La doble vara de Milei y Caputo: a la tribuna desregulación, para la praxis intervención
Libres, pero no tan libres. │ El ministro de economía le negó la homologación a la paritaria de camineros. La medida esconde un profundo desconocimiento de la ley y la discrecionalidad a favor de los amigos. El abandono pragmático del dogma que coloca a la emisión como única causa para la inflación.
El diálogo sucedió hace exactamente una semana y pasó casi inadvertido para la mayoría. De un lado el periodista Jonathan Viale. Del otro el ministro de economía. La noticia en cuestión es que el Sindicato de Camioneros que conduce Pablo Moyano, acordó un incremento salarial del 25% para el mes de marzo y del 16% para abril.
“Lo tenés a Moyano diciendo homologame el 25% de aumento o te paro el país ¿le van a homologar?”, consultó el periodista. “No, no vamos a homologar eso porque tiene que tener una lógica la paritaria”, respondió el ministro. “Pero entonces no son paritarias libres…”, insistió Viale. “Si, son libres, pero como organismo regulador la Secretaría de Trabajo debe homologar ¿por qué vas a homologar algo que no tiene ningún sentido? Vos mismo te generás un problema…”, afirmó Caputo.
Al instante el ministro advirtió el significado conceptual de sus propias palabras, y luego de tartamudear por unos segundos intentó corregirse, pero terminó por reafirmar aquello que su inconsciente le advertía que debía evitar decir: “Si se homologa la un 25% en febrero y la inflación fue 13%, un 20% en marzo cuando la inflación va a ser 10%, bueno el próximo que venga va a decir a mi dame 40% en abril o 30% en mayo…” advirtió.
El periodista volvió a re preguntar: “¿Y vos decís que eso puede hacer que se te dispare la inflación?”, indagó. “Obvio, claro…”, respondió el ministro.
Elocuente.
Inexperiencia, discrecionalidad, doble vara, desconocimiento de los resortes del Estado, y contradicciones entre la teoría y la praxis. Todo ello surge de lo expresado por el ministro.
"No vamos a homologar las paritarias por encima de la inflación"
— Corta 🏆 (@somoscorta) April 6, 2024
Luis Caputo indicó que el reclamo de Camioneros "no tiene ningún sentido" aunque insistió en que "las paritarias son libres pero el Estado tiene que homologar".https://t.co/UgSv4IW2UV pic.twitter.com/pIHZSnDrQQ
“Lo esencial es invisible a los ojos” expresó alguna vez Saint Exupéry en boca de El Principito.
A simple vista, las expresiones del ministro no llaman la atención teniendo en cuenta el estado actual de la economía y los contrapesos de la política, entre los cuales la figura de los Moyano representa aquello que el gobierno de Milei dice querer cambiar.
Pero si se identifican los mensajes implícitos en las palabras de Caputo, es posible advertir al menos tres dimensiones en los que el breve diálogo que mantuvo el domingo pasado por la noche, revelan el perfil de la actual conducción político-económica.
Analfabetismo jurídico
Lo primero que sorprende en las expresiones del ministro es que sus palabras van en contra de la legislación vigente.
Hay que suponer que Caputo desconoce por completo el marco jurídico que regula las negociaciones paritarias. De lo contrario, hay que pensar que si conoce el marco jurídico, entonces decide atropellarlo intencionalmente.
El artículo 4 de la Ley 14.250 que rige los convenios colectivos de trabajo expresa que el único motivo que puede impedir la homologación es que la paritaria incluya “cláusulas violatorias de normas de orden público o que afecten el interés general”. No parece ser el caso.
La norma no faculta en ningún caso a la Secretaría de Trabajo a oponerse a la homologación porque la misma “no le parece razonable”.
En tal caso lo que debiera hacer el ministerio de economía es explicitar cuál es la pauta que le resulta “razonable” en las negociaciones paritarias.
Ocurre que ello sería visto como una intervención directa en un acuerdo que se supone “libre” entre los sindicatos y las cámaras empresarias.
