La particular «optimalidad de Pareto» que persigue Milei

El presidente se auto postuló para Nobel de economía durante su visita a República Checa. Sin embargo mientras predica en el exterior sobre una mejora en los niveles de satisfacción individual, en Argentina el programa económico libertario genera recesión, desempleo, y mayor desigualdad.

Existen momentos o situaciones puntuales en las que al administrar la dotación real de factores productivos en base a las diferentes restricciones presupuestarias vigentes, los hacedores de política, pueden mejorar el estado de satisfacción o bienestar de uno o más agentes económicos, sin que ello implique empeorar la satisfacción o bienestar de ningún otro agente económico.


La teoría económica plantea que dados los recursos disponibles y las restricciones vigentes, es posible tomar las decisiones necesarias para que alguien esté mejor, sin que nadie esté peor a raíz de esas decisiones. El postulado pertenece al economista italiano Vilfredo Pareto, y por ese motivo se lo conoce como “óptimo de Pareto” u “optimalidad de Pareto”.


En términos estrictos, se entiende por tal a una situación de equilibrio en la que no hay forma de mejorar su situación de ninguno de los agentes económicos afectados, sin reducir el bienestar de cualquier otro agente.


Justamente a ello se refirió el presidente Javier Milei durante una de sus intervenciones en República Checa. “Con mi jefe de asesores, el Doctor Demian Reidel estamos re escribiendo gran parte de la teoría económica para poder derivar optimalidad de Pareto tanto estática como inter temporal, teniendo funciones de producción no convexas”, indicó Milei, y agregó: “Es decir que si nos termina de salir bien, probablemente nos del el Nobel de Economía junto a Demian”.


La referencia a la optimalidad de Pareto no es un detalle menor, si es que la vocación del mandatario es verdaderamente plasmar ese equilibrio en su programa económico y no en un mero escrito teórico digno de algún galardón en claustros académicos. Existen amplios desarrollos teóricos que ponen en tela de juicio la idea de que es posible alcanzar una situación de equilibrio en términos de Pareto que al mismo tiempo implique bienestar social.


Celebres economistas como el hindú Amartya Sen, Premio Nobel en 1998, han postulado que es posible encontrar puntos de equilibrio compatibles con el óptimo de Pareto, pero que no necesariamente sean socialmente deseables o aceptables. Cuestionan además que las libres decisiones de los individuos puedan conducir por sí mismas a un estado semejante en un esquema de libre mercado.

Las decisiones de política económica que han tenido lugar en los últimos seis meses han generado resultados inmediatos que parecen estar alejados de ideal de optimalidad de Pareto por el cual Milei espera ser premiado.


La reflexión cobra sentido si se la pone en perspectiva en relación a la coyuntura económica que el propio Javier Milei tiene entre manos como mandatario.
El presidente dice tener una mirada de medio y largo plazo, y refiere a menudo al resultado virtuoso que las reformas estructurales que impulsa podrían generar a futuro.

No obstante las decisiones de política económica que han tenido lugar en los últimos seis meses han generado resultados inmediatos que parecen estar alejados de ideal de optimalidad de Pareto por el cual Milei espera ser premiado.


Prioridades no paretianas



Un principio básico en gestión macroeconómica, es que hay que elegir una variable objetivo, sabiendo que probablemente surjan tensiones en uno o mas variables del tablero. Desde el día cero de la gestión Milei, la variable objetivo siempre fue la fiscal.

Implementar un fuerte ajuste del gasto público, alcanzar rápidamente el superávit, reducir drásticamente la emisión monetaria, y lograr una fuerte reducción de la inflación.
Al mismo tiempo, se procuró una liberación general de precios y una fuerte desregulación, junto a una devaluación inicial del 121% en el tipo de cambio oficial.

Los “buenos” números que pueda arrojar el primer semestre financiero y monetario, no encuentran correlato en el plano de la economía real. La contracara está lejos de asemejarse a un óptimo en términos paretianos.


