La tecnología y sus riesgos
El fuerte impacto que causó el mega-operativo contra la difusión de imágenes de abuso sexual infantil en Río Negro y otras provincias, actualizó el debate que debe dar nuestro país sobre los riesgos y problemas que conlleva la exposición de niños y adolescentes a cada vez más temprana edad a las redes y nuevas tecnologías digitales de la comunicación e información.
El mismo día en que se divulgaban allanamientos en Roca, Cipolletti y Bariloche y la detención de dos hombres acusados de la difusión, tenencia o comercialización de imágenes de abuso sexual infantil, este diario publicaba un informe de la ong “Grooming Argentina”, que revelaba que 1 de cada 4 menores de 18 años, también en Río Negro y Neuquén, había recibido solicitudes de fotos de desnudos en sus redes sociales favoritas o en juegos online.
Aunque son problemáticas diferentes, a menudo están relacionadas. Las redes de pedófilos que intercambian imágenes suelen alimentarse de prácticas de acoso sexual que pederastas realizan a niños o adolescentes a través de la web. Y quienes consumen este tipo de materiales pueden llegar a “cruzar la línea” de ser meros espectadores y coleccionistas a convertirse en partícipes de activos de producción de los abusos.
La investigación de la Justicia rionegrina revela el alcance global de estos delitos. Las alertas, como en más del 80% de los casos, llegaron desde el exterior, del Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados Sexualmente (NMEC, por sus siglas en inglés), una organización estadounidense sin fines de lucro que tiene la tecnología avanzada y convenios con las principales empresas de internet y fuerzas de seguridad de varios países para rastrear imágenes ilegales y geolocalizar las direcciones personales (IP) desde donde se producen y distribuyen. Mediante un convenio, la ong envía un alerta al ministerio público de CABA y ello le permite a la Justicia de distintas jurisdicciones activar un protocolo para investigar a usuarios y -de hallar pruebas suficientes- realizar allanamientos, detenciones y proteger a los menores en riesgo.
Informes recientes alertan que Argentina se encuentra entre los 10 primeros países productores y consumidores de imágenes de abuso sexual. Y que durante la cuarentena por el covid-19, este delito creció un 522% entre octubre de 2019 y septiembre de 2020, según el Ministerio de Justicia de Nación. La explotación sexual de niños y adolescentes no es nueva, pero con la pandemia aumentaron los factores de riesgo (muchas horas en entornos digitales, menos supervisión, menos contacto con servicios de educación y salud que son fuentes de detección).
En el caso del grooming, el informe alerta que la mayoría de los chicos acceden a un dispositivo a los 9 años, están conectados 6 horas diarias y usan 3 redes sociales en promedio. Al mismo tiempo, 6 de cada 10 hablan frecuentemente con desconocidos y 2 de cada 3 conversaciones de este tipo son sexualizadas. Casi un 80% de niños o adolescentes neuquinos y un 60% de los rionegrinos admitió chatear con desconocidos en sus redes o juegos online. En Neuquén, un 34% recibió allí “propuestas de noviazgo”, al igual que un 24% en Río Negro. Un 35% y 25% respectivamente, recibió solicitudes de fotos o videos de desnudez. Al mismo tiempo sólo un 25% tiene noción del peligro de ser víctimas de grooming.
Según varios analistas, con la reforma penal de 2018 nuestro país cuenta con legislación suficiente para castigar tanto la difusión de imágenes de abuso infantil como el grooming y tiene una red de actuación 24/7, pero está retrasado en materia tecnológica y en formación de investigadores especializados.
Más allá de esto, se requiere tanto desde el Estado como en las familias, de una educación digital continua de adultos, niños y adolescentes para dialogar y saber cómo usar en forma segura las herramientas tecnológicas, prevenir situaciones y conductas de riesgo y definir cómo defenderse ante una situación comprometida o delictual.
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