Bariloche se pone en guardia ante un verano que asoma difícil
En vísperas de la instalación plena de la temporada turística de verano, ubicada por lo general en la semana de entre fiestas, Bariloche se apresta a tomarle el pulso a una actividad que viene de dos años con buenas cifras y que hoy enfrenta vaticinios más sombríos, referenciados en los efectos que depararán el tipo de cambio y la prolongada recesión.
Si bien la ciudad se resiste a asumir sin matices la dependencia de un “monocultivo”, lo cierto es que el turismo es por lejos su principal motor económico, con participación determinante en los ingresos tributarios y la generación de empleo.
Los analistas consultados y los empresarios de la hotelería y del comercio descuentan que Bariloche sentirá el impacto directo de la caída de competitividad frente a otros destinos que suelen atraer en verano a oleadas de argentinos, en especial las playas de Brasil y de Uruguay.
En función de experiencias anteriores, algunos evalúan que “enero igual va a ser bueno. Siempre se llena, o casi”. Pero la variable más temida es la extensión de la temporada, es decir qué niveles de ocupación se sostendrán en febrero y marzo.
Lejos parece estar la euforia que generó en la post pandemia el achatamiento de las bajas temporadas, producto de la estratégica distribución de los fines de semana largos y del programa Previaje, por el cual el gobierno nacional derramó subsidios millonarios sobre el consumo turístico.
Hoy en el sector el espíritu predominante es menos optimista y reina una cauta incertidumbre, una pulsión a abrir el paraguas, o al menos tenerlo a mano, frente al ritmo lento y errático que exhiben las reservas de alojamiento, sumado a los precios tentadores en otras geografías.
El economista y consultor Joaquín Escardó dijo que el contexto macroeconómico es claramente desfavorable porque “hoy concretamente se puso cara la Argentina”, a lo que se suman “otras variables como la quita del impuesto País, y la devaluación en Brasil”.
Opinó que el tipo de cambio apreciado y la inflación en dólares configuran un panorama donde sobran los incentivos para tomar vacaciones en el exterior, aun con viajes más largos.
Escardó dijo que Bariloche igual recibirá mucha gente en enero y va a alcanzar niveles aceptables de ocupación, pero “la temporada no se define ahí, se define en febrero y marzo”. De continuar la tendencia actual, opinó, “lo que se va a complicar mucho es el invierno, cuyo éxito depende en gran parte del turismo brasileño”.
Escardó dijo que las temporadas muy cortas resultan letales para Bariloche. Haber logrado en 2022 y 2023 una afluencia más pareja resultó muy positivo y se notará el contraste, tanto en el empleo como en la inversión. “Para andar bien la ciudad necesita 300 buenos días de turismo al año, no 30”, refirió.
Realismo en los precios de Bariloche
El presidente de la Cámara de Turismo local, Néstor Denoya, prefiere ser prudente. Quiere transitar los primeros días de enero antes de arriesgar una evaluación más afinada sobre la temporada. Señaló que el freno en la actividad ya se notó a lo largo del año, con “bajas” muy marcadas. “De marzo a julio fue tremendo”, aseguró.
Denoya dijo que cuando la ciudad atrae menos pasajeros se nota la falta de tracción en toda la economía. Explicó que “hay menos construcción, menos empleo. Aunque no haya despidos el impacto está, nadie toma más gente, como pasa en los años buenos”. Subrayó sin embargo que el empresariado se adaptó con realismo a los nuevos vientos y “acomodó mucho los precios”.
El presidente de la Federación de Entidades Empresarias de Bariloche, Leonardo Marcasciano, confirmó que en los comercios de todos los rubros en general también hay “nuevas estrategias” desplegadas o en plena gestación para afrontar el déficit de ingresos que depara el turismo. Dijo que “sin ninguna duda”, la caída en el número de visitantes causa efectos “proporcionales” en toda la cadena.
“Una economía recesiva tiene estas cosas, cae el consumo, no hay reservas en niveles importantes, aunque siempre puede pasar que la gente se define sobre la hora. Bariloche tiene un atractivo natural que es a prueba de todo, y también precios para todos los bolsillos”, dijo Marcasciano.
Señaló que en el nuevo escenario hay también factores a favor como el dólar quieto y el control de la inflación. Refirió que el año pasado “a lo mejor no existía esta crisis generalizada, pero con los saltos de precios no podías reponer mercadería. Hoy los problemas son otros”. Según el dirigente, por ahora no hay caídas marcadas de actividad, de las que se traducen en cierres masivos de comercios. “Las altas y bajas se han mantenido estables”, afirmó.
La competitividad como termómetro de lo que pasa en Bariloche
Sebastián Di Nardo es especialista en economía y turismo, docente en la UNRN y también exdirector del Emprotur. Opinó que sin dudas, y a pesar de los esfuerzos por equiparar, Bariloche enfrenta “un panorama complejo” porque frente a los destinos extranjeros está objetivamente cara.
Dijo que la explosión de demanda que se vio después de la pandemia, con semanas de ocupación al 100%, especialmente en hoteles, cabañas, e incluso en alojamientos informales, “esta vez no va a ocurrir”.
Di Nardo dijo que “si bien no hay datos disponibles sobre el factor multiplicador que tiene el turismo en Bariloche y qué porcentaje representa del producto”, es cierto que con una temporada magra “toda la rueda se frena” y el consumo de los propios barilochenses se resiente. “Es menos supermercado, menos salidas, se nota en todos lados”, refirió.
