La economía de Javier Milei en 2025 y el desafío de una recuperación generalizada: qué esperar

Según todos los estudios, están dadas las condiciones para que baje la inflación, el dólar se mantenga estable y la economía crezca, con mejores salarios y baja de la pobreza.

Plantear el escenario económico hacia 2025 implica al menos dos miradas: la foto y la película. Y a ambas se les puede añadir un tercer factor: el desafío.

La “foto” señala que la economía argentina cerró 2024 con una contracción en el nivel de actividad de entre 2,5% y 3%, una inflación cercana a 117% anual y una tasa de pobreza del orden del 40%, debido al deterioro en los niveles y la calidad del empleo y del salario generado por la recesión.

Cuando el año que pasó se analiza “punta a punta” no ofrece los mejores números, pero cuando se observa “la película”, la percepción es diferente.

El resultado se explica casi totalmente por las medidas que adoptó el gobierno de Javier Milei en el inicio del mandato: devaluación (que disparó la inflación) más un fuerte recorte de subsidios y suba de tarifas que pegaron de lleno en los bolsillos y voltearon el poder de compra de los ingresos.


Macro y consumo


A grandes rasgos, los peores números se dieron en el primer semestre del año, y en particular en el primer trimestre, tramo en el que la actividad se desplomó 5,4%, para cerrar el período con baja de 3,4%. Desde julio se percibió un cambio focalizado en el agro (porque se comenzó a comparar con los malos números del “seco” 2023) y en el sector energético, impulsado por Vaca Muerta. Así, el tercer trimestre mostró un crecimiento de 3,4%. El cuarto comenzó con un nievo incremento en octubre, aunque son estridencias.

El factor común en ambas etapas del año fue la debilidad del consumo. La obligación de las familias a destinar una mayor porción de sus ingresos al pago de los servicios del hogar y del transporte quitó recursos para otros gastos, y eso agudizó el proceso recesivo.

Dentro de la “película”, desde el bimestre septiembre/octubre se verificó un repunte, que no es para todos y tampoco es robusto.

Así como no puede soslayarse que el nivel de actividad en general está impulsado por el agro, ya que su fuerte crecimiento obedece a que se compara con un año muy malo, tampoco puede minimizarse que la caída del consumo es por el fenómeno inverso: se está cotejando contra una base estimulada por el anabólico del “plan platita”.

Por ello, es de esperar que desde enero los indicadores de consumo pasen a terreno positivo. La clave está en definir si ese avance se traduce en mejora para todos los bolsillos.

Con el superávit fiscal consolidado –más allá de cómo fue alcanzado– y con el dólar estabilizado, el “desafío” del Gobierno es que los buenos números que ofrece la macroeconomía se trasladen a la micro y se expanda.

Para el Gobierno, es fundamental que la gente comience a percibir una mejora concreta en el corto plazo y se afiance la confianza en que está en el camino correcto. Para el Gobierno, eso ya está sucediendo, ya que calculó que la pobreza se redujo de 54% en el primer trimestre al 39% en el tercer período, a partir de la caída de la inflación.

Durante las últimas semanas, se ha vivido un clima positivo en los mercados. Crecimiento de las acciones, baja del riesgo país y compra de dólares por parte del Banco Central –más de U$S 21.500 millones en el año-. Pero, al mismo tiempo, el sector real sufre por el freno en algunos sectores industriales afectados por el precio del dólar y la apertura de las importaciones.

Entre los “desafíos” 2025 para el Gobierno, está el de encontrar el canal que alimente ambos escenarios para que la mejora sea generalizada.


¿Qué esperan los analistas?


En materia inflacionaria, el mercado y los principales analistas confían en que continuará el proceso de desaceleración. Las proyecciones para el año próximo la ubican entre 25% y 30%. Estos fueron los cálculos que plasmaron más de 40 especialistas en el relevamiento de expectativas que elabora el Banco Central. Para el Gobierno, estará en 18%, según el frustrado proyecto de presupuesto nacional.

Respecto del dólar, las estimaciones coinciden con el recorrido de la inflación. Con los precios en caída, los especialistas entienden que el Gobierno podrá bajar el crawling peg al 1%. Esto ya se observa en las cotizaciones de los futuros del dólar. El estudio que dio a conocer el BCRA muestra que los agentes económicos actúan esperando un dólar oficial a $ 1.230 para fines del próximo año.

Respecto del nivel de actividad, hay coincidencias en que la economía tendrá un año favorable. Se estima un piso de crecimiento de 5%.

Este crecimiento estará apoyado básicamente por las exportaciones. Para 2024, se espera un saldo comercial final favorable entre U$S 18 mil millones y U$S 20 mil millones, resultado que podría extenderse hasta los U$S 25 mil millones en 2025.

Esta presunción se basa en que se espera un aumento en la cosecha de cereales y, principalmente, en lo que producirá el sector energético, que cerró 2024 con un saldo a favor cercano a U$S 5 mil millones, que podría trepar hasta los U$S 10 mil millones en el año que comienza.


Cepo y FMI, dos claves decisivas


Para que las buenas proyecciones de 2025 se cumplan o se sobrecumplan, la salida del cepo y un acuerdo con el FMI son dos factores determinantes, que están atados.

El Gobierno confía en que cuando Donald Trump se siente en el Salón Oval de la Casa Blanca estará allanado el camino para que el FMI finalmente se avenga a dar apoyo financiero al país. Sería una suma de dólares suficiente para fortalecer las reservas y levantar el cepo con respaldo para evitar algún tipo de presión.

En paralelo, continuará con el plan de reducción de la devaluación mensual hasta terminar con la inflación.

La diferencia está en los tiempos. En caso de que Trump active el esperado apoyo apenas asuma el cargo, Argentina podrá levantar las restricciones cambiarias en el inicio del año. En consecuencia, podrían superarse las estimaciones más conservadoras. Si el respaldo se demora, todo será mucho más modesto y los tiempos electorales jugarán en contra de las pretensiones de Milei de “arrasar” en las elecciones de medio término. Por tanto, enero puede ser un mes que marque el destino de todo el período.


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