Análisis | Mundo del revés: Javier Milei el más intervencionista, Cristina Fernández la más liberal

Con un texto titulado "Es la economía bimonetaria, estúpido", la expresidenta reapareció en escena. Ironía dedicada al presidente, análisis de la restricción externa y mensaje para el peronismo.

Sorpresas que ofrece la convulsionada dinámica de la política y la economía en Argentina, la praxis revela que los extremos suelen tocarse más temprano que tarde, y que las posturas ideológicas irreductibles suelen ser flexibles y moldeables, más de lo que algún distraído imagina. Habló Cristina Fernández, y lo hizo con un texto que deja mucho para interpretar.

La reaparición pública de la ex presidenta pone de manifiesto un movimiento que tiene lugar de forma casi imperceptible, pero que sucede desde hace tiempo: los límites conceptuales del peronismo comienzan lentamente a abandonar el progresismo de «la década ganada» y a abrazar los principios del capitalismo de mercado del Siglo XXI.

Con extenso texto titulado «Es la economía bimonetaria, estúpido», la ex mandataria volvió al centro de la escena en la mañana del viernes, criticando las inconsistencias de la política del gobierno de Javier Milei desde el propio marco conceptual del presidente, y hasta se atrevió a esbozar una fuerte crítica al interior del peronismo, cuyo principal problema hoy es la acefalía y la anemia de voces relevantes.

El texto realiza una lectura esquemática pero certera del momento que atraviesa la economía nacional, en una interpretación del escenario que es al mismo tiempo tan lúcida como carente de auto crítica. El concepto de economía bimonetaria es verdaderamente descriptivo del corset estructural que padece la economía desde hace décadas. Llamativamente, Cristina parece no sentirse parte responsable de esa dinámica.


Restricción externa 4.0


El eufemismo «bimonetaria» que desde hace tiempo adoptó Cristina para referir a la economía nacional, no es otra cosa que la reversión de la histórica «restricción externa» que supo describir en detalle la escuela estructuralista latinoamericana, con excepcionales exponentes argentinos como Raúl Prebisch o Marcelo Diamand.

«Una economía donde la moneda que emitimos como Estado sólo es utilizada para transacciones cotidianas (y no para todas. Ej: compra de inmuebles). Para las otras dos funciones que tiene cualquier moneda, que son las de unidad de valor y de reserva o ahorro, los argentinos utilizan el dólar«, señala el texto.

La ex presidenta agrega además que «este fenómeno sucede únicamente en la Argentina. La utilización de dos monedas, de las cuales la que no emitimos es precisamente la más requerida para atesorar legal o ilegalmente» y que «esa misma moneda es, además, la única que se puede utilizar para pagar las importaciones que el país necesita para producir, generar riqueza y trabajo bien remunerado».

Más allá de los posicionamientos ideológicos, la descripción que realiza la ex presidenta es certera. El dilema central e irresuelto de la economía argentina siempre fue (y sigue siendo), la escasez de divisas.

Dato no menor, la Cristina analista es también parte del núcleo central del problema, en tanto tuvo en sus manos la administración de esa restricción por más de una década. No obstante y más allá de los posicionamientos ideológicos, la descripción es certera. El dilema central e irresuelto de la economía argentina siempre fue (y sigue siendo), la escasez de divisas.

El documento sin embargo, golpea en el centro de las dos preguntas que realmente quitan el sueño al mercado por estas horas: 1) ¿Cuándo se levanta el cepo? Cristina pone el dedo en la llaga de las dificultades del gobierno libertario para lograrlo. 2) ¿De dónde salen los dólares necesarios para solventar los vencimientos que inician en enero de 2025?


Milei, el intervencionista


El texto publicado por Cristina hace una descripción muy particular del presidente Javier Milei, quien volvió a auto proclamarse esta semana como «el máximo referente global de las ideas de la libertad». El golpe es al corazón libertario: «Curiosa paradoja de quien se cree líder amado y admirado a nivel global, pero al que nadie le presta un dólar», ironiza la ex presidenta.

Ceremonia. El anuncio de inversiones de Mercado Libre en Argentina, en clave ideológica.

