Vaca Muerta ante una inmensa oportunidad: el impacto energético de la IA y las criptomonedas
El horizonte de revolución tecnológica que trae la inteligencia artificial y el mundo cripto podría generar, vía términos de intercambio, un excedente de dólares para la economía argentina jamás imaginado desde finales del siglo XIX. Un súper ciclo que ya comenzó y del que seremos parte gracias a la cuenca neuquina.
En los últimos días, Elon Musk advirtió que el crecimiento exponencial de la inteligencia artificial (IA) y su creciente necesidad de capacidad de cómputo podrían llevar a un estrangulamiento de la oferta energética global. Esta afirmación, que en un principio puede parecer exagerada, cobra sentido cuando analizamos la dinámica actual del consumo energético vinculado a la computación y su proyección a diez años. Sin embargo, la IA no es el único motor de esta transformación: la industria de las criptomonedas, con Bitcoin y Ethereum a la cabeza, también está impulsando una demanda de cómputo sin precedentes.
La principal fuente de energía global sigue siendo el carbón y los hidrocarburos, los cuales representan aproximadamente el 80 % del suministro total de energía primaria. Si proyectamos el crecimiento de la capacidad de cómputo impulsada por IA y criptomonedas en la próxima década, y considerando la eficiencia media del hardware actual, se estima que el consumo energético derivado de estos sectores podría multiplicarse por diez. Para dimensionar este impacto, es necesario establecer un marco de referencia.
El impacto energético de la IA y las criptomonedas
Actualmente, los centros de datos representan alrededor del 2% del consumo eléctrico mundial, con tendencia creciente. En el caso de los modelos de IA de gran escala, el consumo energético de cada unidad de cómputo (como una GPU de última generación) se sitúa en torno a los 0.7-1.5 kWh por hora de uso intensivo. Paralelamente, la minería de Bitcoin y Ethereum también exige una enorme capacidad computacional, con una tasa de consumo energético global estimada en 150 TWh anuales, lo que equivale al consumo de países como Argentina o los Países Bajos. Con la evolución esperada en el entrenamiento y despliegue de modelos más sofisticados de IA y el crecimiento del ecosistema cripto, el consumo eléctrico podría dispararse a niveles sin precedentes.
Proyectando el crecimiento de esta demanda de cómputo en escenarios de corto y mediano plazo, se observa una clara tendencia exponencial. Donde en un escenario levemente optimista, en los próximos tres años, la demanda de capacidad de cómputo se multiplicaría por tres, con un aumento del consumo eléctrico de aproximadamente 300 TWh adicionales. A cinco años, la demanda podría quintuplicarse, generando una necesidad de energía cercana a 500-600 TWh adicionales. Y, por último, en diez años, el consumo podría superar los 1.5 PWh anuales, representando una fracción significativa del consumo eléctrico global actual.
Con la evolución esperada en el entrenamiento y despliegue de modelos más sofisticados de IA y el crecimiento del ecosistema cripto, el consumo eléctrico podría dispararse a niveles sin precedentes.
Dado que la mayor parte de la electricidad mundial aún se genera mediante la quema de hidrocarburos, este aumento de la demanda energética se traducirá en una mayor presión sobre los mercados de petróleo y gas. Actualmente, el mundo consume aproximadamente 100 millones de barriles de petróleo diarios, cifra relativamente estable en los últimos años. Sin embargo, la irrupción de la IA y las criptomonedas como demandantes intensivos de energía podrían alterar ese equilibrio.
Si consideramos que una parte significativa de la generación eléctrica adicional provendrá de combustibles fósiles, y que la eficiencia de conversión de energía primaria a electricidad ronda el 40%, se necesitaría un aumento sustancial en la producción de petróleo y gas para abastecer esta demanda. A modo de estimación, para sostener la expansión de la IA y la minería cripto en los próximos años, la demanda de energía medida en barriles equivalentes de petróleo (boe) podría incrementarse en los próximos 5 años, entre 6 y 8 millones de barriles diarios adicionales. Y en 10 años, más de 10 millones de barriles diarios adicionales, lo que rompería completamente el equilibrio actual de oferta y demanda en el mercado energético global. Desde ya estas estimaciones de escenario de demanda optimista se observarían si la participación de los hidrocarburos en la matriz primaria no se moviera, lo cual podría estar desafiado principalmente por la energía nuclear.
Vaca Muerta y una gran oportunidad
El impacto de esta disrupción energética no se limitaría únicamente a los precios del barril de petróleo y del BTU de gas, sino que también reconfiguraría los flujos de inversión y comercio global. En este contexto, regiones con vastos recursos hidrocarburíferos y proyectos de expansión en curso, como Vaca Muerta en Argentina, podrían posicionarse como actores clave en la nueva dinámica energética mundial.
Argentina, con su enorme potencial en shale oil y shale gas, se encuentra en una posición estratégica para capitalizar esta tendencia. Actualmente, Vaca Muerta ya está experimentando una fuerte expansión, con múltiples proyectos en desarrollo que podrían elevar significativamente la producción en los próximos años. Según las estimaciones basadas en los proyectos anunciados, en cinco años, la producción podría superar los 500,000 barriles diarios adicionales, con exportaciones incrementales de 25.000 millones de dólares anuales. Con ello, Argentina rompería la tan soñada barrera del millón de barriles diarios. Y en 10 años, Argentina podría agregar más de un millón de barriles diarios a la oferta global, generando un superávit comercial energético superior a los 50.000 millones de dólares anuales.
En cuanto al gas, la infraestructura de transporte y licuefacción en desarrollo permitiría a Argentina convertirse en un exportador clave de GNL, con una capacidad estimada de entre 40 y 60 millones de metros cúbicos diarios adicionales en los próximos 10 años.
El auge de la IA y las criptomonedas, lejos de ser un fenómeno meramente tecnológico, está configurando nuevas realidades en los mercados energéticos globales. Para países con recursos estratégicos como Argentina, esta transformación representa una oportunidad histórica. La clave estará en adoptar políticas que fomenten la inversión en infraestructura, aseguren la estabilidad regulatoria y permitan maximizar los beneficios de un ciclo energético en plena reconfiguración. El mundo se encamina hacia una nueva era de crecimiento impulsado por la computación avanzada; Argentina tiene la oportunidad de convertirse en uno de sus grandes beneficiarios.
El horizonte de revolución tecnológica que trae la Inteligencia Artificial y el mundo cripto brinda a los términos de intercambio de Argentina una oportunidad única de excedente de dólares para su economía jamás imaginado desde finales del Siglo XIX. El súper ciclo energético que observamos ya comenzó, y por suerte, gracias a Vaca Muerta seremos parte de él.
(*) Director de Abeceb.
En los últimos días, Elon Musk advirtió que el crecimiento exponencial de la inteligencia artificial (IA) y su creciente necesidad de capacidad de cómputo podrían llevar a un estrangulamiento de la oferta energética global. Esta afirmación, que en un principio puede parecer exagerada, cobra sentido cuando analizamos la dinámica actual del consumo energético vinculado a la computación y su proyección a diez años. Sin embargo, la IA no es el único motor de esta transformación: la industria de las criptomonedas, con Bitcoin y Ethereum a la cabeza, también está impulsando una demanda de cómputo sin precedentes.
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