Ecuador: migrar es un derecho
No aprender de la historia es un mensaje que se ajusta muy bien a lo que ha sucedido en las últimas dos semanas durante la campaña presidencial de Ecuador con el tema de la migración venezolana.
El primer escenario se presentó el 29 de marzo, cuando por redes sociales comenzaron a rodar unas fotografías donde se veían a supuestos migrantes y refugiados venezolanos en Ecuador portando carteles donde invitaban a los ecuatorianos a “votar bien” con mensajes que hacían referencia a la crisis humanitaria de Venezuela.
Y con la viralidad de ese mensaje, al día siguiente, tanto desde la campaña de Guillermo Lasso, como desde la de Andrés Arauz, (los dos candidatos que se disputarán el próximo 11 de abril su llegada al palacio de Carondelet) se libraron de responsabilidad sobre una táctica política que pretendió instrumentalizar a las personas migrantes para obtener votos. Pero señalando al contrincante como posible culpable.
Migrar es un derecho humano, así lo establece la Organización de Naciones Unidas en su Pacto Mundial sobre la Migración, y con base en eso, no debería ser usado como una herramienta política. Algo que no se ha cumplido a cabalidad en Ecuador, a pesar de ser firmantes de dicho documento.
El segundo escenario se dio en abril de 2017, cuando el actual presidente de Ecuador, Lenín Moreno, se enfrentaba por la silla presidencial a Guillermo Lasso. El ministro de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana de ese entonces, Guillaume Long, declaró: “Ecuador no es Venezuela”, ante los cuestionamientos de parte de Lasso de que Ecuador fuera tan cercano con el gobierno venezolano. Moreno ganó la presidencia, y el uso del fantasma de Venezuela para campañas presidenciales quedó engavetado.
¿Cuál ha sido la relevancia que le ha dado el gobierno ecuatoriano a la migración venezolana, más allá de usarla como chivo expiatorio en objetivos políticos? Ecuador no solo es el cuarto país del mundo que más personas migrantes y refugiadas venezolanas ha recibido, sino también uno de los que más opacos ha sido en el tema de su regularización.
A pesar de que, en julio de 2019, el presidente Moreno firmó el decreto 826 donde se brindó una Visa de Excepción por Razones Humanitarias (Verhu) para venezolanos, con solo pagar 50 dólares, presentar pasaporte vencido o vigente, confirmar que entraron al país antes del 26 de julio de 2019 y por un punto regular de migración, y presentar una certificación de antecedentes penales, de los 443,705 venezolanos que hay en Ecuador, solo 202,489 estaban regularizados al 20 de agosto de 2020. Es decir, aproximadamente 45% está en el país de manera regular.
Todo esto contrasta con los avances que han hecho Colombia y Perú para regularizar a las y los venezolanos que están en sus respectivos territorios.
Si nos apegamos a los datos, al pragmatismo, y hacemos comparaciones (por muy odiosas que sean), el uso de la migración venezolana en el campo político de Ecuador no ha dejado resultados efectivos. Lo único que ha logrado es que, en el momento más vulnerable de la vida de estas personas, sean forzadas a convertirse en parte del juego político de un país ajeno, aumentando así las narrativas discriminatorias hacia esta población.
* Periodista venezolano especializado en temas migratorios. Extracto. The Washington Post
No aprender de la historia es un mensaje que se ajusta muy bien a lo que ha sucedido en las últimas dos semanas durante la campaña presidencial de Ecuador con el tema de la migración venezolana.
El primer escenario se presentó el 29 de marzo, cuando por redes sociales comenzaron a rodar unas fotografías donde se veían a supuestos migrantes y refugiados venezolanos en Ecuador portando carteles donde invitaban a los ecuatorianos a “votar bien” con mensajes que hacían referencia a la crisis humanitaria de Venezuela.
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