La economía de 2025 comienza a revelar los límites del cortoplacismo

El desarme de carry trade de parte de los grandes jugadores, el reclamo del campo y las dudas en torno al nuevo acuerdo con el Fondo Monetario. Los logros en materia fiscal e inflacionaria comienzan a ser eclipsados en vísperas de año nuevo, por el agotamiento del esquema de atraso cambiario y altas tasas de interés en pesos.

A lo largo de 2024 el presidente Javier Milei hizo gala una y otra vez de sus logros en materia fiscal e inflacionaria, y de los elogios que la gestión del gobierno argentino alcanzó en diferentes lugares del mundo.


Si el análisis se circunscribe únicamente a la reorganización del Estado, el orden de la ecuación fiscal y la senda descendente de la inflación, habría fundamento suficiente para sostener que el primer año de la gestión libertaria fue mucho mejor de lo que esperaban propios y extraños.


Un gobierno con estruendosa minoría parlamentaria, que así y todo se las arregló para imponer un mega DNU de profundas reformas sin pasar por el Congreso, una Ley Bases que desarticuló buena parte del tejido de protección social al trabajo y las regulaciones económicas, que le negó a los jubilados la movilidad y a los estudiantes la Ley de Presupuesto Universitario. Y todo ello, sin expresión masiva alguna de protesta y el sindicalismo sorprendentemente silencioso.


El año se termina sin embargo en medio de un ambiente económico enrarecido, que no estaba en los planes del gobierno ni de sus detractores. Hace al menos dos semanas los mercados comenzaron a dar señales de incertidumbre, y el dólar no tardó en reaccionar.


El uso del tipo de cambio como ancla para los precios minoristas es una práctica que supo ser asidua durante el kirchnerismo, de la que el ministro Luis Caputo se valió como una de las patas fundamentales de su programa. Desde el vamos se sabía que se trataba de una apuesta de cortísimo plazo.

Los límites del esquema de corto plazo basados en tipo de cambio atrasado, eran un secreto a voces. Los paralelos aceleraron 15% en diez días, el campo reclama la motosierra sobre las retenciones, y el FMI duda de realizar nuevos desembolsos en un escenario de probable salida de capitales.


La sola mención del atraso cambiario irritó al presidente en repetidas ocasiones a lo largo del año. Mal que le pese al mandatario, es el síntoma predominante a horas de culminar el 2024. El dólar oficial creció apenas 24% en doce meses. En el mismo periodo, la inflación acumuló un 116%. Y a ello hay que agregar la devaluación del 25% en Brasil, nuestro principal socio comercial.


El Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM) que publica el Banco Central (BCRA) a cargo del socio del ministro de economía, Demian Reidel, registra que el dólar al cierre del primer año de Javier Milei es más barato que el del final de la gestión de Sergio Massa.


En ese escenario, la aceleración del 15% que registraron los dólares paralelos en los últimos diez días es apenas un síntoma del final de ese cortoplacismo que permitió a los grandes jugadores de la economía posicionarse en pesos a lo largo del año, “hacer tasa”, y oportunamente retirarse. La ganancia fue del 80% en dólares, inaudito.

Carry trade

80%
Fue la ganancia en dólares que amasaron los grandes jugadores de la economía, que supieron aprovechar el atraso del tipo de cambio y las colocaciones a corto plazo en pesos.


Toyota fue la primera que a fines de la semana pasada decidió gritar “el rey está desnudo”, retirándose del carry trade, y golpeando las arcas del BCRA. Justamente las reservas, son otra señal de los límites del cortoplacismo que caracterizó el andamiaje financiero y cambiario de 2024.


Pese a que la autoridad monetaria compró divisas por casi u$s 20.000 millones a lo largo del año, de haber tenido una cosecha récord tras la sequía de 2023 y de haber recuperado el superávit comercial, las reservas netas del BCRA son negativas por u$s 10.500 millones al cierre de 2024. Es el mismo nivel que tenían hace exactamente un año cuando Milei asumió la presidencia.


Los límites del cortoplacismo se manifiestan en la actitud que comienza a observarse en dos actores que hasta el momento han sido aliados del gobierno. El primero es el campo, que este fin de semana levantó fuerte la voz para reclamar por la baja de retenciones tras haber soportado un año entero de alta inflación y dólar congelado.


El segundo es el mismísimo FMI, donde la pregunta es si vale la pena firmar un acuerdo que incluya nuevos desembolsos justo en el momento en que los que aprovecharon las mieles del carry empiezan a dar señales de retirarse. En el organismo creen recordar que en 2018 ya atravesaron un proceso similar, y que curiosamente uno de los articuladores de la economía en aquella época también se llamaba Luis Caputo.


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