El aniversario y su confesión implícita

Roca no debería haber suspendido sus festejos por el aniversario.

Cancelar la celebración “a fin de evitar posibles malas interpretaciones” relacionadas con la campaña electoral habla tanto de los “intérpretes” como de los “interpretados”.

La decisión de no festejar el mismo 1 de septiembre lleva implícita una confesión.

Si alguien está seguro de que no mezclará la tradición con la campaña, no tiene por qué temer el riesgo de una denuncia por incumplir la ley electoral.

Evidentemente esa certeza no estaba dentro del ámbito municipal, que postergó todo para el 18 y 19. ¿Creerán que en ese fin de semana los roquenses sí verán con agrado las fotos de la intendenta con los candidatos del Frente de Todos, que a esa altura seguirán en etapa preelectoral rumbo a los comicios generales de noviembre?

Al fin y al cabo, no estarían haciendo algo tan diferente a lo que ocurrió para el Día de las Infancias, cuando también hubo fotos oficiales con los candidatos en primeros planos.

La presentación pública del Presupuesto Municipal también se aplazó. Sólo hubo envío formal del proyecto al Concejo antes de que termine agosto, como prevé la Carta Orgánica, pasando el mensaje de la intendenta para más adelante.

En ese terreno hay otros aspectos a considerar. La jefa comunal podría haber asumido el esfuerzo de elaborar para la fiesta aniversario un discurso sin anuncios ni promesas de obras, pero en la presentación del Presupuesto sería más complejo esquivar ese camino.

Por naturaleza, la ordenanza más importante que sanciona cada año el Deliberante tiene el detalle con el destino que dará el gobierno a todos los recursos que prevé recibir en el ejercicio siguiente. Indefectiblemente, la presentación de esos números implica hablar de las obras nuevas.

La pregunta que cabe es si esa difusión pública, prevista por la Carta Orgánica, significa una ventaja electoral o simplemente un acto de gobierno. Y si no somos los ciudadanos los que tenemos que cambiar el chip para entenderlo de esa manera, sin que todo movimiento de un gobierno se mire como un intento de ganar un voto.

Claro que ese cambio de conducta ciudadana debería contar con una contraparte política, porque detallar las obras del Presupuesto podría considerarse un simple acto de gobierno sólo si la intendenta no hace agregados que promocionen las bondades de la gestión actual y de su partido.

¿Difícil que ocurra eso? Sí. Pero es necesario plantearlo, pensarlo y empezar a exigirlo, porque de lo contrario seguiremos viviendo experiencias como la actual, donde los candidatos oficialistas corren con la enorme ventaja que ofrece la chequera del Estado.

Porque en este caso analizamos lo que ocurrió a nivel local con los festejos por el aniversario, pero el gobierno provincial lleva adelante las mismas prácticas que distorsionan la competencia electoral.

Hay funcionarios que recorren la provincia con viáticos y realizan actividades oficiales matutinas y campaña por las tardes. Hay candidatos que no toman licencia y aprovechan la exposición pública que ofrecen sus cargos para potenciar su imagen.

Una subestimación al elector, que el próximo domingo contestará en las urnas.


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