La paradoja es fáctica. El universo de La Libertad Avanza celebró esta semana casi un culto ideológico durante el anuncio de una nueva planta de distribución de Mercado Libre, que implica una inversión de u$s 75 millones. La noticia podría pasar inadvertida si no es puesta en perspectiva.

La misma empresa, propiedad del confeso libertario Marcos Galperín, anunció en marzo pasado inversiones por u$s 4.000 millones en Brasil y en abril inversiones por u$s 2.400 millones en México. La traducción es obvia: la simpatía ideológica por Milei está lejos de traducirse en ingresos de divisas, y los mismos inversores que ofrecen elogios a Milei en público, luego direccionan los fondos a «populistas de izquierda» como Lula o López Obrador.

Pero quizá la crítica que más pueda doler en el reducto liberto, es la de ser catalogados como intervencionistas. «El gobierno, no sólo interviene y controla, sino que además decide tres de los cuatro precios fundamentales de la economía», señala Cristina, y lista «el precio del dólar» con el crowling peg, «el precio del dinero» con tasa de interés negativa y «el precio del trabajo» con el techo a las paritarias.

La inversión que anunció Mercado Libre en Argentina esta semana es de u$s 75 millones. En Brasil en cambio, la misma empresa invirtió u$s 4.000 y en México u$s 2.500. Los mismos inversores que ofrecen elogios a Milei en público, luego direccionan los fondos a «populistas de izquierda» como Lula o López Obrador.

Increíblemente, la ex presidenta se pliega al coro de voces que le reclama a Milei un programa económico integral. Paradójicamente, el main stream económico argento, que señala el poco apego del presidente a salir de la mirada puramente fiscalista y a mirar la economía como un todo, es en su mayoría liberal. Un guiño que Cristina termina de confirmar al final de su escrito.


Cristina, la liberal


Con el habitual estilo irónico y provocador que es parte de su marca registrada, la ex presidenta comienza a marcar la cancha puertas adentro de su propio espacio, de cara al futuro. Llamativamente, Cristina le habla al peronismo «desde afuera», como encarnando a una auditora externa que observa la coyuntura argentina desde un país escandinavo. El nivel de auto crítica es «cero».

Exhibiendo una habilidad de análisis que no logró llevar a la práctica cuando todos los resortes del poder (y especialmente los del partido Justicialista) le eran propios, la ex presidenta comprende a la perfección el giro a la derecha que ha experimentado el arco del debate público desde la irrupción de Milei.

Cristina también lee encuestas y las legislativas de 2025 ya están entre nosotros. El último relevamiento de la consultora CEOP Latam que dirige Roberto Bacman indica que pese al impacto que ha generado el ajuste en las capas medias y bajas de ingreso, el 49,6% de la población mantiene expectativas positivas respecto a la economía para el año que viene, y la imagen positiva del presidente se sostiene en el 44%.

La lista de premisas que esboza la ex presidenta es sorprendente para propios y ajenos: foco en el trabajo registrado, una renovación de la representación sindical, un Estado racional, eficiente y con cuentas equilibradas.

Es en ese marco que Cristina abandona el autorreferencial «kirchnerismo» y vuelve a hablar literalmente de «peronismo». Al hacerlo, se sumerge en las banderas históricas que supo establecer el movimiento: el trabajo, la representación sindical, el rol del Estado en la economía. Casualmente, lugares que el propio kirchnerismo dejó abandonados en su abrazo al progresismo.

En su elocuente giro discursivo, Cristina sienta las bases para una nueva etapa de peronismo liberal, acorde a una economía de mercado. La lista de premisas que esboza la ex presidenta es sorprendente para propios y ajenos: foco en el trabajo registrado, una renovación de la representación sindical, un Estado racional, eficiente y con cuentas equilibradas.

La evidencia más clara de la «carta de intención» firmada esta mañana por la ex mandataria, es la sentencia que deja atrás el garantismo estatal para afirmar una premisa básica del liberalismo económico: «el trabajo es un derecho, pero también es un deber, por lo que es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consume» afirma Cristina.

En el mundo del revés suceden cosas extraordinarias. El extremismo de Javier Milei, termina abonando el terreno para la versión más derecha del kirchnerismo. En definitiva, el propio presidente suele afirmar que todo aquel que no piensa como él, está a la izquierda. Nunca le fue más sencillo el giro liberal al peronismo, que en la era de las ideas de la libertad.


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