La competencia de monedas de Javier Milei todavía no despega: por ahora, los dólares siguen en el colchón
La dolarización endógena que pretende el Gobierno nacional a través de la competencia de monedas tiene un arranque débil, al menos en el proceso de consumo doméstico.
Desde el 28 de febrero está en vigencia la opción de pagar consumos con tarjeta de débito o billeteras virtuales sobre cuentas propias nominadas en moneda extranjera. Desde el próximo 1° de abril también se sumarán los pagos que se realizan a través de QR interoperables. A su vez, el Banco Central creó la figura del DEBIN (Débito Inmediato) automático para que se puedan realizar pagos en cuotas en dólares.
Esto se añade a la autorización que con anterioridad se le había dado a los comercio para que exhiban los precios de sus productos en otra moneda que no sea el peso.
Todo este sistema que comenzó a rodar a principios de este año tiene como objetivo facilitar la utilización de los dólares que están depositados en los bancos que surgieron del blanqueo de capitales.
La inestabilidad que por décadas tuvo el peso provocó que las grandes transacciones, como inmuebles o automóviles, se hicieran en forma efectiva con dólares para disipar la discusión del precio, pero ahora el gobierno de Javier Milei pretende que el billete americano fluya por la economía doméstica, con lo cual cumpliría, al menos en parte, con su promesa de “dolarización” que lo llevó a la presidencia.
En las primeras semanas de vigencia del sistema la respuesta de los argentinos resultó conservadora.
“No tenemos datos ciertos todavía”, fue la respuesta de los bancos ante la consulta de La Voz de cómo fue el resultado en las primeras semanas de aplicación del sistema.
Una contestación parecida entregó el sector comercial, tal vez el más interesado en este nuevo mecanismo.
La falta de información y los tonos de las respuestas no hacen más que confirmar que en las primeras semanas hubo un interés casi nulo en pagar cuentas de supermercados, casas de ropa, repuestos, pequeños consumos con dólares.
Si bien el sistema es incipiente y debe comenzar a madurar tanto desde el comercio como desde los consumidores, la primera impresión es que en la vida cotidiana el “bimonetarismo” perdurará por mucho tiempo. Cabe recordar que el sistema es absolutamente voluntario y por ende depende exclusivamente de la intención de ambas partes de realizar la transacción en otra moneda que no sea el peso.
Este es un punto a evaluar por el equipo económico, porque la población le está dando la señal de que no va a sacar los dólares del colchón para ir a la verdulería o comprarse un par de zapatos; al menos en el corto plazo.
Esto deriva en que con la base monetaria en pesos congelada, la masa de dinero en circulación para una mejora sustantiva en el consumo puede resultar escasa. Según precisó Caputo es del 4,9% del PIB cuando históricamente estuvo entre 17%/18%.
Qué dicen del gobierno de la falta de pesos argentinos
Para el gobierno la “falta de pesos” es una virtud del modelo porque de esta forma “no se pueden comprar dólares” y así se atenúa la presión sobre su cotización. Pero, bajo la misma concepción libertaria el dólar es un bien más en la oferta general de la economía y así como “no hay pesos” para comprarlo, tampoco los hay para el resto de los bienes.
La búsqueda de dólares por parte del gobierno es casi una obsesión en el arranque de 2025 dado su objetivo de no devaluar. Un flujo vendrá por el lado del FMI y lanzó otra búsqueda con la reducción temporal de retenciones para garantizarse la liquidación del agro.
Por el lado del comercio exterior, los números del primer bimestre encienden una luz de alerta. La reactivación de la economía y la regularización de las importaciones, hizo que las compras en el exterior subieran 33% lo cual redujo el saldo comercial. Entre enero y febrero solo quedaron en el país por la diferencia entre exportaciones e importaciones U$S 389 millones, cuando en el mismo período de 2024 habían entrado casi U$S 2.200.
El Banco Central pasó de posición compradora a vendedora y en el mes tuvo que entregar U$S 580 millones. Las reservas se hundieron a U$S 26.656 millones.