Las sugestivas e inconsistentes señales en el anticipo del Presupuesto

El plan de estabilización de Caputo es señalado por los propios liberales como incompleto e insostenible. Las dudas de los banqueros, el anuncio que no fue y el desembarco de Sturzenegger justo en medio de la tormenta.

Conceptualmente se trata de un cálculo que permite estimar los recursos necesarios para llevar adelante una acción, gestión u operación, sea logística, productiva o estratégica. Tal es la definición acerca de lo que es y para lo que sirve un “presupuesto”.
Así funciona para la economía de una familia, una ONG, un emprendimiento, o una mega empresa. También para el Estado.


En teoría el Sector Público sanciona cada año la “ley de leyes” para dar marco jurídico a la forma en que se asignan los recursos del Estado a las diferentes partidas del gasto. Si ese marco legal, ninguna dependencia del Estado podría erogar recursos.
En la práctica, la Ley de Presupuesto no solo opera como paraguas jurídico para el funcionamiento de la estructura del Estado. Además tiene dos funciones claves en la gobernabilidad para cualquier gobierno, de cualquier signo político.


La primera es trazar un panorama ideal para la formación de expectativas de todos los agentes económicos. Al presentar al Congreso de la Nación el proyecto de presupuesto del año siguiente, el Poder Ejecutivo le cuenta al mundo que es lo que espera de la gestión y de la coyuntura económica en los próximos meses. En definitiva, anticipa cuál será el tenor de sus decisiones económicas en lo mediato.


La segunda se relaciona más con la maniobrabilidad política de los gobiernos de turno, en especial en economías como la argentina, con regímenes sostenidos de alta inflación. En momentos de crecimiento económico, los gobiernos tienden a sub estimar la dinámica de las variables, y de esa forma obtienen un mayor margen de discrecionalidad en el manejo de los recursos que terminan resultando “por encima” del presupuesto.

En épocas de recesión en cambio, los gobiernos tienden a sobre estimar la dinámica de las variables. De esa forma pretenden ganar tiempo en la percepción de los agentes económicos (inversores, empresas, mercados financieros), para el establecimiento de las políticas necesarias para el cumplimiento de los objetivos macro.


Hoja de ruta, segundo semestre



Formalmente, el proyecto de presupuesto debe ser enviado por el Poder Ejecutivo al Congreso de la Nación antes del 15 de septiembre.
Para entender el motivo por el cuál el ante proyecto de presupuesto fue presentado más de dos meses antes, las razones hay que buscarlas más en la política que en la economía. Aunque es la fragilidad del programa económico la que enciende los motores de la política.


En este sentido, el ante proyecto pone en palabras lo que el gobierno estima acerca de las variables macro para el cierre del presente 2024, es decir “marca la cancha” hasta fin de año.
En relación a la actividad económica, el pronóstico es una caída del del producto (PBI) en torno al 3,5% para el acumulado de 2024. El pronóstico es más pesimista que el del propio FMI, que en su último informe de perspectivas económicas globales (WEO), anticipó una contracción del 2,8% para este año.


En materia de precios, la previsión es una inflación acumulada del 130% al cierre de 2024. Un cálculo sencillo permite advertir que el gobierno estima una inflación en torno al 5% en junio, y datos mensuales no mayores al 4% en los seis meses restantes del año 2024.El pronóstico es pretencioso, pero no imposible.

El gobierno espera sostener datos mensuales de inflación de un 4% como máximo hasta fin de año. Equivale a «atarse las manos» para devaluar y actualizar tarifas de la energía.

Implica la exigencia de que no haya grandes sobresaltos, ni en materia cambiaria ni en materia tarifaria. En otras palabras significa que el el gobierno se abstenga de nuevos tarifazos a la energía en el segundo semestre, y por sobre todas las cosas, equivale a “no devaluar”. Al menos no al nivel que “el mercado” estaría pidiendo.


En efecto, la previsión respecto al dólar confirma ese sendero. El ante proyecto estipula un dólar oficial a $1.016 a fin de año. Equivale a decir que el gobierno está decidido a sostener el crowling peg del 2% mensual hasta diciembre, tal y como ha afirmado una y otra vez Caputo.


Famélico



Un plan de estabilización tradicional, tiene al menos tres patas fundamentales. Un fuerte ajuste del gasto y la premisa del superávit fiscal. Una política monetaria contractiva, sea por agregados monetarios o por tasa de interés. Un programa cambiario certero y previsible.
De las tres patas habituales del programa, el plan económico de Milei y Caputo tiene sólida una sola: el ajuste ultra ortodoxo del gasto público.


El programa libertario está tan enfocado en el gasto, que en el camino al superávit fiscal, ni siquiera hace énfasis en los ingresos. De hecho la recesión ya hizo mella en términos de recaudación durante el primer semestre (la recaudación de junio cayó 15% interanual en términos reales), y no hay perspectivas de que esa tendencia cambie en la segunda mitad del año.

De las tres patas habituales de un programa clásico de estabilización, el plan económico de Milei y Caputo tiene sólida una sola: el ajuste ultra ortodoxo del gasto público. Las otras dos patas del programa de estabilización, están endebles, flojas.


Es una buena punta para comprender la razón por la cuál el mismo Milei que hace 8 meses votó a favor de la eliminación de Ganancias y afirmó en campaña “antes de subir impuestos me corto un brazo”, hizo tanto énfasis para que la Cámara de Diputados reponga el tributo al salario junto a la Ley Bases.
Las otras dos patas del programa de estabilización, están endebles, flojas.


