La crisis bancaria en EEUU y la fragilidad del sistema financiero global

En menos de una semana dos entidades bancarias norteamericanas entraron en quiebra y se teme un efecto dominó que genere un colapso financiero internacional. La génesis del derrumbe bancario radica en los principios más básicos del esquema monetario capitalista. 

Quienes son asiduos conocedores del mundo del fútbol entienden perfectamente el significado simbólico de una conferencia de prensa en la que el presidente del club manifiesta «todo su respaldo al DT» y dice que quiere «llevar confianza a los hinchas». El desenlace es más que probable, quizás inminente.

Una sensación similar fue la que se generó cuando en la jornada de ayer el Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, habló frente a los periodistas norteamericanos y manifestó que «el sistema bancario es seguro». Agregó además que «los depósitos estarán disponibles cuando los necesiten».

El mensaje implícito es elocuente. Si el propio Presidente de los EEUU debe salir de urgencia a manifestarse públicamente en relación a la crisis bancaria, entonces se trata de una crisis más grave de lo que se esperaba. Lejos de llevar tranquilidad, el mensaje de Biden no hace más que confirmar la preocupación del gobierno norteamericano ante la posibilidad de una crisis financiera que alcance nivel global.

En un repaso sencillo de los acontecimientos que desataron la corrida bancaria y el colapso de los bancos, sucede que la Reserva Federal (FED) anunció una suba de la tasa de interés de referencia, que se generó un drenaje de liquidez, que ello complicó la salida a bolsa de empresas ligadas a la inversión de riesgo en startups tecnológicas, y que esas empresas comenzaron a acudir a sus depósitos.

Al ser el Sillicon Valey Bank (SVB) una entidad principalmente ligada a las tecnológicas, fue el primero en sufrir el retiro masivo de los depósitos. El efecto contagio es casi inevitable. Empresas y ahorristas buscan proteger sus depósitos y la reacción intuitiva es retirarlos del banco. A las pocas horas un segundo banco, el Signature Bank, siguió igual suerte que el SVB, y los trascendidos indican que ya hay al menos cuatro bancos más que están seriamente comprometidos.

Quiebra. Sillicon Valey Bank fue el primero en caer.

No obstante, al revisar las verdaderas causas del colapso bancario resulta que las mismas se encuentran en el corazón de las bases del sistema financiero capitalista. En efecto, el sistema bancario funciona habitualmente sobregirado. En pocas palabras, cualquiera sea la situación política y económica, si todos los depositantes acuden al mismo tiempo a retirar su dinero, ningún banco del mundo cuenta con los fondos suficientes.

La teoría económica lo denomina «multiplicador del dinero». Un depositante acude al banco y coloca por ejemplo u$s 1.000. La entidad bancaria está obligada a mantener un encaje por el 10% (el porcentaje cambia según el país) y puede prestar el resto del dinero. Acto seguido el banco guarda u$s 100 y presta u$s 900. Pero ese préstamo de u$s 900 se instrumenta en la práctica como un nuevo depósito de u$s 900, de los cuales el banco debe guardar u$s 90 y puede prestar otros u$s 810.

La secuencia se repite una y otra vez. El resultado es evidente: sobre un depósito inicial (y real), el sistema ha «creado» dinero fiduciario, que no existe físicamente en la entidad bancaria. La supervivencia a largo plazo del esquema solo es posible mientras todos los depositantes «creen» que su dinero está bien resguardado en el banco.

«Los estadounidenses deben tener confianza, los depósitos estarán disponibles cuando los necesiten»

Joe Biden, Presidente de los EEUU

El sistema bancario global es como un gigante con pies de barro. Toda la capacidad financiera del mundo está cimentada en algo extremadamente frágil: la confianza. Cuando la confianza en el sistema se quiebra, y si todos pretenden tener los billetes físicos (sus billetes) en la mano al mismo tiempo, el sistema no tiene forma de responder.

Lo cierto es que el sistema bancario capitalista fue pensado como una manera de inyectar fluidez financiera a la economía real y en el tiempo desvirtuó su razón de ser, convirtiéndose en una fenomenal maquinaria especulativa global, con escaso respaldo y sustento en la economía real.

El objetivo del multiplicador del dinero es originalmente lograr que los ahorros ociosos financien la inversión productiva y que a largo plazo eso se traduzca en un incremento del stock de capital productivo. En el peor de los casos, si el sistema bancario no tuviera los fondos para atender una hipotética corrida, el sistema económico tendría como respaldo las fábricas, las máquinas, las flotas, las plantas productivas o las propiedades que ese sistema bancario ayudó a financiar.

El problema queda a la vista una y otra vez: el sistema financiero global ya no sirve a los fines para los que fue ideado, y se ha montado sobre sí mismo para generar un negocio multimillonario que rige los destinos de la economía global en base a la especulación.

Son estos los momentos en que los bancos centrales suelen aparecer en escena y llevar adelante un «rescate» de las entidades bancarias. Un eufemismo para referir a la emisión monetaria necesaria para suplir con dinero de los contribuyentes los depósitos faltantes y los desaguisados de las entidades bancarias. La prioridad pasa a ser evitar que el pánico se extienda y haga caer todo el sistema bancario.

También suelen ser horas donde quienes habitualmente critican la excesiva emisión monetaria para financiar el gasto social social del Estado, suelen distraerse y mirar para el costado.


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