El Bariloche a la Carta motoriza el turismo y la producción
El evento reúne más de un centenar de emprendedores en el Centro Cívico. Miles de turistas y residentes recorren los puestos y disfrutan de una amplísima oferta gastronómica.
Comer cosas ricas, llevarse productos para consumir en casa o bien para regalar y conocer de paso las últimas novedades de la industria alimentaria regional fue el programa elegido por miles de turistas que viajaron a Bariloche para disfrutar del fin de semana,
La cita es en el Bariloche a la Carta, que copó el Centro Cívico con inmensas carpas donde funciona desde el viernes y hasta mañana lunes la feria gastronómica considerada por los mismos expositores como la más importante y variada de la Patagonia.
Además del espacio reservado a los productores, en todo el entorno de la plaza y los jardines que dan a la calle Pagano hay una veintena de food trucks que ofrecen comidas rápidas, cerveza y otras bebidas, para degustar en el lugar, a pleno sol y con un clima inmejorable.
Para muchos de los visitantes fue la primera salida desde que se relajaron las medidas sanitarias con el retroceso de la pandemia. La ciudad tiene su capacidad alojativa casi colmada y se siente en la calle a cada paso, también en la plaza principal de la ciudad, donde la fiesta está dedicada en este caso a los placeres del buen comer.
Como se encargan de subrayar sus organizadores cada vez que pueden, Bariloche a la Carta tlene el mérito de aunar un atractivo turístico de fuerte impacto con la promoción directa y explícita de la vastísima producción regional vinculada con la alimentación saludable.
En las mesas de exhibición es posible encontrar ahumados, infusiones, dulces, alfajores, embutidos de la mejor calidad, jaleas, especias, chocolates, licores, frutas secas, cerveza, vinos del Valle, miel, quesos y algunas rarezas que dieron la nota como las sales saborizadas y los infaltables “chips” de manzanas y peras deshidratadas.
Sofía Villablanca trajo su miel “Campos del sur”, producida en campos de Pomona y en su stand había un panal a la vista para ofrecer degustaciones directas que asombraron a los interesados. “Es una miel muy suave, por las floraciones de la zona -explicó-. También desarrollamos mieles saborizadas con naranja, con menta y con jengibre”.
A un par de metros de alli, otros se dejaban tentar con el stand de sidra artesanal de peras y de manzanas, envasadas en botellas o también en latas de aluminio. Algunos de los expositores ya son “habitués” de Bariloche a la Carta, como Bruno de Rosa, que llegó de Viedma con su selecta producción de nueces, almendras y avellanas.
Dijo que la gente con la que pudo interactuar estos días “está encantada, tenían gasa de salir, compran un poco de todo y muchos se sorprenden de todas las cosas que se producen en la provincia”.
También es posible encontrar barilochenses que trabajan un producto bien regional (la rosa mosqueta), y que son estudiosos y apasionados en lo suyo, como Marcelo Gurrea. Explicó que su proyecto está orientado a aprovechar el fruto característico de la mosqueta como alimento, al margen de sus aplicaciones en cosmética, que son tal vez las más difundidas.
El aceite comestible que desarrolló tiene propiedades benéficas comprobadas en tratamientos de hígado graso, de la preobesidad, prevención del infarto y control del colesterol. Gurrea dijo que alcanzó un acuerdo para exportar a República Dominicana, donde un centro de tratamientos de rehabilitación trabajará con sus aceites “ozonizados” y también se interesaron en la maquinaria que desarrolló para obtener sus productos.
Su marca “Ámbar” figura también en los envases de otros subroductos como la harina de mosqueta y la pulpa para dulce o jugo. Gurrea explicó que la harina se puede comer sola, “como ñaco, aunque es mucho más rica”, o bien se usa mezclada con otras en distintas proporciones para panificación y repostería.
“Hay que valorar a la mosqueta, porque nutricionalmente es increíble” aseguró Gurrea, luego de hablar con orgullo de las habilitaciones logradas en los registros alimentarios a nivel nacional.