La intención era (y sigue siendo) generar un shock de confianza global que mejore la posición financiera internacional del país, achicando el “costo argentino” y que a la larga se traduzca en una avalancha de inversiones externas (“lluvia de inversiones” era el eufemismo utilizado en épocas recientes).
En esa dirección marchan el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) y la reforma laboral incluídas en la Ley Bases que se acaba de aprobar en el Congreso de la Nación.


Empero los “buenos” números que pueda arrojar el primer semestre financiero y monetario, no encuentran correlato en el plano de la economía real. La contracara está lejos de asemejarse a un óptimo en términos paretianos.


Cierto es que transcurridos seis meses de gestión, el gobierno tiene relativos logros para poner sobre la mesa de discusión. A costa de pisar pagos a las provincias y licuar prestaciones previsionales, logró poner en caja la ecuación fiscal, y tras el golpe inflacionario inicial, logró sostener una senda de inflación progresivamente a la baja, hasta llegar al registro de mayo, en que luego de once meses la baja comenzó a plasmarse también en el acumulado anual.

Desigual. La Argentina del primer trimestre de 2024 arroja la peor distribución del ingreso en 20 años.


Con la prioridad financiera y monetaria como eje, y en el mismo periodo en que Milei se arroga haber controlado la inflación, el gobierno acaba de impulsar millonarios beneficios a los inversores externos, promulgar el blanqueo más generoso desde el regreso a la democracia, reducir impuestos al patrimonio, y subir impuestos al salario.
Mientras generó una masiva movilización social a raíz del desfinanciamiento a la universidad pública, volcó recursos en un subsidio parcial a la clase media- alta para que los padres puedan pagar los colegios privados.


En ese mismo y breve lapso de tiempo, existen en Argentina según la UCA unos 5 millones de nuevos pobres y se duplicó la cantidad de gente que no puede comer. Además según el Indec, hay 400.000 nuevos desempleados, y la pérdida de poder adquisitivo de las jubilaciones han sido la llave para “lograr que las cuentas cierren”.


En otra sintonía



Existen tres datos bien concretos y puntuales, que ofrecen una foto elocuente del divorcio que existe entre la idea de una optimalidad de Pareto en los términos teóricos que gusta plantear el presidente, y la coyuntura de la economía real argentina.


Los tres provienen de la usina oficial de estadísticas, despojados de cualquier intencionalidad o sesgo que pudiera querer perjudicar el panorama macro de la gestión. Por el contrario, son tres datos meramente descriptivos del resultado que ha generado en solo seis meses el programa económico actual.


El primero refiere al nivel de actividad durante el primer trimestre de 2024. La foto general es por sí sola descriptiva: en el primer trimestre de Milei el Producto Bruto Interno (PBI) cayó un 5,1% respecto a los primeros tres meses de 2023.
Cuando esa misma imagen se desglosa en los diferentes componentes de la demanda agregada, el acelerado deterioro de la matriz productiva, es todavía mas evidente.


El consumo de las familias cayó 6,7% interanual entre enero y marzo de 2024, y el gasto del sector público lo hizo un 5%. Pero en el mismo lapso, la inversión de las empresas (la misma que el gobierno pretende impulsar con el RIGI), se derrumbó un 23,4%, mientras que las importaciones lo hicieron un 20,1%. Ambos datos son el reflejo de la parálisis que atraviesa la actividad económica en el primer tramo de la actual gestión económica.
Solo las exportaciones registraron una dinámica positiva, dando cuenta de la mejora en los términos del intercambio que generó la devaluación del mes de diciembre.

La estadística oficial publicada por Indec implica que por cada puesto que se eliminó en el Estado se perdieron en realidad 9 empleos en el sector público. Tal es el verdadero resultado del ajuste.


“Sinceramiento” o “normalización” de la economía. La alegoría que suelen usar los voceros oficiales para intentar explicar que la estabilización de la ecuación fiscal y la dinámica de precios minoristas, es a costa de una acelerada recesión de una magnitud que solo encuentra parangón en días de pandemia, solo que esta vez con las persianas abiertas y los locales vacíos.


La idea de que esto es “doloroso pero necesario” sobrevuela el relato en las filas libertarias.
Una construcción que solo tiene sentido sin en alguna estación del camino, quienes hoy están haciendo el esfuerzo, comienzan a ver que la tendencia se revierte, y alguna buena noticia llega para el bolsillo de a pie.


