Las negociaciones de deuda en punto muerto en la cumbre del G20, pese a llamado del FMI
Hasta ahora hubo pocos avances por no haber una postura común entre los principales acreedores.
Las negociaciones para la reestructuración de la deuda internacional se encuentran atascadas en la cumbre de ministros de Economía y Finanzas del G20 en Bangauru, India, pese al pedido del Fondo Monetario Internacional (FMI) para acordar una resolución de la problemática.
“Si bien todavía existen algunos desacuerdos, estamos formando una mesa redonda de deuda soberana global con la consideración de todos los acreedores públicos y privados», explicó la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva a la prensa, según difundieron las agencias de noticias Bloomberg y DPA.
No obstante, hasta ahora hubo pocos avances por no haber una postura común entre los principales acreedores.
Esta situación que, por ejemplo, se cristalizó en cuestionamientos mutuos entre Estados Unidos y China; provoca un estancamiento en los programas de reestructuración de países como Zambia, Sri Lanka, Ghana, Etiopía y Chad.
Además de haber diferencias entre los países que forman parte del Club de París y China en la modalidad del refinanciamiento, el país asiático pide que los préstamos del Banco Mundial y otros acreedores multilaterales se incluyan en las reestructuraciones, algo que tanto el organismo como Estados Unidos rechazan, argumentando que cualquier recorte socavaría la capacidad de estas instituciones para responder a las crisis y otorgar prestamos en condiciones favorables.
«Queremos encontrar un proceso en el que todos puedan presentar sus preocupaciones y posiciones sobre temas complicados», explicó el presidente saliente del Banco Mundial (BM), David Malpass.
Hoy acreedores púbicos y privados se sentaron a una mesa redonda para discutir la deficiencias del Marco Común, iniciativa del G20 que reúne al Club de París que busca acelerar y facilitar la negociación de las deudas de los países de bajos ingresos.
Georgieva destacó la creación de la mesa para analizar caso por caso las reestructuraciones, y adelantó que las discusiones continuarán en las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial en abril.
En un comunicado publicado por el FMI, Georgieva pidió “responsabilidad” a la comunidad internacional y “una acción urgente para reforzar la arquitectura financiera global, especialmente en el área de la resolución de la deuda».
Georgieva subrayó su apoyo para “mejorar la velocidad y efectividad” de las negociaciones, advirtiendo que desde la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania, las “vulnerabilidades de la deuda soberana” se “exacerbaron”, especialmente en “los países en desarrollo y de bajos ingresos con limitado margen de política y grandes necesidades de desarrollo”.
El “impasse”, además de la deuda, se hace extensivo a la confección de un documento final de consenso, debido a que los países no se logran poner de acuerdo en las palabras para referirse a la guerra entre Rusia y Ucrania, a diferencia de otros temas como las perspectivas macroeconómicas y la recomendación de que los bancos centrales sigan comprometidos en mantener la estabilidad de precios.
Por otro lado, la reunión del G20 tiene como telón de fondo un pedido generalizado de reformas en las instituciones multilaterales de crédito y en las finanzas globales.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, denunció la semana pasada la «extorsión» de la que está siendo víctima el continente africano a manos de un sistema financiero global, necesitado de una «transformación radical”.
Guterres denunció que a los países endeudados «el sistema financiero mundial les niega por norma el alivio de la deuda, o cualquier financiación en condiciones favorables, mientras cobra intereses exorbitantes».
Otra de las más vocales al respecto es la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, quién pide “reformas ambiciosas” en el Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo.
Yellen reiteró en diversas oportunidades la necesidad de que el BM amplíe de manera más agresiva su hoja de balance, tome más riesgo y trabaje más duro en el abordaje de desafíos globales como el cambio climático y las pandemias, todo esto manteniendo su calificación de crédito AAA y estatus de acreedor preferente que le permite tomar dinero a bajo costo y prestar a tasar menores a las del mercado.
Una oportunidad para encarar estos cambios se abrió tras la renuncia la semana pasada de Malpass al frente del organismo, y como parte del proceso de candidaturas para el cargo, Estados Unidos –principal accionista con el 15,5%- nominó esta semana al l ejecutivo indio-estadounidense Ajay Banga.
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