Massa prepara el “combo primer trimestre”
El equipo económico supone inflación a la baja y reservas fortalecidas con el Dólar Soja II. Sobre esa base esperan manejar tasa de interés y tipo de cambio.
Gestionar el tablero de la macroeconomía en un país que mantiene déficits crónicos en materia fiscal, que tiene cerrado el grifo del crédito internacional, sin margen para subir impuestos, que ya no puede acudir a la emisión monetaria, y que además tiene escasez de divisas, y debe lidiar con el yugo de un prohibitivo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, es una tarea demasiado similar a la de un malabarista.
El tenso equilibrio que sostiene la dinámica de la economía nacional es tan delicado como complejo. Cualquier detalle, noticia o traspié, puede significar un cimbronazo que ponga en jaque la frágil “estabilidad” que parece haber encontrado el gobierno de cara al final del año.
Es en ese contexto que el equipo económico que conduce Sergio Massa prepara un mini plan de política económica para la primera parte de 2023, con el que espera poder tomar el control de algunos de los resortes clave de la economía de cara al inicio de la etapa más álgida de la carrera presidencial. Una compulsa en la que Massa aspira a jugar fuerte, y donde aún no logran distinguirse con claridad cuáles serán los protagonistas principales del oficialismo y la oposición.
Con ese telón de fondo, el plan que Massa tiene entre manos, está lejos de pensarse como un plan integral que resuelva los dilemas estructurales que desde hace tiempo acechan la matriz económica argentina.
Se trata más bien de un combo de política fiscal, monetaria y cambiaria, que pretende afianzar una senda de moderación para los precios internos, sosteniendo al mismo tiempo el empleo y la actividad.
Padrino FMI
“El personal técnico del FMI y las autoridades argentinas han llegado a un acuerdo a nivel de personal técnico sobre la tercera revisión bajo el ‘acuerdo de facilidades extendidas’ (EFF) de 30 meses de Argentina”, indicó el FMI en un comunicado dado a conocer la semana pasada. Agrega que “una vez completada la revisión, Argentina tendrá acceso a alrededor de US$6.000 millones”.
La traducción es inequívoca, Argentina aprobó la tercera revisión del acuerdo y se asegura el desembolso de diciembre.
La Directora Ejecutiva del organismo, Kristalina Georgieva, había destacado a fines de noviembre la performance argentina en la segunda mitad del año.
“Es muy importante que la Argentina mantenga el rumbo tal como lo hizo tan exitosamente durante los últimos meses”, expresó la funcionaria hace tres semanas, en un guiño explícito a la gestión de Massa al frente de la cartera económica.
El objetivo de reducir el déficit fiscal hasta el 2,5% del PBI luce posible, y en el gobierno ya dan la meta por alcanzada. No obstante, se avecina un año electoral en el que reducir el rojo hasta el 1,9% tal y como establece el acuerdo, será un verdadero desafío. Con todo, Massa entiende que la relación con el organismo está aceitada y no espera sobresaltos en la primera parte de 2023.
Condición sine qua non
Empezar a desatar el nudo gordiano de la inflación es condición sine qua non para lograr destrabar el resto de las variables clave de la economía.
Mientras la inflación se trague el poder adquisitivo del salario y genere un incentivo crónico a escapar de los pesos, ningún otro mecanismo de política económica puede ser efectivo.
Con esa premisa, Massa se propone llevar el ritmo mensual de inflación del 6% que ostenta en la actualidad, a un nivel más parecido al 4% en el primer trimestre del año.
Según las estimaciones que maneja el Secretario de Política Económica, Gabriel Rubinstein, la inflación mensual de noviembre tendrá un “5” adelante.
El fundamento principal es que la la remarcación de precios en los alimentos se redujo sensiblemente en el onceavo mes del año.
Desatar el nudo gordiano de la inflación es condición sine qua non para lograr destrabar el resto de las variables clave de la economía.
Sobre esa base, en el equipo económico se esperanzan con repetir en diciembre un dato que se ubique en el rago del 5%. Si lo logran, el acumulado anual sería muy similar al 95%.
A fuerza de “Precios Justos”, con el congelamiento de precios de más de 2.000 productos y el tope de 4% establecido para combustibles y otros 30.000 artículos, Massa espera llevar el dato mensual a un sendero de entre 4% y 5% entre enero y marzo. Significaría finalizar el primer trimestre de 2023 con un dato anualizado del 89%, en una clara señal de inflación a la baja.
A todas luces el objetivo es ambicioso, si se tiene encuentra que diciembre es un mes de precios estacionalmente altos, y que lo mismo suele suceder en marzo.
El dólar oficial, más lento
El éxito del Dólar Soja I, con el cual se logró la liquidación cerealera por más de u$s 8.000 millones, y el ímpetu que mostró la renovada versión del Dólar Sója II, fortalecen la expectativa oficial de no sufrir sobresaltos en materia de reservas durante el primer trimestre de 2023.
Es la misma lectura que hace el mercado: el dólar blue tocó un récord de $320 en la semana previa al Dólar Soja II, y cayó hasta $313 cuando se registró una liquidación de casi u$s 1.000 en la primera semana del nuevo esquema.
En ese contexto, el objetivo de política económica en el primer trimestre, es el Dólar Oficial. Desde que Sergio Massa asumió al frente de economía, en medio de una enorme presión por una devaluación del tipo de cambio oficial, la estrategia oficial acudió al “crawling peg”, una devaluación diaria moderada, menor al ratio de inflación, pero mayor a la que se registraba mientras el conductor era Martín Guzmán.
En efecto, en los tres meses que lleva Massa en el cargo, el tipo de cambio oficial se devaluó un 27%. Como contrapartida, en los ocho primeros meses del año, la devaluación del oficial fue de solo el 28%.
El plan que tiene entre manos Massa, es volver a un esquema de menor devaluación del oficial.
Nuevamente el marco ineludible es un sendero de inflación a la baja. No obstante, atrasar el tipo de cambio, es un instrumento típico de cualquier oficialismo en un año electoral.
Positivas, pero no tanto
Una de las premisas que estableció el acuerdo con el Fondo, es que las tasas de interés en pesos tenían que establecerse en terreno real positivo.
Claramente el objetivo detrás de la meta era quitar presión sobre el tipo de cambio y volver a hacer atractivas las colocaciones en pesos.
Los datos son elocuentes. El año 2022 inició con una tasa de interés de política monetaria ubicada en el 38%. Desde el mes de septiembre, el Banco Central que conduce Miguel Pesce, estableció la misma en 75%.
Con la espalda de reservas que deja el Dólar Soja y el aval del FMI, el plan de Massa es volver a atrasar el oficial en medio de un año electoral.
La contraindicación de la receta, tienen que ver por un lado con las dificultades para que fluya el financiamiento al consumo y la inversión, lo que a la larga se traduce en un enfriamiento de la actividad.
Por el otro, con el crecimiento sostenido del costo financiero que afronta el Banco Central cada vez que esteriliza mediante Letras.
Es con ese diagnóstico que Massa planea un sendero de reducción de tasas de interés en pesos, que permita ofrecer un clima de reactivación en la previa de la carrera electoral.
Nuevamente, la premisa inexorable es que verdaderamente la inflación muestre signos de moderación.
Dato
- u$s 1.000
- Los millones liquidados por exportación durante la primera semana del DólarSoja II.
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