Llega Massa, con los matices de un traspaso de mando
El flamante ministro asume un rol protagónico y desdibuja la figura del Presidente. Con un giro pragmático, intentará re encauzar la economía y aspirar a 2023.
Tres frases definen acabadamente el arribo de Sergio Massa al Ministerio de Economía de la Nación.
En la primera indicó que “No soy ‘súper nada’. No vengo a dar explicaciones, vengo a dar respuestas”. Así se quitó de encima la presión a raíz del reagrupamiento de carteras y la conformación de un mega ministerio, al tiempo que deslindó responsabilidades en el estado actual de la macro. Se presentó a sí mismo en cambio, como alguien que viene a traer soluciones.
En la segunda afirmó que “Cómo gobierno cumplimos nuestros compromisos”. La referencia buscó por un lado reafirmar el acuerdo fiscal con el FMI y dar por tierra con los rumores de reperfilamiento de la deuda privada en pesos. “Sabemos que un shock devaluatorio solo genera más pobreza y una enorme transferencia de recursos”, agregó. El mensaje apuntó directo a quienes desde hace cuatro semanas realizan un lobby feroz en busca de una devaluación del tipo de cambio oficial, fundados en la incapacidad del Estado para solventar la deuda de corto plazo.
En la tercera, sentenció: “El plan social debe ser la emergencia y el trabajo lo permanente”. Fue el pie para anunciar una profunda revisión de la estructura de planes sociales.
“Guiño, guiño” para Cristina Fernández de Kirchner que desde hace más de un mes insiste en que hay que terminar con la tercerización de la asistencia social que Alberto Fernández delegó en los líderes piqueteros.
Los anuncios fueron presentados en forma de “plan integral”. Un reclamo que durante dos años y medio recayó sobre el gobierno del Frente de Todos.
A priori, Massa luce empoderado. Nunca antes desde que Roberto Lavagna dejó el quinto piso del Palacio de Hacienda, otro Ministro de Economía tuvo en sus manos todos los resortes de la gestión económica.
A ello se suma el beneplácito explícito de la Vice Presidenta, que pese a la resistencia de la tropa propia, parece dispuesta a dar sustento de poder a la proyección nacional de Massa.
Todos, tanto en el oficialismo como en la oposición, están muy conscientes de que si el flamante ministro logra re encauzar las principales variables económicas, sus posibilidades de cara a una candidatura presidencial competitiva crecen de forma exponencial.
Esa misma fue la sensación que flotaba en el aire durante el acto de asunción, cuando el propio Massa se vio obligado a pedir a los suyos que moderen el espíritu festivo.
En efecto, por la pompa que se le imprimió al acto, la cantidad de invitados, el tono de la ceremonia, y el grado de expectativa que se generó en torno a una simple designación ministerial, cualquier distraído pudo pensar que lo que tuvo lugar el pasado miércoles fue un traspaso de mando.
Así pareció asumirlo también Alberto Fernández, cuando se retiró solo y sin saludar por un costado del escenario mientras todos los flashes apuntaban solo a Sergio Massa como protagonista excluyente.
La puesta en escena elegida para los primeros anuncios, fue otra confirmación del lugar que pretende ocupar Massa.
“Hubo quien afirmó que arreglaba todo en tres días, y terminó dejando el gobierno con un 55% de inflación”.
Sergio Massa en alusión a Mauricio Macri.
Su antecesora Sivina Batakis hizo su primera aparición pública en conferencia de prensa rodeada de la por entonces Directora de AFIP, Mercedes Marcó del Pont, el Presidente del Banco Central, Miguel Pesce, y los ex ministros Julián Dominguez y Daniel Scioli.
Massa en cambio eligió sentarse solo. El meta mensaje detrás de esa foto, indica que el poder y las decisiones del área económica ya no recaerán sobre un equipo, sino que serán ejercidos por un solo conductor.
Dicho eso, hay dos señales que comienzan a trazar el perfil de la nueva etapa de la gestión económica.
La primera es el equipo que eligió Massa para la ejecución de su aventura ejecutiva. En este sentido, el pragmatismo es la señal distintiva, sin tapujos ideológicos que obturen la llegada de los funcionarios que el ministro cree más idóneos en cada área.
A diferencia de Batakis, que debió conformar un equipo ad hoc en apenas un par de horas cuando el domingo 3 de julio por la tarde se enteró que era ministra, Massa desembarca en el ministerio de economía con un equipo de trabajo que lo acompaña desde hace al menos diez años.
