El silencio petrolero
Hace apenas una semana cerraba sus puertas, dejando atrás el tumulto, la búsqueda de oportunidades, los empujones por figurar y los interminables cocktails, la más grande exposición petrolera que haya visto Neuquén. Pero la edición 2024 de la Oil And Gas Patagonia que organiza la propia industria, a través del IAPG, dejó en evidencia silencios ya difíciles de ocultar y que el sector intenta disimular con algo de entretenimiento, anunciando y reanunciando obras que prometen un futuro inmejorable para el país, pero que parecen alcanzarse con la misma efectividad que el burro a la zanahoria.
El desplante del gobierno Nacional, que en el estilo oficial encarna el propio Javier Milei, resonó con el doble de fuerza por la visita previa -una suerte de paralelismo al evento original- que realizó Victoria Villarruel a Neuquén, una vicepresidenta con agenda propia y bastante tiempo libre para intentar tejer alianzas que le den soporte a sus expectativas personales. Como las diferencias ya son irreconciliables y los pedidos, a escondidas, del Gobierno para que los jefes provinciales que reciban la jefa del Senado no le den honores, una especie de mancha venenosa, la industria petrolera obedeció y no hizo olas con Villarruel y hasta la sacó de la foto inaugural.
Como ocurre con algunos espacios políticos, la voluntad de ser condescendientes con el gobierno de Milei es tal que, pese a no tener las definiciones esperadas, siguen alineados y callando las necesidades para no caer en desgracia. Nadie en la industria petrolera alza la voz para señalar que a casi un año de gestión todo está bastante igual.
Tan igual que los máximos representantes de las provincias productoras del agro, como Martín Llaryora (Córdoba) y Maximiliano Pullaro (Santa Fe), pasaron por la muestra acompañando a las empresas pyme de sus provincias que empiezan a buscar nuevos horizontes ante economías que comienzan a estancarse. Y también, claro, lo hacen con cierto disimulo.
Seguramente la actualización de los precios de los combustibles le dio algo de aire a las cajas de la industria petrolera. Pero en términos reales no es más que un alivio de cabotaje para un megaproyecto, como Vaca Muerta, que necesita escala mundial.
El desplante de Petronas a YPF para avanzar en el primer gran salto de escala que es la planta de GNL en Río Negro o, recientemente, la salida del país de un gigante norteamericano del petróleo como es Exxon, que vendió sus campos a la firma de capitales nacionales Pluspetrol, son parte de la misma señal de la que pocos hablan.
Porque pese a las comodidades del RIGI, que vino a limar las asperezas con el capital internacional y para dejar atrás las épocas de gobiernos intervencionistas, la cuenta de inversiones no se mueve. Es probable que los indicadores positivos que acumula Milei -se espera una inflación por debajo del 3% para el dato de octubre- no sean de impacto para este sector.
Los datos de productividad están a tope. No hay más capacidad real de seguir sacando gas o petróleo porque los ductos no dan abasto, algo que no cambió demasiado respecto del último par de años. Ante esto, las obras que están en marcha no son más que las que se habían anunciado en la hiper politizada edición 2023 de la muestra y que, con algunos avances, siguen reanunciándose.
A tal punto, que el CEO de YPF, la principal compañía del sector, Horacio Marín, intentó darle relevancia a la exposición con un anuncio top: la segunda etapa del oleoducto que conectará Vaca Muerta con Punta Colorada, en Sierra Grande, para la exportación de crudo desde el Golfo San Matías, se pondrá en marcha en enero de 2025. Todos los medios corrieron a contar la primicia. Sin embargo, el propio Marín en septiembre había fechado el mismo trabajo para mediados de noviembre 2024.
Marín, seguramente el directivo más importante de la industria, ocupa su tiempo con mucha agenda pública y política, más que cualquiera de sus antecesores en YPF. Entre firma de convenios para becas, financiamiento para rutas y discursos en almuerzos y cenas de trabajo, lleva a todos lados una narrativa sin quejas, que sigue esperando hechos de Nación.
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