El chivito más mimado vive en una hostería de Caviahue
Apareció un día con el criancero que llevó corderos para el asado, las chicas le hicieron unos mimos y nunca más se fue. Ahora tiene collar y correa.
La moneda puede caer cara o seca para los animales de los crianceros. Puede pasar que tres corderos sean entregados recién carneados en una hosteria de Caviahue para ser cocinados en una exhibición de rugby y también que el chivito sin madre que llegó con el productor y su carga reciba una avalancha de caricias de las hijas del dueño del establecimiento. Y que entonces el arriero les diga: “Se los dejo, cuídenlo”.
Ocurrió la semana pasada en la hostería Kallfu de Caviahue y desde entonces Kalfucito es el mimado de Juli y las mellizas Paz y Pía, las hijas de Rubén Etcheverry, exsecretario de Modernización de Neuquén y extitular de Gas y Petróleo de la provincia.
Los huéspedes también se prenden y el chivito ya aprendió a tomar la mamadera. “Lo alzás y la toma como un bebé”, cuenta Juli.
En este paraíso de la cordillera neuquina a 360 km de la capital provincial, Kalfucito pastorea tranquilo en los alrededores de la hostería pero ya tiene collar y también una correa que las chicas usan cuando es necesario.
“Ellas se encariñaron, es como un perrito”, dice Rubén. “Se mete en la cocina, anda por todos lados, siempre encuentra a alguien que lo acaricie. Duerme con Pía y Paza, que le llevan zanahoria y lechuga para que coma”, agrega.
Como las vacas en la India, Kalfucito ascendió a la categoría de chivito sagrado. “Es obvio que no lo vamos a poder comer”, dice Rubén. También lo cuidan Fiorella, que hace su pasantía de licenciada en Turismo y Geraldine, que trabaja durante la temporada.
En esta zona, es frecuente que los chivitos que no tienen madre, llamados guachos, sea alimentados con una mamadera por los crianceros cuando no consiguen que otra cabra los amamante.
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