El comercio enfrenta la encrucijada de adaptarse o cerrar en Bariloche
La pandemia y las restricciones para evitar los contagios golpearon al sector y aunque hay rubros a los que no les fue tan mal, la intermitencia de las medidas obliga a todos a organizarse semana a semana.
El estado de alerta y de incertidumbre previo a cada nuevo anuncio de restricciones sanitarias se convirtió en un hábito incorporado para los comerciantes de esta ciudad, afectados por una crisis que parece interminable y que los obligó a archivar cualquier plan de expansión.
Cómo siguen las restricciones en Bariloche
El horizonte para planificar se redujo a una semana, o dos a lo sumo. La próxima orden puede ser la atrasar la hora de apertura de los locales, bajar la persiana más temprano, la obligación de cerrar los sábados y domingos o incluso semanas completas, para las actividades llamadas “no esenciales” .
Con ese esquema de opciones, a los titulares de empresas y comercios no les quedó otra que adaptarse a la inestabilidad permanente y reclaman resolver cuanto antes otro interrogante clave: qué pasará con la temporada turística de invierno.
El presidente de la Federación de Entidades Empresarias de Bariloche, Eduardo Caspani, dijo que “es muy complejo convivir con estas marchas y contramarchas, en especial para los que manejan mercadería perecedera”. Señaló que la facturación en general está en baja debido a la crisis general del poder de compra y, sumado a esto, cada nueva restricción afecta a las ventas.
“Es muy difícil prever y prepararse, que es el ABC de cualquier comercio. Si te obligan a cerrar los fines de semana, el impacto es grande, y eso no se tiene en cuenta -explicó Caspani-. Además, trabajar sin certeza sobre la temporada de invierno es otro gran problema”.
Frente a esas quejas los funcionarios han presentado como un paliativo la habilitación para vender en modalidad delivery o “retiro en puerta”, sin que el cliente entre al local. Pero el dirigente consultado dijo que “sirve de muy poco”. Según el rubro, las ventas bajo ese esquema varían entre un 10 y un 20% de las que se consiguen en condiciones normales.
“Lo que no todos consideran al alterar así los horarios es que la facturación de esta época es fundamental para pagar sueldos, aguinaldos y todas las cargas sociales que vienen añadidas”, dijo Caspani.
En picada
- 40%
- se estima que cayó la facturación de la actividad comercial en Bariloche en términos reales durante el año pasado.
Asimetrías
La magnitud y la extensión del colapso que afecta a la actividad comercial no es igual para todos. Según las fuentes consultadas hay rubros como los materiales de construcción, accesorios y decoración del hogar, venta y reparación de motos, bicicletas, servicios informáticos y atención de mascotas, a los que les fue mucho mejor que el promedio.
Un rápido repaso permite detectar también que entre los principales perjudicados están la gastronomía, los gimnasios, la venta de indumentaria y todos los comercios con alta dependencia de la clientela turística.
Aunque el peso de este último factor tiende a achicarse, porque “cuando falta el turismo, a la corta o a la larga en Bariloche perdemos todos”.
Mariano Giménez, ex directivo de la Cámara de Comercio y titular del corralón Casa Palm, dijo que el espíritu del sector es acompañar en todo lo posible las campañas preventivas para controlar el virus. “Tratamos de colaborar en todo, de cuidar y cuidarnos -afirmó-. Pero hay medidas que no tienen ningún sentido, como la concentración de horarios. Está probado que la gente circula igual, pero más amontonada en las horas permitidas”.
El impacto causado en la actividad económica por las medidas aplicadas desde el inicio de la pandemia se puede seguir a partir de las estadísticas que publica el municipio. El apartado sobre “valor bruto de producción” se confecciona con la facturación declarada mes a mes por todas las habilitaciones comerciales que existen en la ciudad (a esta altura, alrededor de 5.000), como base de cálculo para la tasa TISH.
Ese seguimiento ofrece datos reveladores, como la caída estrepitosa de la actividad comercial que se registró a partir de enero de 2020, y el repunte considerable durante el último verano, cuando se produjo la apertura turística, con un movimiento cercano a la normalidad. El declive post Semana Santa y el efecto de los nuevos cierres todavía no está cuantificado porque el registro llega hasta abril.
Según esos datos, la facturación global de Bariloche en 2020 fue de 49.473 millones de pesos, apenas un 1,3% más alta que en 2019. Pero si se deflacta esa cifra por inflación, queda una baja cercana al 40%.
Esa comparación toma el período enero/diciembre de cada año, con meses que no estuvieron afectados enteramente por la pandemia.
Pero si se considera sólo el semestre fatal que va de abril a septiembre, no quedan dudas sobre el derrumbe. En 2020 las ventas brutas declaradas en ese lapso sumaron 19.482 millones de pesos y representan el 20,8% respecto del mismo período de 2019, que es mucho mayor al cruzarla con la evolución de los precios.
Este año el registro da cuenta de una visible recuperación. En el período enero/abril la facturación de los comercios y empresas de Bariloche superó en un 40,7% al primer cuatrimestre de 2020 y en un 88% al de 2019.
