Massa disfruta de un excepcional estado de gracia

En medio de la conmoción política, el Ministro de Economía trabaja para fortalecer las reservas. Con esa premisa, en apenas un par de días, logró el beneplácito de las cerealeras y del BID.

Amigo. El presidente del BID, Maurice Clever Carone, se reunió con Massa y comprometió desembolsos por u$s 3.000 millones.

Las políticas que convergen en un momento puntual de la historia, están inevitablemente definidas por la capacidad de los protagonistas, por el tenor de sus decisiones, y sin lugar a dudas, por lo que acontece en el escenario que da marco a las mismas.


Sergio Massa goza de un evidente estado de gracia, del cual no pudo disfrutar Martín Guzmán, que debió enfrentar la gestión de una pandemia a dos meses de asumir, y mucho menos Silvina Batakis, que apenas atinó a sentarse en el sillón de Ministra de Economía, cuando se enteró entes de subir a un avión que el puesto ya no le pertenecía.


El actual Ministro ostenta una extensa lista de contactos construida a lo largo de dos décadas de carrera política, a la que ha echado mano desde que está a cargo de la cartera económica. Tal vez es ese mismo conocimiento que Massa supo edificar entre los empresarios y en el mercado financiero, el que hizo que su sola llegada sirviera para modificar las expectativas para bien.

Antes de subir al avión rumbo a Washington, Massa se ocupó de cargar la valija con una batería de medidas ya aplicadas, para exhibir frente al Fondo.


A ello hay que sumar un hecho fortuito pero determinante. La política ha hecho un formidable guiño a la implementación de un programa que inserto en otro contexto, hubiese significado fuertes reacciones.


El derrotero judicial de Cristina Fernández y el atentado que acaba de padecer, han corrido por completo el foco de la dinámica de la economía, y han llevado a la política a estar pensando en otra cosa. Por supuesto, en una más prioritaria cuando lo que está en riesgo es la estabilidad institucional.


Mientras tanto, se aplica un feroz recorte del gasto que incluye por ejemplo las áreas que atienden a las personas con discapacidad, sin que ello implique reacción alguna de parte de quienes históricamente se sensibilizaron por los efectos del ajuste.


La mirada de la sociedad dejó de estar posada sobre el dólar, para concentrarse en el ataque perpetrado sobre Cristina.
En este sentido, bastaron un par de días para que con la imposición del atentado como tema central de la agenda, los protagonistas de la arena política y mediática vuelvan a la carga apostando a la grieta.


Al respecto alcanza con un botón de muestra para advertir que la división permanece a flor de piel. Un estudio elaborado por la consultora Reputación Digital en base a reacciones de los usuarios de Twitter en Argentina durante los tres días posteriores al atentado, revela que 2 de cada 3 personas en esa red social, cree que el ataque se trató de un montaje armado por la política.


Fuerte, si se tiene en cuenta que los peritajes ya han demostrado que se trató de un arma verdadera, cargada y lista para usarse. Tal es el tenor del descreimiento que existe en la sociedad respecto a la política.
En ese mismo escenario, Massa cuenta con un hándicap de confianza que no tiene ninguna otra figura en el oficialismo ni en la oposición.


Antes de subir al avión rumbo a Washington, Massa se ocupó de cargar la valija con una batería de medidas ya aplicadas, a fin de exhibir en la mesa de negociación con los funcionarios del organismo, el nivel de ejecución y concreción que nunca Guzmán y Batakis pudieron mostrar.

El mayor flujo de oferta en el canal oficial, y la mejora en las expectativas respecto a una devaluación, hicieron que el precio en el Blue se desplome.

Una batería de medidas que Massa supo jugar a dos puntas: una fiscalista con ajuste de tarifas recorte del gasto y emisión cero, y otra de incentivo a la producción y la demanda, con blanqueo, programa “puente al empleo” y actualización de asignaciones familiares.


La frutilla del postre que Massa buscaba antes de partir a EEUU, era dar una señal fuerte en relación al tipo de cambio y las reservas del Banco Central.
La medida de la que se habló por semanas en relación al dólar diferencial para las exportaciones de soja, finalmente se materializó el pasado domingo.


El esquema mejora la ecuación de los exportadores que hasta la semana pasada recibían una vez descontadas las retenciones, $94 por cada dólar de soja exportada. El “Dólar Soja” en cambio les deja $136 por cada dólar.


El resultado fue inequívoco: en los dos primeros días de vigencia del dólar diferencial, se comprometieron exportaciones por el mismo volúmen que se exportó en todo el mes de agosto.
Un mayor flujo de oferta de divisas en el canal oficial, sumado a la mejora en las expectativas respecto a una devaluación, lograron que el precio en el segmento paralelo se desplome hasta los $276 en un par de jornadas.


Surgen una serie de interrogantes: ¿Qué sucederá cuando el “Dólar Soja” finalice? ¿Volverá el Blue a los valores que supo registrar a mediados de julio? ¿Cuál es el valor real del dólar?


Atento esta dinámica, un simple ejercicio que echa luz sobre los datos. El gráfico adjunto muestra la evolución del precio del Blue entre septiembre de 2020 y septiembre de 2022. Para el mismo lapso muestra la inflación acumulada (IPC Neuquén) con Base 100 en septiembre de 2020. Por último deflacta el precio del Blue en base a la inflación.


Las conclusiones son elocuentes, a saber. En los últimos dos años hubo una inflación acumulada del 166% y en septiembre de 2020 el Blue cotizaba a $131. Significa que los $276 de hoy, equivalen a $104 de hace dos años. Equivale a decir que en términos reales el Blue de hoy es 20% más barato que el de hace dos años, y que para equiparar la evolución de los precios minoristas, el paralelo de hoy debiera ubicarse en $348. Casualmente, un valor muy similar al récord que marcó el Blue en julio pasado.


A fin del mes, probablemente las estimaciones de Massa respecto a la acumulación de reservas sean superadas. Los especialistas señalan que el ingreso de divisas cerealeras podría superar los u$s 5.000 millones este mes.


A ello habrá que agregar lo que el Ministro logre reunir “pasando la gorra” en su viaje. De entrada torció la voluntad del Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), quien mantenía un fuerte enfrentamiento político con Gustavo Beliz. La salida del funcionario destrabó desembolsos por u$s 1.200 para este año y u$s 1.800 para 2023. Las versiones indican que al menos dos fondos de inversión importantes acercarían una suma similar para fortalecer las reservas.
Sin dudas Massa comienza a asfaltar el camino que pretende recorrer rumbo al Sillón de Rivadavia.


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