dos es más fácil: somos un equipo que tira para el mismo lado y eso es como la mitad del trabajo. Más nuestras dos aliadas, Amalia y Verónica, todo fluye mucho mejor”, reconoce Soledad.
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