Caspani dijo que la información que aporta esa estadística “es terrible”, porque representa “la pérdida de un tercio del producto”, es decir una caída muy superior a la media nacional, estimada en el 10%. También dijo que es un dato para atender “la cantidad de empresas que dejaron de declarar TISH, es decir que no tuvieron facturación o directamente cerraron, y que son alrededor de un millar”.
El dirigente dijo que “muchos se descapitalizaron para sostener sus negocios” y ya no tienen margen para absorber nuevas pérdidas. “A esta altura creo que hay consciencia de que no se puede volver a cerrar todo”.
Insistió en que “la gran incógnita y lo que todos esperan saber es cómo va a ser la temporada de invierno”. Caspani entendió que “lo que buscan las autoridades es limitar la circulación de gente, pero claramente la restricción horaria afecta las ventas”.
Señaló que en la sectorización por actividad “son muy pocos los rubros a los que se puede decir que les fue bien” en comparación con los que soportan una situación crítica, con alto endeudamiento y su continuidad en alto riesgo. También en un raleo geográfico se puede identificar a la calle Mitre como el núcleo más castigado, en comparación con Onelli y los centros comerciales barriales, donde compran los residentes.
Según Caspani, “inicialmente se perjudicó más el que depende directamente del flujo turístico”, pero la merma de visitantes, y la ausencia de públicos enteros como el extranjero, “a la larga impacta a todos”.
Entre las actividades que sintieron menos la crisis están las relacionadas con la construcción. Norberto Baumann, propietario de una reconocida maderera, dijo que tuvieron ventas firmes, porque el ritmo de las pequeñas obras se mantuvo o creció durante la pandemia. Sólo registraron una pequeña merma en enero y febrero, pero repuntó en marzo. Dijo sin embargo que a la economía en general de la ciudad la ve mal. “Todos dependemos del turismo”, recordó.
Mariano Giménez, del corralón Palm, señaló que su rubro “es tal vez donde menos se siente la pandemia, porque son cosas de primera necesidad, y la gente al quedarse más en su casa tuvo tiempo para alguna reforma, cambiar muebles de cocina, arreglar un alero, mejorar el cuarto de los chicos”. En su caso el problema pasa por la dificultad con los proveedores, que entregan entre un 35 y un 50% menos “porque hay problemas en toda la cadena”.
Raúl Ramírez, titular de la bicicletería que lleva su nombre, también reconoció que el año pasado registraron niveles de demanda nunca vistos, porque la gente “necesitaba salir y hacer actividad física”, aunque ahora “se siente el parate y la falta de plata”. Dijo que en su caso lo que pediría es “una quita de impuestos” y un rango de horario más amplio, “sin cambios semana a semana”
Una mirada similar transmitió Miguel Andino, de “Dr. Bariloche”, un comercio de accesorios para motos. “Cada vez más gente usa moto, ha crecido un montón y el último año hubo un auge, aunque ahora se paró un poco”, dijo.
Entre los sectores más golpeados está la venta de ropa en general y de indumentaria deportiva. Diego Arroyo, de Legacy, dijo que las medidas para bajar la circulación los perjudican porque van en contra del hábito social de pasear y mirar vidrieras. Señaló que el horario reducido “te mata, porque la gente que trabaja no puede salir a comprar temprano”.
La crisis también los obligó a contener los precios y absorber costos. Cristian Stockl, del gimnasio Skeip, dijo que no pueden cobrar lo que deberían “porque tampoco el servicio es lo que era: todos son turnos cortos y ya no se puede pasar todo el día en el gimnasio”.
Los comerciantes consultados aseguraron que el esquema de cierres periódicos se podría sobrellevar mejor con más ayuda del Estado. Muchos de ellos recibieron el año pasado el programa ATP y hoy algunos accedieron al Repro II, pero señalaron que “es más engorroso y muy limitado”. A la hora de elegir, preferirían beneficios de tipo tributario, por ejemplo la eximición de tasas municipales, ingresos brutos y cargas sociales.
Cristian Stockl, encargado del gimnasio Skeip, señaló que las cargas “se pagan sin quita alguna, y ante un atraso corren punitorios al 100%”. Señaló que en su caso le resulta muy difícil de sostener, porque el trabajo “se redujo al 30%”. También debe pagar créditos a tasa cero que tomó el año pasado para subsistir durante el período de cierre absoluto. “Hoy seguimos abiertos porque somos dueños y no pagamos alquiler. Si no, ya estaríamos cerrados”, aseguró.
El comercio de ropa Legacy atraviesa una situación parecida. Su titular, Diego Arroyo, dijo que el ATP fue una programa que sirvió en su momento y que ahora el acompañamiento no es el mismo.
Caspani también valoró el ATP, que “derramó un aporte económico considerable” en Bariloche y lo diferenció del actual Repro II, que “tiene más requisitos y la ayuda es mucho menor”. También dijo que la compensación más necesaria para los comerciantes sería “la eximición en el pago de contribuciones”.
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