La política monetaria es el ámbito de mayor expertisse del presidente Javier Milei, y eso podría considerarse una fortaleza. Quizá es por ello que cada una de las críticas que recibe el aspecto monetario del plan económico, le genera semejante grado de malestar. En especial cuando las inconsistencias son señaladas por los economistas que Milei considera “propios”, en tanto manejan el mismo marco teórico.


Sin embargo, el anuncio conjunto realizado por el ministro de economía Luis Caputo y el presidente del Banco Central (BCRA) Santiago Bausilli, al día siguiente de la aprobación de la Ley Bases, generó más dudas que certezas en materia monetaria.

La duda de los bancos comenzó a ser que ese pase de manos de deuda entre el BCRA y el Tesoro se instrumente de forma compulsiva, y que las entidades terminen teniendo que absorber el costo financiero de esa deuda pública, o al menos una buena parte.


Los funcionarios anunciaron que terminarán de limpiar el balance del BCRA, trasladando los pasivos remunerados de la entidad (que en definitiva son deuda del Tesoro por la emisión pasada para solventar el déficit fiscal), a manos del Tesoro nacional.
El punto es que esos pasivos del BCRA están en manos de los bancos. Y el instrumento para que esa deuda pase al Tesoro, debe ser tomado por esos mismos bancos. La pregunta es ¿a qué tasa de interés?

La respuesta fue ambigua.
Caputo y Bausilli volvieron a hablar de tasas de política monetaria en un terreno real “positivo”. Es decir, una tasa que esté por encima de la proyección anual de inflación.
Según el ante proyecto de presupuesto enviado al Congreso, esa proyección es 130% anual. ¿Implica entonces que la tasa de política monetaria se ubicará por encima del 130%? Hasta el momento la entidad monetaria mantiene ese rendimiento en el 40%.


La duda de los bancos comenzó a ser que ese pase de manos se instrumente de forma compulsiva, y que las entidades terminen teniendo que absorber el costo financiero de esa deuda pública, o al menos una buena parte.
El vaso comunicante con la política cambiaria es inevitable. Buena parte de la zozobra en el segmento paralelo del dólar durante la última semana se explica por esta ambigüedad en el anuncio de Caputo y Bausilli.


Cuando todo el mercado daba por descontado que se anunciaría una reducción del 10% en el Impuesto PAIS (lo que equivale a una virtual devaluación del oficial en la misma cuantía) y cambios en el “Dólar Blend” que habilita a los exportadores a liquidar 80% de las divisas en el mercado oficial y 20% en el Contado con Liqui (CCL), lo único que llegó fue la confirmación de que no habrá cambios. Osea, la nada misma.


Sugestivo



Inexplicablemente, el gobierno insiste en negar el atraso cambiario. El presidente ha maltratado una y otra vez a quienes se han atrevido a levantar la voz para señalar que es inconsistente un sendero en el que la inflación camina a un ritmo del 70% durante el primer semestre del año, mientras que el tipo de cambio oficial lo hace al 12%.


Si se cumpliesen las metas de tipo de cambio oficial a $1.016 y el acumulado de inflación incluidos en el ante proyecto de presupuesto, la inconsistencia sería aun más evidente. Implicaría que a lo largo del año el dólar oficial aumentaría un 22,4% frente a una inflación del 130%.
Acá y en cualquier lugar del mundo, eso se parece demasiado a algo que los economistas llaman “atraso cambiario”.


El escenario es tan notorio, que las voces más encumbradas del liberalismo vernáculo ya no ocultan sus diferencias. Nombres de la talla de Miguel Ángel Broda, Miguel Kiguel, Marina Dal Pogetto o el propio Domingo Felipe Cavallo, han advertido en las últimas semanas que el programa está incompleto y resulta insostenible tal y como está planteado.

Desembarco. Sturzenegger se incorpora oficialmente al gabinete de Milei.


El día después de la Ley Bases y la víspera del Pacto de Mayo, no resultó como Milei soñaba. El ambiente es incertidumbre.
La respuesta es por demás sugestiva, y es un reconocimiento tácito. Nunca llegará el reconocimiento público. Pero las últimas dos jugadas del gobierno hablan por sí solas.

El desembarco de Sturzenegger se da justo cuando el mercado señala inconsistencias en el programa de Caputo, y pide una mirada macro integral.


La primera es el anuncio de “emisión cero”, asociado a la baja de la inflación y la limpieza final de los pasivos remunerados del BCRA. No es ninguna novedad. La emisión cero fue bandera de campaña de La Libertad Avanza en 2023. Nadie imagina un gobierno libertario emitiendo para financiar al fisco (¿o si?). Resulta ser que ante la incertidumbre cambiaria que llevó el Blue a su récord de $1.430 y elevó la brecha por encima del 50%, el argumento discursivo es una verdad de perogrullo.


La segunda es la designación de Federico Sturzenegger. El desembarco del ex presidente del BCRA se produce justo en el momento en que el mercado levanta el dedo para señalar las inconsistencias del programa de Caputo, y pide a gritos una mirada macroeconómica integral.
Casualidades o no, resulta ser que Caputo no es macroeconomista. Un mote que le cuadra mucho más a Sturzenegger.

Dato

$1.430
El récord que alcanzó el tipo de cambio paralelo en la semana posterior a la sanción de la Ley Bases. Sobre el cierre de la semana morigeró la suba.

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