Milei y Caputo lograron superávits gemelos: una economía más sana y una sociedad más dañada
El saneamiento de las cuentas públicas y externas es uno de los principales objetivos del Gobierno, y los resultados de las políticas llegaron rápidamente. No obstante, tal éxito es a costa del sacrificio del grueso de la población.
En los últimos 10 días, se han difundido varias estadísticas socioeconómicas de Argentina correspondientes a enero, el primer mes de la presidencia de Javier Milei y de la gestión de Luis Caputo. La principal conclusión es que los balances están mejor, pero la gente está peor.
La buena noticia para el Gobierno es que en enero consiguió uno de sus más anhelados objetivos: hubo superávits gemelos después de mucho tiempo. Es decir, el sector público nacional registró superávit fiscal financiero, mientras que la balanza comercial y la evolución de las reservas internacionales del Banco Central indican que hubo también superávit en cuenta corriente.
El ahorro es síntoma de buena salud para una economía como la argentina. Sin embargo, corresponde indagar sobre el modo en que se consiguió tal objetivo. Las claves están en una devaluación que golpeó con dureza a las clases bajas y medias, y en un ajuste fiscal agresivo que lo está pagando mayormente la gente, a diferencia de lo prometido por Milei. Ambos factores explican además la profundización de la recesión. ¿Es que acaso el fin justifica los medios? ¿Había otro medio?
Superávits gemelos en enero: qué significa
Se dice que una economía tiene superávits gemelos cuando registra simultáneamente superávit fiscal primario y superávit comercial, o bien superávit fiscal financiero y superávit en cuenta corriente si nos ponemos más exigentes.
La diferencia entre el superávit fiscal primario y el financiero radica en que el segundo incluye en la ecuación el pago de intereses de la deuda del sector público nacional. En tanto, el superávit en cuenta corriente se distingue del comercial en que condensa los ingresos y egresos de divisas no solo por intercambio de mercancías con el resto del mundo, sino también por intercambio de servicios, por rentas y por transferencias.
¿Qué pasó en enero en Argentina? Por un lado, la Secretaría de Hacienda de Argentina, dependiente del Ministerio de Economía de la Nación, informó que en el primer mes del año el sector público nacional alcanzó un superávit fiscal primario de más de dos billones de pesos, lo que posibilitó la consecución de un superávit fiscal financiero de $518.408 millones. Es el primero en más de una década.
En el frente externo, la balanza comercial tuvo un saldo positivo de casi 800 millones de dólares en enero, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). Asimismo, el stock de reservas internacionales del Banco Central de la República Argentina (BCRA) se incrementó en U$S 4.569 millones en el período. Son indicios de que Argentina volvió a registrar superávit en cuenta corriente durante el primer mes del 2024.
En suma, el balance público y el externo de Argentina han revertido sus saldos deficitarios, y el Gobierno ha conseguido de manera singularmente rápida una de las medallas que más ambicionaba. El economista Fernando Marull estimó que, por primera vez en 16 años, el 2024 cerrará con superávits gemelos, la que fue una de las insignias de la presidencia de Néstor Kirchner.
Superávit en cuenta corriente: cepo y devaluación
Los saldos de Argentina en el frente externo han mejorado debido a las medidas del Gobierno en cuanto a cantidades y precios. En lo que a cantidades refiere, se ha decidido la continuidad del esquema de controles de cambio de la administración anterior. Por el lado de los precios, se implementó una devaluación oficial del peso de más del 50%, llevando el tipo de cambio real a los niveles más altos en mucho tiempo. El superávit en cuenta corriente es el desenlace esperable de este ajuste, pero no el único.
Un salto devaluatorio tiene un costo social. Inmediatamente, erosiona los ingresos personales medidos en dólares, pero a través del pass-through el deterioro se da luego en términos reales. La devaluación de fines de 2023 fue mayor que la esperada, recalentando aún más los precios internos de la economía. Esto, sumado a un veloz reacomodamiento de precios relativos, hizo que los índices de inflación de diciembre y enero superaran el 20%.
Dato
- U$S 797 millones
- Superávit comercial de Argentina en enero.
Como los salarios son los últimos precios en actualizarse en los procesos de devaluación, el cimbronazo inflacionario provocó una estrepitosa caída del consumo. Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las ventas minoristas se derrumbaron un 28,5% interanual en enero.
