«Quién se queda con la bomba en la mano»: el detrás de escena del canje de deuda en pesos
ANÁLISIS │ El gobierno acude a un nuevo canje de deuda en moneda local a fin de ganar aire financiero durante el año electoral. Lejos de abordar las soluciones de fondo el debate político solo se enfoca en asignar culpas y trasladar responsabilidades a la vereda de enfrente.
«Despejar las exigencias financieras del período 2020-23, y que el mandatario que gane en las próximas elecciones pueda desplegar sus políticas económicas y sociales sin excesivos condicionantes financieros”. Tales fueron los argumentos del ex ministro de economía Hernán Lacunza cuando el 27 de agosto de 2019 anunció el «reperfilamiento» de la deuda en pesos.
La gestión Macri acababa de ser vapuleada por el kirchnerismo en las PASO y el dólar había saltado 35% en las tres jornadas siguientes al día de las elecciones. El entonces conductor de la economía nacional advertía que sería complejo cumplir con los compromisos de deuda en pesos, y decidió «primerear» los vencimientos, acudiendo a un canje «voluntario» por instrumentos con vencimiento a mediano plazo.
Eufemismos. Sustantivos entrincados que los especialistas utilizan, especialmente cuando ocupan una silla en la gestión económica, para referir a aquellas medidas antipáticas a las que cuesta llamar por su verdadero nombre. Sinónimos de una realidad estructural compleja: pagar es cada vez más difícil y hace falta patear hacia adelante los vencimientos.
Es exactamente lo que acaba de anunciar en la tarde de ayer el actual ministro de economía Sergio Massa. Luego de un extenso diálogo con bancos nacionales y extranjeros, el gobierno lanzó un canje voluntario de deuda en pesos, extendiendo los vencimientos hasta 2025 y despejando el horizonte financiero de corto plazo hasta luego de las elecciones presidenciales.
El punto en cuestión a la hora del debate político es bastante más superfluo de lo que suponen las declaraciones y comunicados grandilocuentes de los protagonistas a ambos lados de la grieta.
La operación de canje tendrá lugar este jueves 9 de marzo y alcanza a $7,5 billones en instrumentos cortos que vencían en marzo, abril, mayo y junio. A cambio se ofrecerá a los tenedores dos nuevas canastas de instrumentos. La primera compuesta por Bonos CER con vencimiento en abril de 2024, octubre de 2024 y febrero de 2025. La segunda conformada por un Bono Dual que vence en febrero de 2024, octubre de 2024 y febrero de 2025. El éxito estaría asegurado: el objetivo es una adhesión del 45% y más del 50% de los bonos a canjear está en manos del propio estado argentino.
Según la comunicación oficial del Ministerio de Economía «el objetivo de esta operación de conversión, a diferencia de las anteriores, es extender el perfil de vencimientos cortos al tramo medio/largo de la curva, reduciendo la incertidumbre y volatilidad de mercado y mejorando las condiciones de previsibilidad del financiamiento del Tesoro».
En efecto, desde que Martín Guzmán estaba a cargo de la conducción económica, la estrategia de la gestión de Alberto Fernández fue acudir al «roll over» mensual de los vencimientos en pesos, a fin de fin obtener en el mercado doméstico el financiamiento que el estado argentino tiene vedado en los mercados internacionales y voluntarios de deuda. A ello precisamente se refirió Massa durante el anuncio.
«Ya tuvimos algún momento un reperfilamiento de la deuda en pesos, vimos la frustración, el dolor y el fracaso que significó para la Argentina»
Ministro de Economía, Sergio Massa
«El dato más relevante de esta licitación que se pone en marcha es que rompe esa idea de que Argentina tiene todas las semanas a la puerta un reperfilamiento de deuda», indicó el ministro. «Ya tuvimos algún momento un reperfilamiento de la deuda en pesos, vimos la frustración, el dolor y el fracaso que significó para la Argentina y entendemos que tener un perfil de deuda ordenada, previsible, es para el sistema financiero fundamental para el Estados fundamental y para el ahorrista y el ciudadano una tranquilidad enorme», agregó.
Fue el pasaje político del anuncio de Massa. Un tiro por elevación a la oposición que horas antes había puesto el grito en el cielo por el endeudamiento durante la gestión de Alberto Fernández y señalando que la medida era una forma de trasladar el problema al próximo gobierno. “Los bloques legislativos de Juntos por el Cambio advertimos sobre los graves riesgos que implica el canje de deuda que prepara el Ministerio de Economía”, inicia el comunicado que luego agrega «el Gobierno Nacional no hace más que especular con dejar una bomba de tiempo al próximo Gobierno”.
El comunicado lleva la rúbrica de la «mesa nacional de Juntos por el Cambio» y refiere a la «irresponsabilidad» de la actual gestión en el manejo de la deuda y prácticamente da por hecho que será Juntos por el Cambio el que gobierne desde diciembre de 2023.
«Durante el gobierno de Alberto Fernández, el endeudamiento tuvo un aumento récord: creció ya por el equivalente a u$s 83.000 millones», agrega otro pasaje del escrito. La palabra «equivalente» esconde una trampa discursiva y una maniobra de manipulación política.
Los mercados de deuda en dólares han estado cerrados durante toda la gestión de Alberto Fernández, y la deuda asumida desde 2020 está nominada en pesos. En la foto que acompaña el comunicado de Juntos por el Cambio están presentes la mayoría de los protagonistas de la gestión económica entre 2015 y 2019: la misma que endeudó al país por u$s 100.000 millones contantes y sonantes, y trajo de regreso al Fondo Monetario Internacional, que «le aportó» a la gestión Macri el crédito más grande de su historia por otros u$s 44.000 millones.
Uno de los firmantes de la misiva no es otro que Hernán Lacunza, autor del «reperfilamiento» al que Massa refirió durante la presentación del canje. Como señalando al espejo, quien a fines de 2019 fuera el ideólogo de la postergación de los pagos en pesos que trasladó los vencimientos asumidos por la gestión de Mauricio Macri al gobierno de Alberto Fernández, ahora critica que sea el ministro Sergio Massa quien adopte una medida similar.
El punto en cuestión a la hora del debate político es bastante más superfluo de lo que suponen las declaraciones y comunicados grandilocuentes de los protagonistas a ambos lados de la grieta. Lejos de discutir la forma en que podría cerrarse definitivamente el capítulo del endeudamiento y la necesidad recurrente de «refinanciar», «reestructurar» y/o «reperfilar» los vencimientos, la discusión es quien tiene la bomba de la deuda en la mano en el momento en que el reloj «llegue a cero».
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