El automovilismo de luto: falleció Julián Crespo

Esa sonrisa será imborrable. También esos ojos brillosos cuando los resultados no eran los esperados. Julián Crespo la peleó como un guerrero, como en su vida o en el deporte, el automovilismo regional llora su partida, en medio de un dolor que no se puede explicar con palabras.

La peleó como cada una de las pruebas que disputó en una campaña deportiva que comenzó siendo niño, que supo de victorias, de títulos y también de frustraciones.

La prueba más importante de su vida, esa que lo enfrentó a una cruel enfermedad, no la pudo ganar, pero batalló como en cada una de las pistas en las que se presentó Julián, apostando a su talento, también a la perseverancia.

Atrás quedarán algunas marcas imborrables, como sus inicios en el karting; ser el piloto más joven que ganó y que más triunfos logró en la Copa KIA; ese récord de vuelta en el TC 2000 en el autódromo de Roca, o sus títulos en la Monomarca Gol, categoría en la que fue piloto, dirigente o simplemente ayudando a sus amigos o al que necesitaba una mano.

Las últimas grandes conquistas fueron en esa categoría. Primero logrando su segundo título. Después, ganando el año último la prueba para invitados, en la que ganó con su amigo Joaquín Gilardi, con algunas maniobras que llevaron su sello, con un auto del Borghese Competición y los motores de su amigo Tito Etchegaray.

Después, en medio de los proyectos que eran varios, llegó la enfermedad que enfrentó con entereza y batalló hasta el último minuto, acompañado de su familia, amigos y la gente que conoció en Julián a una gran persona.

Estuvo en el estreno de hace semanas atrás de la Monomarca Gol en Roca. Tal vez, como alguien comentó, fue a despedirse. Aunque, seguro que el Gordo, como lo llamaban sus amigos, estará firme en cada prueba en la región, porque el automovilismo fue su pasión. Como duele, pero es la cruda realidad. Esta no la pudo ganar, pero a quien le importa. Lo que vale es que la peleó como lo que fue, un gran campeón.

Adiós a un gran piloto