Consideró de todos modos que “está un poco idealizado el turista extranjero”, que nunca superó el 30% del total, y dijo que la ciudad cuenta con otros recursos. Observó que “quien venía con dólares y se lo veía gastar mucho en restoranes, en chocolate, bueno, eso eso difícilmente ocurra. El que venga va a medir sus gastos igual o más que el turista nacional”.
Consideró que la competitividad en relación con otros destinos es una variable para analizar momento a momento. Pero aceptó que no hay buena perspectiva, porque después de varios años de viento a favor, “las nuevas generaciones descubren los países limítrofes, encuentran atractivos y no los conocían”. Eso le quitará público a Bariloche.
Igual Di Nardo recordó que la ciudad atravesó exámenes peores y se mantuvo en carrera. “Los argentinos y los barilochenses en particular somos resilientes y muy creativos -reflexionó-. Vamos a seguir de pie, vamos a estar vivos. Pasamos una pandemia, un volcán. Es posible que se resienta el transportista, el hotelero, que viene de dos años de bonanza y ahora le va a costar pagar los sueldos, cargas sociales, tal vez se endeude. Pero el empresariado de Bariloche tiene capacidad de innovación y de riesgo. Restoranes con listas de espera tal vez no va a haber, tendrán más mesas vacías. Pero todo se va a acomodar”.
La aparición del crédito y sus efectos en el consumo
Si bien existen planes en marcha para desarrollar un polo industrial tecnológico y “ampliar la matriz productiva”, Bariloche es todavía una sociedad atravesada por complejidades que remiten antes o después al éxito de las temporadas turísticas.
Las cifras de visitantes recibidos por la ciudad (que en 2023 superó por primera vez la barrera del millón de arribos) se reflejan en el empleo y en la fluidez del consumo interno.
Los indicios parecen concordar en que esta vez no caerá ningún récord. La merma de turistas “se va a sentir en la calle ya en enero”, dijo Escardó. Aunque advirtió que ese mes no va a tener malos números en general y la suerte de la temporada se jugará a partir de febrero.
“Se va a ver menos ocupación en hoteles y cabañas. La gente va a tener trabajo, pero menos días, menos horas extra, menos propinas, menos ingreso en definitiva. En consecuencia menos consumo”, anticipó.
No obstante, el economista dijo que la recesión hasta ahora se sintió menos de lo esperado “por la recuperación del crédito”. Señaló que a nivel país la economía empezó a crecer en el último trimestre: “el consumo aparece, pero es por otro lado, por el acceso al crédito, por el ingreso de capitales. No por mejora de los sueldos”.
Marcasciano también subrayó que “resurge el crédito y es muy importante”, en especial para la competencia con los viajes de compras a Chile, que jaquean al comercio local. Conseguir cuotas sin interés en Bariloche y en la región termina por desalentar en parte esos tours, que por la diferencia de precios se tornaron muy tentadores, aseguró el empresario.
La eventualidad de una crisis general de ingresos en la población también tiene en alerta al municipio, que vigila los niveles de empleo y la demanda de planes sociales.
El secretario de Capital Humano, Fabián Zúñiga, dijo que hoy tienen “en la calle” planes de asistencia alimentaria con tarjeta y también con módulos y que previeron en el presupuesto 2025 “un aumento del 35 al 40%” de esos recursos para ampliar las asignaciones y el número de beneficiarios, si la economía turística se resiente y genera presión sobre el municipio.
“La capacidad está, si crece la demanda tenemos ya el mecanismo para hacer los cruces con Anses y saber bien cómo y a quién asistir”, sostuvo el funcionario.
Sindicato gastronómico de Bariloche: “No es para tanto”
Los pronósticos que hablan de una temporada turística complicada por la situación general de la económica no convencen a los referentes de la Unión de Trabajadores Hotelero Gastronómicos, quienes perciben en las quejas anticipadas un intento de los empresarios por obtener beneficios extra, como en otros períodos de crisis.
El asesor del sindicato gastronómico en Bariloche Ovidio Zúñiga dijo que no hay señales de alarma a nivel empleo y que “todos los trabajadores temporarios fueron convocados con normalidad”. Destacó que la temporada de turismo estudiantil, que es un puntal clave entre julio y diciembre, no fue mala de ningún modo y que la presunción de que el verano deparará fuertes caídas “no es para tanto”.
Zúñiga recordó que cuando tuvieron malos años como en la erupción del volcán (2011) y luego con la pandemia (2020 y 2021), las empresas turísticas recibieron ayudas millonarias del Estado, vía exenciones y aportes directos para el pago de sueldos.
Interpretó que hoy podrían aspirar a lo mismo, a pesar de que el gobierno nacional no es propenso a ese tipo de programas. Dijo que los trabajadores en aquellos casos también aportaron lo suyo al aceptar salarios congelados o negociaciones a la baja, pero que en este caso “las condiciones son muy distintas” y no estaría justificado. “Vienen de trabajar muy bien, con grandes márgenes de ganancia. Para ellos menos del 20% les parece que ya es poco, algo que no se ve en otras actividades -argumentó-. El turismo y la gastronomía están muy bien. No hay razones para pensar que eso cambie”.
En vísperas de la instalación plena de la temporada turística de verano, ubicada por lo general en la semana de entre fiestas, Bariloche se apresta a tomarle el pulso a una actividad que viene de dos años con buenas cifras y que hoy enfrenta vaticinios más sombríos, referenciados en los efectos que depararán el tipo de cambio y la prolongada recesión.
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