Resulta bastante evidente que el declamado discurso que pregona el oficialismo sobre libre mercado, desregulación y ausencia de intervención estatal, se hace mucho más difícil de sostener frente a la realidad de la gestión, que ante a las hordas enfervorizadas que gritan “viva la libertad carajo”.
La ley no faculta a la Secretaría de Trabajo a no homologar una negociación paritaria por no considerarla «razonable». Además, el organismo tiene 45 días hábiles para hacerlo. Caso contrario la paritaria queda homologada de hecho.
El artículo 6 de la Ley 23.546 en tanto, dice explícitamente que la Secretaría de Trabajo “deberá pronunciarse dentro de un plazo no mayor de cuarenta y cinco días hábiles de suscripta la convención”, y agrega que “Transcurrido dicho plazo se la considerará automáticamente homologada”.
En pocas palabras, lo que Caputo plantea es inviable simplemente porque la ley así lo indica. Si el gobierno se niega a homologar un acuerdo alcanzado libremente entre privados, el simple paso del tiempo hará que el mismo quede ratificado (y generará un enorme problema a las empresas que deberán abonar lo pactado de forma retroactiva).
La doble vara ideológica
Al intentar comprender las razones del encono oficial con la paritaria de camioneros, de inmediato emerge el contraste: la paritaria de Empleados de Comercio acaba de cerrarse con un aumento del 8% para abril y del 7% para mayo, más un adicional no remunerativo de $40.000. La misma sí tuvo el visto bueno oficial.
Probablemente en el caso de comercio, el porcentaje del incremento pautado entre privados sí le resulta “razonable” al ministro, dado que se ajusta mucho más al sendero que el gobierno de Javier Milei sueña para la inflación en lo que resta de 2024.
Armando Cavallieri, el histórico dirigente de los Empleados de Comercio, lleva 42 años al frente del sindicato. Sin embargo, lejos de ser considerado “casta”, cae mucho más simpático en los pasillos de Casa Rosada que el dirigente “kirchnerista” de camioneros, Pablo Moyano.
Casualmente, Cavallieri fue el único dirigente sindical que apoyó explícitamente la reforma laboral que Milei incluyó en el DNU 70/23, y que más tarde fue dada de baja por la justicia laboral.
A la luz de las simpatías ideológicas mediante las cuales el gobierno de Milei divide de forma binaria y taxativa entre “buenos y malos” o entre “amigos y enemigos”, la discrecionalidad manifiesta de Caputo se ve mucho más nítida.
“A los amigos todo, a los enemigos, ni justicia” dijo alguna vez el General Perón.
No hay mejor expresión para ilustrar la doble vara del ministro de economía, que utilizando los resortes del Estado que administra y a la vez desconoce, le niega a dedo a los privados “el cuerpo jurídico vigente” en materia laboral.
Heterodoxia pragmática
El marco conceptual con el cuál Javier Milei logró enamorar a los miles y millones que lo catapultaron al poder, comienza a quedar archivado para la praxis y reservado solo para los ámbitos en los que el presidente da una charla académica o tiene delante suyo la luz roja de una cámara.
Por si algún distraído perdió el hilo del debate público, Milei adhiere hasta el extremo del fanatismo a la receta monetarista clásica, y afirma que la inflación tiene una única y exclusiva causa posible: la excesiva emisión monetaria.
Esto es, el Estado gasta por encima de sus posibilidades, incurre en déficit fiscal crónico, y para poder financiar el rojo de las cuentas públicas, emite de forma desmedida. Cuando la velocidad a la que crecen los agregados monetarios es superior a la tasa a la que crece el producto, entonces inevitablemente los precios crecen. Bajo esa mirada conceptual, la única solución posible para la inflación es reducir drásticamente el gasto del Estado, eliminar el déficit, y dejar de emitir moneda para financiar al fisco.
Dado que esa es “la única causa posible” para la inflación, entonces resulta inútil cualquier receta heterodoxa que se parezca a un acuerdo forzoso de precios, a la intervención estatal en un mercado a fin de influir en la determinación de los mismos, o para modificar el resultado alcanzado en un acuerdo entre privados (por ejemplo en una paritaria).