Recorrer la feria es una oportunidad única para conocer de primera mano la pujanza de la microindustria relacionada con la alimentación, en la que abundan emprendimientos de trayectoria corta pero intensa.
Es el caso, por ejemplo, de los “crocantes” horneados de pera y manzana “Fruch”, originarios de Fernández Oro, que nacieron en 2018. El producto es en realidad un “snack” dulce, de sabor muy reconocible y valorado por “los padres que quieren ofrecer a sus hijos algo distinto a los chicitos y papas fritas”. El titular de la microempresa dijo que llegan ya a más de 15 provincias y que “la reacción de la gente es increíble”.
Señaló que estuvieron ya otras veces en Bariloche a la Carta y la experiencia es muy buena. “Es la mejor feria de todas las que conocemos, la más grande y en la que se logran más ventas”, reconoció.
Vidriera y contactos
Los productores que estuvieron en ediciones anteriores no dudan en volver, pero también están los debutantes, como Sebastián París, quien trajo desde Cipolletti sus sales saborizadas, ideal para quienes les gusta experimentar en la cocina y probar sabores no convencionales. Entre otros, ofrece sal con romero y citrus, con flores de la región (rosa, lavanda y caléndula), con hierbas (que es “la más genérica”) y en Bariloche presentó una nueva variante: la sal con jarilla, que “va muy bien con carnes rojas”.
París dijo que la sal “sin industrializar” y libre de aditivos la trae de La Pampa. Y el proceso de saborización es distinto en cada caso. En algunos, como la jarilla, realiza una infusión para impregnar luego la sal gruesa, secarla y molerla, hasta obtener el producto final.
Para muchos productores -París entre ellos- la feria de Bariloche a la Carta no solo es una vidriera ideal para vender en forma directa al público sino también para generar contactos que le permiten abastecer a comercios y restoranes. Por acuerdos que pudo cerrar este fin de semana, su “Sal rústica patagónica” (así se llama) será incorporada como insumo en al menos dos establecimientos gastronómicos de esta ciudad.
La oportunidad de mostrarse y comercializar no solo beneficia a productores rionegrinos, también hay referentes en el mundo de los fiambres gourmet como Picadas Argentinas, que ofrece quesos y embutidos de San Luis, Tandil, La Rioja y otras zonas productoras.
Otra micropyme que se luce con su cuidado stand es Alfajores Cobo, procedente de esa pequeña localidad del partido de Mar Chiquita (cerca de Mar del Plata), que invita a incursionar en sabores nada ortodoxos. Su responsable, Gisela Pignataro, dijo que además de los clásicos con chocolate y dulce trabajan desde hace años con alfajores de cerveza y también producen los muy buscados aljafores “de picante”, saborizados con pimienta y con chili.
Dijo que la gente compra “porque lo lleva como recuerdo, para comer después, para mostrar y porque es algo que no va a a encontrar en otro lado”.
El paseo más tentador
Antes o después de curiosear entre los puestos de la feria los visitantes no pierden oportunidad de comer en alguno de los tantos carritos que ofrecen comidas rápidas pero no “fáciles”. Abundan las especialidades, que van desde un crepe de langostinos, sandwiches de truchas con alcaparras, ceviche, jabalí o ciervo ahumado, pizzas de masa madre, focaccias rellenas, jugos de frutas naturales, cervezas y también tragos sofisticados, con y sin alcohol.
Muchas de las fábricas de cerveza y las chocolaterías clásicas de Bariloche están presentes en el vistoso paseo. En el puesto del tradicional ahumadero local Familia Weiss el sandwich de salmón fue el más pedido todos estos días. Karina Weiss dijo que “a la gente se la ve muy contenta de poder salir sin tantos protocolos, los turistas compran mucho, los locales son más degustadores”.
Bariloche a la Carta tendrá este lunes su última jornada y abrirá desde las 11, con aforo controlado y turnos de dos horas, que se extenderán hasta la medianoche. La entrada cuesta 100 pesos a cambio de vaso reutilizable.
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