Lobby patagónico

El vínculo entre Nación y las provincias tuvo una semana ejemplificadora en cuanto a dinámicas de relacionamiento. Nunca fue más explícito el aceitado -y aceptado- modelo de “látigo y billetera”.

El método, que fue cultivado a lo largo de décadas, supone un Estado nacional cada vez más centralista y regiones del interior cada vez más dependientes y empobrecidas. La frase del presidente Javier Milei, pese a su crudeza, no hace más que confirmar esa concepción: “Los voy a dejar sin un peso, los voy a fundir”.

Tampoco es una novedad el juego de las provincias. Más allá de lo que se discute, la Ley Ómnibus -con todas sus complejidades-, lo que queda expuesto es la debilidad legislativa y territorial del Gobierno nacional. Tiene apenas un puñado de legisladores y ningún gobernador. La misma ciudadanía que lo eligió a él, también eligió otros gobernantes para su provincia.

Para cualquier otro gobernante, incluso su admirado Carlos Menem, hubiese sido muy sencillo conseguir adhesiones en un mapa político donde los dos grandes agrupamientos políticos tienen severos problemas de conducción y donde la mayoría de las provincias arrastran serias dificultades económicas. Pero seguramente sería más con la “billetera” que con el “látigo”, tal como vociferó el mandatario.

La resultante del proceso legislativo, que intentó domar con bastante impericia el oficialismo, deja datos que reflejan que el sistema político argentino está lejos del recambio que votó la mayoría en el balotaje de noviembre pasado.

Ya se ha escrito en las páginas de este medio sobre el indecente trámite que recibió el dictamen de mayoría, pero resulta interesante detenerse en las exposiciones legislativas y las negociaciones con los gobernadores, que terminaron por asestarle un duro golpe al Gobierno, quien debió quitar el capítulo fiscal de la ley; considerado central para Milei y el ministro Luis Caputo.

En nuestro país el lobby tiene mala prensa. Es entendido como un conjunto de estrategias de presión en favor de ciertos intereses. Es conocido el cabildeo en Estados Unidos que permite a grupos, generalmente empresas, que se acerquen a los legisladores por el tratamiento de algún tema particular. Tiene límites y reglas.

Durante el debate legislativo en el plenario en el Congreso quedó claro. Sin importar el partido político y su lineamiento ideológico, el principal punto que trabó el paquete fiscal, y que llevó a dejar 34 de las 55 firmas en disidencia, fue la suba de retenciones al campo, sobre todo los granos y subproductos de la soja. También los gobernadores del centro del país, sin ser del mismo espacio, argumentaron en contra de la medida. Una reacción que además tiene, como se sabe, apoyo popular.

Entonces, ¿qué pasó en la Patagonia? Hasta donde se conoce el proyecto mantiene la posibilidad de aumentar las retenciones a la exportación de hidrocarburos y, lo central, la quita del concepto de “zona fría” para el gas domiciliario, lo que traería facturas exageradas durante los meses más fríos.

Por iniciativa del neuquino Rolando Figueroa se avanzó en una suerte de relanzamiento de la Liga Patagónica, que tuvo en su inicio la ausencia del santacruceño Claudio Vidal. Sin embargo, en las últimas horas no pareció existir unidad de acción. Mientras Alberto Weretilneck salió a contestar duramente las amenazas de Nación, su par de Neuquén eligió un acto institucional y un gesto más moderado.

La Patagonia es la región más rica en recursos naturales y la principal productora de energía del país, a tal punto que la bibliografía de hace décadas llegó a usar la comparación, para medir su potencial, con el poderoso Estado de California, que pasó de ser casi un desierto a uno de los Estados más ricos por su abundante producción energética y los bajos precios que podría ofrecer para el desarrollo local.

Las causas de porqué el lobby patagónico que no logra desarrollarse pueden ser muchas. Su baja densidad poblacional que repercute en el número legislativo, las deficientes administraciones que no lograron desarrollar un modelo conjunto y la extranjerización de sus tierras y empresas, como muestra el mapa de Vaca Muerta, quizás sean algunos de ellos. También existe una cuestión de identidad que parece no resolverse enredada en los viejos debates del origen de sus poblaciones.


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