Salarios: en Neuquén las mujeres ganan 33,1% menos que los varones
La cifra publicada por el Indec supera la brecha nacional del 26,2%. Corresponde al tercer trimestre de 2023, previo a las devaluaciones y al plan de ajuste.
Si bien el presidente de la Nación, Javier Milei, ha perseverado en la idea de negar la brecha salarial de género, el Indec aún sigue publicando los datos oficiales que confirman su existencia. Durante el tercer trimestre de 2023, las mujeres en Argentina ganaron 26,2% menos que los varones. En Neuquén, la distancia fue mayor: 33,1%.
La desigualdad en la provincia se ha ensanchado: en el mismo período, pero de 2022, la diferencia salarial era del 20,7%.
La brecha muestra cuán lejos están los ingresos de las mujeres y los varones (las referencias son binarias, no se miden otras identidades sexo-genéricas).
Hace cinco meses -prácticamente otro país, previo a las devaluaciones y al plan de ajuste libertario- el ingreso medio de las mujeres en Neuquén era de $202.926 y el de los varones de $303.459.
En la vecina provincia de Río Negro la brecha fue más corta: 19,8%. Eso sí, los sueldos significativamente menores: $161.418 versus $201.346.
Hay una serie de razones que explican estos números. La primera es que la participación de las mujeres es menor en el mundo laboral, y cuando efectivamente se insertan, lo hacen en sectores de la economía cuyos ingresos son inferiores o en roles no jerarquizados.
La labor feminizada por excelencia en el país es la que realizan las empleadas de casas particulares (lo que se conoce comúnmente como empleo doméstico). Le sigue la enseñanza y los servicios sociales y de salud.
En el caso, por ejemplo, de la industria hidrocarburífera que es la que paga sueldos más altos en la provincia, la participación de las mujeres es mínima: en 2022 llegó a 9,7%.
«Los trabajos que realizamos las mujeres son los que más precariedad presentan en términos de condiciones laborales. Estamos en aquellas ramas de actividad peores pagas y menos registradas», afirmó Mariana Rulli, doctora en Ciencias Sociales, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Río Negro.
Justamente la informalidad es otro aspecto central porque condiciona el futuro: el 83% de las jubiladas neuquinas de Anses lograron hacerlo por moratoria, ya que no reunían los años de aporte.
Este informe de Indec aporta un dato muy valioso. Al tercer trimestre de 2023 la brecha entre asalariados registrados y no registrados era escandalosa en Neuquén: 68,3%. Esto quiere decir que el ingreso medio de un trabajador sin aportes jubilatorios era de $98.281 frente a $310.481 de uno con aportes. Aquí no hay una segregación del indicador por género.
Si bien esta foto de la economía es reciente pero no actual, y posiblemente leída como parte de la herencia de los gobiernos de Fernández y Gutiérrez, la depreciación salarial y presión inflacionaria le tocará gestionarla al tándem Milei-Figueroa. Hoy trabajadores de Estadística y Censos compartirán datos sobre la Canasta de Consumos Mínimos y las Canastas de Pobreza e Indigencia, además de reclamar por mejoras laborales.
Primero, cuidar
La razón históricamente soslayada en estos análisis ha sido el tiempo que dedican las mujeres a las tareas domésticas, de cuidado y crianza. Este es el verdadero nudo. Esas tareas no remuneradas genera que muchas no puedan sumarse a trabajos de tiempo completo y si quieren obtener algún tipo de ingreso, por más magro que sea, lo hagan sin ningún tipo de cobertura.
La Encuesta Nacional de Uso del Tiempo 2021 de Indec indica que 9 de cada 10 mujeres en Patagonia realiza trabajo no pago, mientras que lo hace 7 de cada 10 varones. La diferencia no solo se registra en la carga: las mujeres destinan a estas labores un promedio diario de 5:35 horas y los varones 3:28.
Para Rulli una de las consecuencias de la brecha es el endeudamiento. «Las mujeres estamos cada vez más endeudadas en el ámbito privado, en condiciones peores que los varones, porque no tenemos un recibo de sueldo», sostuvo (ver aparte).
En cuanto al escenario que se avecina, no cabe el optimismo. «Hay robusta evidencia empírica que las medidas de ajuste, austeridad y reformas estructurales llevan a indefectiblemente a un impacto obviamente de las condiciones de vida de la población en general, pero especialmente en las mujeres y en las personas LGBTIQ+», planteó.
Una de las consecuencias de la brecha: el endeudamiento
Si los ingresos son bajos, si el dinero no alcanza, la deuda aparece como una forma de subsistencia cotidiana. La Cepal y el ministerio de Economía, en la gestión anterior, presentaron un informe en el que mostraron los resultados de una encuesta realizada en octubre y noviembre de 2022, con más de 3.500 casos, y representatividad en las principales regiones del país.
Los resultados son reveladores: los hogares con responsabilidades de cuidado de niños, niñas y adolescentes encabezados por mujeres «enfrentan situaciones de elevada vulnerabilidad financiera». «El 72,6% destina el financiamiento a la compra de comida y medicamentos (el 65,9% en el caso de los encabezados por varones), 7 de cada 10 de esos hogares arrastra atrasos en los pagos de deudas o de servicios, 4 de cada 10 tiene atrasos en ambos, y casi la mitad destina todos sus ingresos para hacer frente a sus deudas, o sostiene que sus ingresos le resultan insuficientes para afrontarlas (el 46,2% de los hogares encabezados por mujeres respecto al 38,3% de los encabezados por varones)», indicó el informe.
«Los varones en general se endeudan en el sistema formal, es decir se endeudan con el banco Patagonia, o Galicia. Las mujeres se endeudan con instituciones de crédito mucho más informales, en los «credifáciles» que andan dando vueltas. No acceden porque no tienen recibos de sueldo y terminan endeudándose en esas instituciones, que además cobran muchísimo más interés y están mucho más desprotegidas frente a eso», remarcó Mariana Rulli, doctora en Ciencias Sociales, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Río Negro, que coordinó junto a Juan Pablo Bohoslavsky el libro «Deuda feminista «¿utopía u oxímoron?».
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