Al momento de llevar adelante el programa económico que Milei autoproclama en sus giras por el extranjero como el primero de carácter “liberal libertario” en la historia mundial, las recetas se parecen demasiado a aquello que Milei y Caputo dicen venir a combatir.
El ministro de economía Luis Caputo también adhiere a esta concepción. Al menos eso afirmaba hasta el día en que asumió.
Sin embargo la praxis de la gestión suele ser algo más tirana que los paneles de televisión en los que La Libertad Avanza supo hacer famoso su dogmatismo.
Resulta así que al momento de llevar adelante el programa económico que Milei autoproclama en sus giras por el extranjero como el primero de carácter “liberal libertario” en la historia mundial, las recetas resultan bastante trilladas y conocidas.
No solo ello, se parecen demasiado a aquello que Milei y Caputo dicen venir a combatir, revertir y transformar.
Uno de los escándalos que atravesaron la semana política, fue el yerro que ambos protagonizaron en sendas entrevistas periodísticas en las que celebraron la abrupta caída de la inflación en base a datos falsos. Tanto el presidente como el ministro citaron un perfil de la red social “X” que teóricamente relevaba los precios on line de la cadena de supermercados Jumbo, y señalaba una caída del 5% en los precios durante la primer semana de abril. Resultó ser un perfil dedicado al humor.
Pero más allá de lo alarmante que resulta el hecho de que el presidente y su ministro de economía basen su pronóstico en los datos de un bot en redes sociales y no en los datos relevados oficialmente por el Estado, más llamativo aún resulta que den asidero al hecho de que la decisión de precios de una cadena de supermercados puede modificar el promedio de precios de todos los bienes y servicios de la economía.
El segundo escándalo que escaló la agenda pública, fue el contrapunto con las empresas de medicina prepaga.
“Las prepagas le están declarando la guerra a la clase media” twiteó el ministro de economía en la tarde del lunes. “Nosotros desde el gobierno, vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para defender a la clase media” agregó.
Las prepagas le están declarando la guerra a la clase media.
— totocaputo (@LuisCaputoAR) April 8, 2024
Nosotros desde el gobierno, vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para defender a la clase media.
El malestar del gobierno radica en que desde enero hasta marzo, las prestadoras aplicaron un incremento acumulado del 113%, frente a una inflación acumulada del 53% en el primer trimestre.
Sorprendentemente, el ministro imaginaba un mundo en el que su propia decisión de desregular por completo los precios de la medicina prepaga, no iba a derivar en incrementos de precio recurrentes de parte de los empresarios prestadores.
En otras palabras, fue el propio gobierno el que le dio “libertad” a los empresarios de fijar precios en base a su ecuación de costos. Tres meses después, el mismo gobierno, con los mismos funcionarios a cargo, elige el eufemismo “guerra a la clase media” para etiquetar aquello que en campaña entendían como “libertad empresaria”.
De inmediato, el gobierno acudió a una herramienta a la que ya ha convertido en modalidad. La maquinaria de redes sociales y medios afines que compone el aparato de comunicación oficial, dedicó toda la semana a denostar y desprestigiar a las prepagas.
Caputo acaba de descubrir que la inflación también es motorizada por el poder de los formadores de precio, los aumentos discrecionales de las prepagas, y la incidencia de los salarios en los costos, lo cual puede derivar en una espiralización.
En ese camino, el gobierno “descubrió” y dio a conocer que el titular de Swiss Medical, Claudio Bellocopit, recibió una asistencia millonaria durante la pandemia a fin de hacer frente a los salarios mediante el ATP y los repro. Un beneficio al que accedieron miles de empresas en todo el país, incluidas aquellas con las que el gobierno (al menos por ahora) simpatiza.
Como resumen, en el lapso de apenas una semana el ministro de economía descubrió algunas otras causas para la inflación además de la excesiva emisión monetaria, a saber: el poder que tienen las cadenas de supermercados como formadores de precio, la necesidad de regular los precios de la medicina prepaga desde el Estado, y la incidencia que tienen los salarios en los precios, lo cual puede derivar en una espiralización de costos.
Cuentan los trascendidos que las lágrimas de emoción que habría vertido esta semana el ex secretario de comercio interior Guillermo Moreno, serían apócrifas.
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