Allí radica precisamente el segundo dato conocido esta semana, referido al estado en que se encuentra el mercado de trabajo en el primer trimestre del año.
La imagen vuelve a ser alarmante. En solo tres meses, el desempleo abierto se elevó del 5,5% al 7,7%.
El punto tiene estrecha relación con una de las banderas que supo elevar Javier Milei en su carrera a la Casa Rosada. La idea de que un ajuste feroz del gasto público venía acompañado de una purga en la plantilla de empleados públicos.

Los datos oficiales revelan que en apenas 90 días, el programa económico libertario produjo la peor marca distributiva en los últimos 20 años.


“Echamos 50.000 empleados públicos. No solo eso, sino que además se dieron de baja contratos: fíjense que ahora están cayendo más contratos y van a caer 70.000 contratos” dijo el presidente el pasado 26 de marzo, justo al cierre del primer trimestre.
Lo cierto es que la estadística oficial implica que en sus primeros tres meses, el actual plan económico destruyó la friolera de 429.000 empleos.


Dicho de otra forma y suponiendo que el cálculo de Milei fuese cierto, el dato de Indec es equivalente a decir que por cada empleo que se elimina en el sector público, el ajuste destruye 3 puestos de trabajo en el sector privado.
Sin embargo el propio Milei reconoció la semana pasada que hasta el momento los despidos en el sector público son unos 30.000. Es decir que por cada puesto que se eliminó en el Estado se perdieron en realidad 9 empleos en el sector público. Tal es el verdadero resultado del ajuste.


Pero hilando todavía un poco mas fino, resulta mucho más dramática la coyuntura si se tiene en cuenta como está compuesto el actual 7,7% de desempleo. En el infograma adjunto se aprecia que la desocupación se duplicó (pasó del 1,3% al 2,5%) entre los jefes y jefas de hogar. Equivale a 170.000 personas que son sostén de familia y hoy no tienen ingresos.


El tercer y último elemento es quizá el más crudo, y a la vez el mejor contraste con la idea de mejora paretiana que Milei fue a plantear en los estrados de República Checa.
El Indec dio a conocer la evolución de la distribución del ingreso en el primer trimestre de 2024. De allí surgen una serie de datos muy fuertes en relación al resultado inmediato del programa libertario.
Uno de ellos es que la brecha de ingresos entre los que menos tienen y los que más tienen, pasó de 13 a 15 veces entre diciembre y marzo.


Otro tiene que ver con el nivel de apropiación de los ingresos totales. Hasta diciembre de 2023, el 20% de la población de mayores ingresos, se quedaba con el 48,7% de los ingresos totales, mientras que el 20% de menores ingresos, solo recibía el 4,3% del total. En el primer trimestre de 2024 en cambio, el 20% mas rico se queda con el 51,2% de los ingresos totales (exactamente la mitad mas uno de la torta), y el 20% más pobre recibe el 4,1%.


Es evidente que los que mas tienen incrementaron su porción total en los ingresos, y paradójicamente no lo hicieron a costa de los más pobres, sino a expensas de la clase media.
Pero lo más relevante de la medición tiene que ver con el Coeficiente de Gini. Un indicador que se ubica entre 0 y 1, donde “cero” representa la distribución más igualitaria posible (todos reciben exactamente lo mismo) y “uno” representa la distribución más desigual posible (un solo agente reúne todos los ingresos y el resto nada).


En el primer trimestre de 2024, el Coeficiente de Gini se elevó hasta 0,467 desde el último registro de 0,435 en diciembre.
El indicador no solo señala un severo deterioro en la distribución del ingreso, sino que en apenas 90 días, el programa económico libertario produjo la peor marca distributiva en los últimos 20 años. Nunca antes desde 2004 el Coeficiente de Gini había alcanzado 0,467.


Rara relación de optimalidad de Pareto la que pretende Milei llevar a la academia de Suecia. Una en la que unos pocos comienzan a estar mejor, al tiempo en que las mayorías se encuentran aceleradamente en una situación deteriorada en materia de actividad, empleo e ingresos.


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