La devaluación del Real no se detiene y llena de interrogantes el 2025 para la economía de Javier Milei

La moneda brasilera acumula una depreciación del 25%, mientras que el Peso argentino no ha dejado de apreciarse en 2024. Un escenario similar hizo volar por los aires la convertibilidad en 1999/2000. Todos los caminos llevan a una corrección cambiaria en Argentina más temprano que tarde.

Tipo de cambio cuasi congelado en Argentina y fuerte devaluación en Brasil. Una combinación de extremas consecuencias para la economía argenta, de la cuál la historia reciente conoce un capítulo traumático, y que parece asomar una vez más.


El tipo de cambio en Brasil acumula una devaluación del 25% en lo que va de 2024, y la pérdida de valor del Real no detuvo su marcha por las Fiestas, depreciándose hasta los 6,20 reales por dólar en vísperas de navidad.


En ese marco, y en medio de las dudas sobre la salud del presidente Luiz Inácio Lula Da Silva, la autoridad monetaria del vecino país ya destinó infructuosamente más de u$s 15.000 millones para intentar detener el embate contra la moneda.


Como contracara, el Peso no ha dejado de apreciarse a lo largo del año. En lo que va de 2024, el tipo de cambio oficial avanzó apenas un 24% frente a una inflación acumulada del 112%. Dada la estrecha relación que existe entre ambas economías, el efecto de la devaluación brasilera en conjunto con el atraso argentino, es casi inmediato.

Dada la fuerte devaluación del Real y el atraso cambiario acumulado en Argentina, todos los caminos conducen a que el Peso argentino deberá apreciarse más temprano que tarde. El punto es si lo hará “por las buenas o por las malas”.


El gigante sudamericano es el principal destino de las exportaciones argentinas. La primer consecuencia directa del actual escenario, es un profundo encarecimiento de los productos argentinos en Brasil, que tiene contrapartida un abaratamiento de los productos brasileros en Argentina. Por ambas vías, la pérdida de competitividad argentina puede ser lapidaria para la economía nacional en 2025.


El ex vice ministro de economía durante el menemismo, Orlando Ferreres, señaló recientemente a RÍO NEGRO que la coyuntura actual hace recordar a la devaluación que estableció el gobierno de Fernando Henrique Cardozo en 1999, que un año más tarde hizo volar por los aires la convertibilidad argentina.


Asimismo, el economista y profesor de Harvard, Alberto Cavallo, señaló esta semana que “Argentina es hoy un 19% más cara que Brasil en dólares para una canasta idéntica de alimentos, combustibles y electrónicos”. El especialista que dirige además la consultora Price Stats, agregó que “Históricamente, la ley del precio único se cumple en promedio entre ambos países, y las desviaciones suelen corregirse en pocos meses”.


Lo que Cavallo denomina “corrección” puede suceder de dos formas. La primera es que se revierta la devaluación brasilera en el corto plazo. La segunda, es una fuerte devaluación del Peso en el corto plazo. No hay nada que permita pensar a ciencia cierta en la primera opción. Todos los caminos conducen a que el Peso argentino deberá apreciarse más temprano que tarde. El punto es si lo hará “por las buenas o por las malas”.


Al complejo estado de situación, hay que agregar que en Argentina sigue existiendo cepo cambiario, y el punto es cuándo y de qué forma el gobierno cumplirá su promesa de eliminar definitivamente las restricciones. El presidente se apresuró a celebrar “el final de la brecha” a principios de diciembre. La euforia duró un suspiro. En un puñado de días, el dólar blue subió 14% hasta llegar a $1.200 y el MEP lo hizo un 12% hasta los $1.174.

El posible acuerdo con el Fondo Monetario con nuevos desembolsos que permitan abrir el cepo, y las potenciales consecuencias de una devaluación sobre la dinámica inflacionaria, son los dos grandes interrogantes al inicio de 2025.


La secuencia es apenas un botón de muestra. Los pesos que hoy “hacen tasa” pueden “volar al dólar” en cuestión de horas, y el escenario parece cada vez más propicio para que eso suceda. En ese marco, hay dos interrogantes de cara al inicio de 2025.

El primero es si la simpatía de Trump alcanzará para que el FMI acceda a un nuevo acuerdo que le de a Milei los u$s 20.000 millones que necesita para levantar el cepo. El segundo es si levantar el cepo, con devaluación incluida, no abortará la dinámica de inflación a la baja que logró el gobierno en 2024, justo en vísperas de un proceso electoral clave.


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