La mayoría de los funcionarios que el tigrense designó son parte de la construcción política que el Frente Renovador lleva a cabo desde 2013, y previamente han acompañado a Sergio Massa en la intendencia de Tigre, en su candidatura presidencial de 2015, o en la cámara de diputados. En otras palabras (y tal vez producto de su ambición presidencial manifiesta desde hace años), Massa tenía el soporte de un proyecto económico propio, con los integrantes adecuados para cada área, aún antes de ser designado ministro.
Una pata del equipo ligada a la ortodoxia aparece Daniel Marx, ex funcionario del equipo de Domingo Cavallo durante su paso por el gobierno de Fernándo De La Rúa. Asesorará al Ministro de Economía en cuestiones relacionadas a la deuda y el mercado financiero.
El contrapeso es la designación de José De Mendiguren en la Secretaría de Producción, y de Matías Tombolini en la Secretaría de Comercio. Ambos de un perfil productivista.
Uno de los grandes interrogantes pasaba por conocer cómo sería la relación con la Secretaría de Energía, en manos kirchneristas. Finalmente el neuquino Darío Martínez dejó su lugar. Era impensado que Massa estuviera dispuesto a soportar el destrato y la desautorización explícita al que el kirchnerismo sometió durante dos años y medio a Martín Guzmán.
Por último, la designación de Gabriel Rubinstein a cargo de la Secretaría de Programación Económica, da cuerpo político y soporte profesional a la gestión. Ligado al ex Ministro Roberto Lavagna, Rubinstein será el virtual vice ministro de Massa. “Lo urgente e importante en la Argentina es terminar con el desequilibrio fiscal, mejorar la credibilidad interna y externa (desde lo político) para fortalecer reservas y mantener un endeudamiento responsable”, manifestó Rubinstein en su cuenta de twitter el pasado fin de semana. Toda una definición.
“Sabemos que un shock devaluatorio solo genera más pobreza y una gran transferencia de recursos”.
Sergio Massa acerca de los rumores de devaluación.
La segunda señal surge de forma directa desde las medidas que se anunciaron el pasado miércoles.
El primer signo distintivo de los anuncios, es que los mismos fueron presentados en forma de “plan integral”. Un reclamo que durante dos años y medio recayó sobre el gobierno del Frente de Todos.
El flamante ministro de economía recogió el guante, y planteó su programa con una mirada abarcativa, que busca atender las necesidades de la matriz productiva, cumplir con los compromisos asumidos, reducir el rojo fiscal, y al mismo tiempo contener el impacto social.
En los cuatro ejes que Massa eligió como su norte, hubo al menos un anuncio fuerte.
En cuanto a lo fiscal, resalta la renuncia explícita a acudir a la emisión monetaria para financiar el déficit. Pero el destierro definitivo de la segmentación de tarifas ideado por Guzmán, es la noticia de tapa.
El hecho de que 4 millones de personas hayan optado por no solicitar el subsidio, habla por las claras del derroche de recursos del Estado financiando el consumo de quienes tiene altos ingresos y por lo tanto pueden y deben pagar la tarifa plena.
Resta conocer la letra chica del nuevo criterio a aplicar. No obstante, a priori parece mucho más adecuado y viable el esquema de segmentación por consumo, que el esquema por nivel de ingresos que proponía Guzmán.
La revisión de los planes sociales y la intención de incorporarlos al mercado de trabajo, es un giro de 180º respecto que desde hace años mantiene el Estado.
En relación al comercio exterior, la auditoría y control de las 720 empresas que realizaron operaciones con subfacturación de exportaciones y sobrefacturación de importaciones, era una medida que se imponía de facto ante el drenaje de reservas al que fue sometido el Banco Central en los últimos meses.
Respecto al desarrollo con inclusión, el registro pormenorizado de los beneficiarios de planes sociales y la intención de incorporarlos al mercado formal de trabajo, es una decisión que imprime un giro de 180º respecto a la política asistencialista que desde hace años mantiene el Estado Nacional.
En el capítulo reservas, más que medidas, los anuncios son una lista de buenas intenciones. La relación con el BID o el apoyo de las entidades financieras amigas, debe traducirse luego en entrada real de divisas al país.
Existe aire de nueva gestión y nuevas relaciones de poder. Resta conocer si eso alcanza para torcer el rumbo y evitar el colapso económico y social.
Dato
- u$s 10.000
- Los millones que espera “reunir” Massa en la gira que inicia la próxima semana.
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