El cocinero francés Christophe Krywonis presenta sus recetas para todo el año
Publicado por Planeta, este anuario, trae -además del clásico calendario gregoriano para colgar- cuatro recetas por mes con varios tips útiles.
LIBROS
Tras el revuelo mediático del reality MasterChef, el cocinero francés, radicado en Buenos Aires, Christophe Krywonis, presentó en sociedad su “Anuario 2016” donde reúne 26 recetas de su autoría en las que explaya su fuerte impronta franco-argentina con notas de simpleza y tradición, todas acompañadas por exquisitas fotografías de Eduardo Torres.
Publicado por Planeta, este anuario, trae -además del clásico calendario gregoriano para colgar- cuatro recetas por mes con tips sobre la elección de los alimentos, cuándo comerlos, ingredientes secretos que realzan sabores, tiempos, reemplazos y maridajes, cantidades y puntos en torno a las delicias clásicas, simples pero majestuosas a la vez que entrega Christophe como antesala de lo que será un libro más importante.
Christophe se autodefine como un cocinero, dejando de lado el pretencioso mote de “chef” porque, para él, “ser cocinero es un profesión, el chef es un cargo”. Este francés aprendió mirando a su propia abuela en tierras galas, comprendió la técnica, cocinó, llegó a Buenos Aires hace 26 años y quedó “prendado de los argentinos” dice sonriendo a medias y confirma con su español afrancesado: “crecí, gastronómicamente hablando, en el Río de la Plata”.
“Nací en Francia, me crié y adquirí mis armas allí y terminé viviendo acá. Tuve hijas y nietos en Argentina y, a nivel profesional, en este país tuve que adaptarme con todos mis usos y costumbres a la idiosincrasia argentina y fue una cierta dosis de humildad y respeto. Seré gritón y exigente, pero el respeto, para mí, es muy importante. Aprendí mucho del oficio para dirigir y llegar a mis metas y, a nivel gastronómico, adapté mis recetas francesas a los productos argentinos”, cuenta a Télam.
En ese anuario, suerte de acercamiento rápido y profundo a su estilo, resume ese espíritu. Christophe presenta un Ojo de bife con hueso a la bordalesa; Tartare de lomo; Arroz con leche al horno; Abadejo al estilo provenzal; Trucha patagónica marinada a la nórdica; Pastel de osobuco a la naranja; Conejo al estragón con fettucini; Bondiola de cerdo con miel y jengibre entre una veintena de exquisiteces que articulan su historia con la cocina.
“Este libro es algo que tenía en mente hace muchos años. Antes de pensar un libro, ya pensaba en el calendario. La idea era transmitir algo con estética, calidad y simplicidad para que la gente lo pueda hacer fácilmente en su casa”, dice Christophe y remarca: “mi cocina es simple, tradicional franco-argentina”.
Y si el francés supo poner su conocimiento y su pasión al servicio de los platos, su contraparte en este proyecto fue Ernesto Torres, especializado en fotografía gastronómica, que ya tuvo en su lente la estética de los libros de Narda Lepes, Dolli Irigoyen, Osvaldo Gross, Inés de los Santos, Iwao, Tato Giovannoni y Donato De Santis, entre muchos otros.
“La fotografía de alimentos es una pasión, cuenta, disfruto de la gastronomía y es maravilloso trabajar con los cocineros que también son apasionados, gente que está haciendo lo que les gusta, de corazón. Estás buscando un buen resultado con mucha pasión de por medio”, explica Torres sobre este fenómeno visual que cayó en gracia en los últimos años porque “la gente quiere ver la foto del plato y una vez que la ve, se anima a hacerlo o no”.
“Uno trata de poner al plato de comida en un contexto que puede ser campestre, urbano, antiguo o más neto. Christophe quería tener una fotografía que sea lo más natural y real posible, que más allá de los escenarios se vean situaciones reales, de su historia acá y en Francia, sus casas, que parezca una casa de pueblo. Le gusta mucho la vida de pueblo y la ciudadana”, cuenta el fótografo sobre este anuario, un objeto “de regalo, consulta y arte”.
Tras la experiencia de ser jurado del reality MasterChef, donde cocineros amateurs compiten bajo diversas consignas, Christophe, de alguna forma, propaló su figura y quedó vinculado a este mundo gastronómico de manera masiva.
“Fue una experiencia profesional, estar en programa como ese fue complejo y difícil. Eran entre 12 y 14 horas por día. A veces nos encontramos con situaciones que hay que llevar adelante. Así se aprende a hacer televisión. A nivel humano, fue una gran experiencia y la parte mediática te cambia la vida: para bien si sos piola y no te la crees o no te escondés. Hay que saber explotarlo, es un momento que va decantar”, confiesa.
La realidad concreta tras la emisión del reality -materializada en las redes sociales, comentarios y el eco televisivo- es que se visualizó una cierta afición local por cocinar. “La gente está copadísima, eso fue lo más lindo de MasterChef, ver cómo la gente se enganchó enseguida. En Argentina la gente sintió ganas de cocinar. Eso fue lo más”, dice Christophe.
Entonces, ¿qué hay que aprender para comer mejor en Argentina? “Habría que dejar las harinas de lado y el azúcar, que están muy presentes en la comida diaria. Hay que volver a las raíces, a las carnes y pescados con verduras de estación. Hay que aprender que comprando justo compramos mejor y más barato”, aconseja el cocinero que lleva como mantra que “Podemos cambiar el mundo con un mordisco” en relación a la exigencia que hay que tener para elegir productos, honestidad, seriedad y calidad en “lo que nos cocinan”.
Télam
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