El abrazo al Limay que detuvo la construcción de una represa cumple 25 años

En esa oportunidad, unas 5.000 personas se reunieron en la naciente del río, cerca de Dina Huapi. El proyecto se frenó pero advierten que nunca fue dado de baja.

Ese 8 de octubre de 1995, unas 5.000 personas se reunían en la naciente del río Limay para rechazar la construcción de la represa Segunda Angostura. La oposición de la comunidad logró frenar el proyecto aunque nunca se retiró ni fue dado de baja. 

En enero de 1995, en el gobierno de Carlos Menem, el naturalista Alejandro Beletzki denunció la reactivación del antiguo proyecto de aprovechamiento hidroeléctrico “Segunda Angostura” en el ingreso del anfiteatro.  

La iniciativa generó alarma en un pequeño grupo de vecinos que comenzó a reunirse y a recabar información en Parques Nacionales, de ingenieros, geólogos y vecinos de otras localidades que ya se habían visto afectados por represas. La conclusión fue contundente: no habría grandes inundaciones pero sí una degradación absoluta y el río desaparecería

“Desde el punto de vista energético, la Segunda Angostura era mínima en relación a Piedra del Águila y Alicurá. Pero resultaba un depósito aprovechable por las centrales ya instaladas aguas abajo. Se calculaba que el costo de la represa de 120 millones de dólares lo iban a amortizar en un año. Representaba ganancias enormes a empresas que ya no eran públicas”, detalló José Gamez, uno de los fundadores de Comunidad Cuenca del Limay.  

Se sumaron muchos pobladores de parajes cercanos. Foto: gentileza

Otra de las integrantes, Rosemarie Maderholz, recordó: “Era un proyecto antiguo que tenía la intención de potenciar la energía de grandes urbes. Una vez más, se intentaba destruir algo para tener más energía. En esos años, no se pensaba en la ecología sino en energía. Hoy la gente tiene más conciencia ecológica”. 

Ese grupo inicial fue creciendo a medida que se sumaba más gente preocupada por las consecuencias ambientales que pudiera generar la obra. Se armaron comisiones de difusión, técnicas, jurídicas y educacionales. En ese momento, también se conformó la Comunidad de la Cuenca del Nahuel Huapi que organizó el abrazo simbólico.   

“Fue un trabajo de todo un año con mucha gente: juntas vecinales, cámaras de Comercio, empresariales, medios de comunicación y sindicatos. Me acuerdo que Zúñiga, de la Uthgra, como ofrecían trabajo, decía: ‘Esto es pan para hoy, hambre para mañana´”, expresó Gamez. 

Ese 8 de octubre, los organizadores esperaban la participación de “unas 800 personas”. Pero de pronto, recordó Maderholz, “empezó a llegar gente y más gente en auto, en bicicleta, a caballo. Había filas y filas. Y se llenó el lugar de ambas orillas. Fue emocionante. La única consigna era ‘No a la represa´, ‘Que viva el Limay´”.  

Cuando se conoció la noticia del proyecto generó preocupación. Foto: gentileza

Gamez atribuyó “el éxito del Abrazo al trabajo de los docentes pese a que era un año convulsionado para la educación. Trabajaron y concientizaron a los pibes que llevaron la preocupación a sus padres. Por eso, hubo tantas familias con chicos”.  

Resaltó también el cartel que levantaban los pobladores de Villa Llanquín, Ñirihuau y Pilcaniyeu con la leyenda: “Acá estamos los paisanos para defenderte, Limay”.“Esto, para mí, sintetizaba el arraigo”, resumió

En esos años, el entonces secretario de Energía de Nación, Alfredo Mirkin, visitó el hospital Ramón Carrillo de Bariloche. “Lo atajamos con un compañero, Claudio Rapoport. Nos presentamos pero nos dijo que ya sabía quiénes éramos. Le pedimos que se retire el proyecto de la cartera de Energía y nos respondió: ‘¿Hasta cuándo piensan tener a la población en pié?´. ‘Lo que sea necesario´, dijimos”, recordó Maderholz. 

Los organizadores de aquel primer abrazo al Limay advirtieron que “el proyecto todavía existe. Nunca fue anulado. De modo que sigue en el cajón de algún ministerio”.  

“Recuerdo que, de Nación, siempre nos contestaban lo mismo: ‘Dentro de plan quinquenal del gobierno actual, el estado no realizará ese emprendimiento´. Pero dejaban la puerta abierta a los privados”, destacó Gamez.  

Consideró que la iniciativa “nunca se va a archivar. Si bien hay leyes que nos resguardan, falta gente atrás con consciencia para evitar que se haga. Por eso, el resguardo es la memoria”.


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