La pobreza alcanza a la niñez y los trabajadores registrados
La estadística oficial muestra una sensible reducción de la pobreza en el último año y medio. No obstante crece la incidencia sobre las personas de entre 0 y 14 años, y entre los empleados registrados.
En medio de la crisis económica que el país atraviesa desde hace cuatro años, del incesante flujo de malas y pesimistas noticias en materia social y económica, y de la vorágine política que generó la salida de Martín Guzmán al frente del Ministerio de Economía, el interinato de Silvina Batakis, y el desembarco de Sergio Massa, una “casi buena noticia” asomó en el horizonte la semana pasada: el Indec dio a conocer el informe de “Incidencia de la Pobreza e Indigencia”.
Al dato oficial no le alcanza para ser “buena noticia” con todas las letras. La estadística sobre pobreza es el típico ejemplo de “vaso medio lleno, vaso medio vacío”. Lo cierto es que detrás de los números fríos, hay personas de carne y hueso. Desde el vamos nunca una medición que cuantifica “personas pobres”, puede ser una buena noticia.
No obstante, el gobierno tiene motivos al menos para esbozar una sonrisa. Los datos indican que en la primera mitad de 2022 la pobreza se redujo por cuarto semestre consecutivo, y exhibe una reducción de 5,5% respecto al máximo registrado a mediados de 2020 en plena pandemia. La indigencia en tanto, retrocedió un 1,7% en el mismo lapso.
Una situación inédita que de un tiempo a esta parte se verifica, es que la pobreza comienza a afectar también a los trabajadores registrados.
Implica que durante el último año y medio 1,4 millones de personas han logrado escapar de la pobreza y 0,4 millones de personas dejaron atras la indigencia.
No obstante, al analizar en detalle los datos oficiales, los motivos para festejar se muestran más que efímeros. La misma estadística indica que la pobreza sigue afectando al 36,5% de los argentinos y la indigencia al 8,8%. Traducido, significa que aun existen en nuestro país 10,6 millones de personas que no logran satisfacer sus necesidades básicas y 2,6 millones de personas a las que no les alcanzan sus ingresos para poder comer.
Si se hila un poco más fino, existen dos dimensiones que surgen de la estadística que son aún más delicadas y que requieren una solución definitiva y urgente de parte de la política.
La niñez en riesgo
Los datos sobre pobreza e indigencia se convierten en una cruda interpelación a la clase dirigente en su totalidad al observar la situación de riesgo que acecha a la niñez en Argentina.
La estadística oficial indica que el 50,9% de las personas de entre 0 y 14 años, son pobres en Argentina.
Equivale literalmente a decir que la mitad más uno de los niños y niñas de nuestro país, no tienen satisfechas sus necesidades básicas. Si el foco se acota a un rango entre 0 y 5 años, la pobreza alcanza a 1 de cada 4 personas.
Asimismo, la indigencia acecha al 12,7% de las personas de entre 0 y 14 años. Son alrededor de 430.000 niños y niñas que no pueden alimentarse correctamente.
En este sentido, un estudio publicado recientemente por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), completa el panorama.
El informe indica que “solo el 5% de los niños, niñas y adolescentes (NNyA) argentinos consumen de manera simultánea alimentos recomendados por las Guías Alimentarias (GAPA) en cantidad frecuente (aceptable o adecuada)”. Agrega que “El 57% de los NNyA tiene una alimentación de calidad media, en la que alguno o varios de los grupos de alimentos protectores o saludables se consumen en cantidades inferiores a las recomendadas”.
Se trata de un tema urgente y delicado. Los estudios demuestran que los déficit nutricionales en la primera infancia generan secuelas irreversibles. Más temprano que tarde esa carencia esencial se traduce en dificultades para el aprendizaje y para la salud psico- social, lo que a largo plazo garantiza la reproducción estructural de la pobreza.
Registrados y pobres
Sabido es que el trabajo registrado, es la única llave que puede destrabar de forma genuina, permanente y definitiva el nudo gordiano de la pobreza.
En este sentido, la informalidad laboral es uno de los principales flagelos. En la actualidad, los datos reflejan que 4 de cada 10 trabajadores argentinos se desempeñan en la informalidad, sin cobertura social, y sin un convenio colectivo que garantice la actualización de sus ingresos al ritmo de la inflación. En general, se trata de empleos que retribuyen el salario mínimo, el cuál corre siempre desde atrás a la Canasta Básica Total (CBT) que determina la línea de la pobreza.
No obstante, una situación inédita que de un tiempo a esta parte se verifica en nuestro país, es que la pobreza comienza a afectar también a los trabajadores registrados.
Un reciente informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) muestra la relación entre los salarios registrados y la línea de la pobreza. El estudio compara la mediana salarial (el punto donde la cantidad de asalariados registrados se divide en mitades) en relación con la evolución de la CBT .
En el gráfico adjunto se observa una línea trasversal ubicada en el 100%, que estipula si la mediana de salario registrado es superior o inferior a la línea de pobreza.
La serie de datos muestra un notorio deterioro entre julio de 2017 y enero de 2020, cuando la relación pasó del 112,7% al 84%, llegando a un mínimo del 81,8% tras el primer año de pandemia, y recuperándose hasta el 87,1% en agosto de 2022.
La conclusión es inequívoca: el deterioro progresivo de los salarios respecto a la inflación en los últimos cinco años, ha generado que ni siquiera el contar con un trabajo registrado sirva como refugio seguro pata escapar a la pobreza.
Dato
- 87,1%
- El nivel de cobertura de la mediana de salarios reales en Argentina, en relación a la línea de la pobreza (Canasta Básica Total).
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