Pese a la mayor libertad para importar, derivada del reemplazo del SIRA por el SEDI, en enero las importaciones de Argentina cayeron un 14,3% con relación a igual mes del 2023. No es una casualidad, sino una consecuencia de lo arriba explicado. La devaluación es la causa directa de la mejora de las cuentas externas, pero la pérdida de poder adquisitivo y la recesión son las causas indirectas.
La devaluación es la causa directa de la mejora de las cuentas externas, pero la pérdida de poder adquisitivo y la recesión son las indirectas.
El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) hizo una estimación de los efectos sobre la tasa de pobreza y la tasa de indigencia del impacto inflacionario de la devaluación de diciembre. La primera habría saltado del 44,7% en el tercer trimestre de 2023 al 57,4% en enero, mientras que la segunda pasó del 9,6% al 15%.
Superávit fiscal financiero: motosierra y licuadora
Cuando se hace la coloquial distinción entre “motosierra” y “licuadora”, subyace la idea de qué partidas del gasto público caen en términos nominales y cuáles solo en términos reales. Según el informe fiscal del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), la motosierra pasó por los gastos de capital y, en general, la licuadora por los gastos corrientes.
El recorte nominal de los gastos de capital fue de un 50% interanual en enero, lo que se vincula estrechamente con la paralización de muchas obras públicas. “La ausencia de inversión en programas de infraestructura fue tan pronunciada que no se observa un registro tan bajo en ningún otro mes desde enero de 2017”, señaló el CEPA en su reporte.
Los gastos de capital en educación y viviendas fueron prácticamente eliminados, pero también se registró una fuerte caída en transporte. Según el presidente Milei, la paralización de la obra pública constituye una forma de eliminación del gasto político. Sin embargo, muchas personas quedaron desempleadas por la medida.
Dato
- $ 518.408.000.000
- Superávit fiscal financiero del sector publico nacional en enero.
Las partidas del gasto corriente que fueron licuadas constituyen otra muestra de que el ajuste no lo paga la casta, como tanto se prometió. Las erogaciones por jubilaciones y pensiones contributivas cayeron un 38% real. Esto equivale a una fuerte pérdida de poder adquisitivo de la población pasiva, explicada por la precaria fórmula previsional que rige desde la gestión anterior, por el no otorgamiento de bonos en enero y por la no actualización del salario mínimo, vital y móvil.
Por su parte, los gastos en asignaciones familiares cayeron un 29% real en enero, en pensiones no contributivas un 17% y en subsidios económicos un 64%. Esta última partida está en transición desde la licuadora hacia la motosierra, y la consecuencia inmediata será el aumento de tarifas.
El aumento de los ingresos públicos en enero fue muy modesto. Así, el loable superávit fiscal financiero se consiguió a fuerza de reducción de gasto público. El CEPA estima que casi un tercio de este se financió con la licuación de jubilaciones y pensiones, siendo la partida más relevante en el cumplimiento del objetivo. Subsidios económicos y gastos de capital explican, conjuntamente, otro tercio. Del ajuste a la casta hay poco y nada.
El factor paciencia
Javier Milei llegó al poder prometiendo un ajuste más feroz que el que pedía el Fondo Monetario Internacional (FMI), simbolizándolo con una motosierra. En un sistema democrático, es un factor que legitima su política económica.
La incógnita radica en cuánto tiempo soportará la sociedad el impacto de estas medidas, pues la tolerancia de la gente se sostiene en la promesa de que el sacrificio valdrá la pena. ¿Cuán rápido llegarán la baja de la inflación, la recomposición del poder adquisitivo y la recuperación de la actividad económica?
En una economía sin acceso al financiamiento, es menester ahorrar.
Nos preguntamos al comienzo si el fin justifica los medios. Como principio general, la respuesta es no. Pero también nos preguntamos si había otro medio, y nuevamente la respuesta es no. En una economía sin acceso al financiamiento, es menester ahorrar. El saneamiento de las desajustadas cuentas públicas era impostergable e imprescindible. Asimismo, por la heterogénea y especializada estructura económica de Argentina, revertir el atraso cambiario era fundamental para iniciar una rápida recuperación del exiguo stock de reservas internacionales.
La disyuntiva entre corto y largo plazo suma un nuevo capítulo en Argentina. En este momento, se materializa con una economía más sana y una sociedad más enferma. La esperanza de muchos radica en que los superávits gemelos se sostengan en el tiempo y deriven en un virtuoso proceso de movilidad social ascendente, como sucedió a mediados de los años 2000. El desafío es grande, y la ansiedad también.
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