El cráter de Copahue

El 11 de diciembre de 2019, justo un día después de la asunción de las nuevas autoridades municipales en la ciudad de Neuquén, en la intersección de la Av. Olascoaga −donde la calle Lanín se convierte en Copahue−, cedió el asfalto provocando un accidente vial con un automóvil. Ese es el día que elegimos como inicio de esta historia.


Quien haya transitado por la calle Lanín se debe haber encontrado muchas veces con situaciones como baches, asfalto hundido, ramas señalizando profundos pozos. Por allí abajo, cruza la ciudad de oeste a este la “colectora Lanín”, que transporta los efluentes cloacales hacia la planta Tronador, donde serán tratados.


Como consecuencia de las filtraciones de los líquidos cloacales, el terreno se lava y se provocan los socavones que, como resultado final, podemos ver sobre el asfalto.
En enero de este año, el asfalto cedió unos metros más abajo, sobre la calle Copahue, por lo que las autoridades directamente procedieron a cortar el tránsito.


Ese mismo mes, el gobierno municipal suscribió el contrato de concesión del servicio público de agua y saneamiento de la ciudad de Neuquén con el EPAS, en un hecho que se calificó como “histórico”. En esa oportunidad, se efectuó la presentación del Plan de Mejoras y Expansión de Obras Estructurales y el Plan Director Cloacal de la Ciudad. Entre las obras enumeradas, se encontraba la reposición de cañerías en el sector Lanín.
El contrato de concesión fue remitido al Concejo Deliberante para su evaluación y aprobación. Sin embargo, transcurrió todo el período legislativo 2020 y aún continúa en algún cajón de la Comisión de Servicios Públicos.


Esta historia continúa en el mes de julio. Como suele pasar últimamente, tuvimos un período de lluvias intensas en muy pocos días. Resultado: otro socavón justo en la intersección de la calle Copahue y Av. Olascoaga. En esta oportunidad el asfalto se abrió de par en par, dejando al descubierto sus entrañas, una verdadera cloaca a cielo abierto.
Los vecinos convivieron durante meses, con un cráter −en las puertas de sus casas y comercios− llenos de líquido pestilente, que no sólo es un foco de contaminación sino un riesgo latente para la salud.


A diferencia del cráter del Volcán Copahue, que tiene propiedades curativas, el cráter de la calle Copahue enferma. Los vecinos elevaron sus quejas, lo hicieron ante el Municipio, ante el Concejo Deliberante y ante el EPAS, sin tener muchas más respuestas que algún pedido de informes por parte del Deliberante al Ejecutivo municipal.


Por ello, con un grupo de jóvenes nos acercamos al lugar para conmemorar un mes más de la desidia estatal, con globos y guirnaldas quisimos visibilizar una situación, que no se trata de un hecho aislado, sino que es uno más de los muchos que se repiten a lo largo y lo ancho de nuestra ciudad.


Hoy las maquinas están trabajando, las cañerías no fueron reemplazadas, pero el cráter será tapado, hasta una nueva erupción. El típico “lo atamos con alambre” argentino. Deseamos que se cumplan las promesas electorales, que las obras lleguen, pero de verdad, como soluciones permanentes.


Los neuquinos queremos más, los neuquinos nos merecemos más. Esperamos que la próxima vez que tengamos que hablar del cráter de Copahue, únicamente hagamos referencia al volcán, sus aguas termales y sus propiedades curativas.

* Abogada.  


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