La cerveza de Cipolletti se reinventa, y le hace frente a la crisis

Pese a los cambios de hábito, la caída de la demanda y la suba de costos, la ciudad ha logrado ubicarse en el mapa cervecero nacional. Con un volumen de producción 40% menor al de las épocas de gloria, la bebida local ya hace pie en Buenos Aires.

Pioneros. Pablo Vrlica y su esposa, fueron de los primeros en explorar el crecimiento de la cerveza en Cipolletti.

Sucedió hace menos de una década en Cipolletti, la cerveza artesanal experimentó un boom de demanda y producción. Con un escenario que pone por delante una economía golpeada por el ajuste y la caída del salario real, los mismos protagonistas buscan abrirse paso haciendo lo único que saben hacer: emprender.

La producción cervecera vivió un crecimiento exponencial entre 2016 y 2017 al calor de un grupo de cerveceros locales que lograron establecerse y posicionar a Cipolletti como un lugar destacado en el mapa nacional de la cerveza artesanal.


Subidos a la tendencia, los productores cipoleños no solo lograron un producto de buena calidad, sino que capitalizaron el momento ampliando notablemente su capacidad de producción. Al menos tres de las cinco cervecerías más grandes de la localidad, ampliaron en esos días su fábrica o incluso se mudaron a un lugar más amplio.


Hoy, en medio de la contracción que el ajuste de 2024 generó primero sobre el poder adquisitivo, y luego sobre la demanda, el desafío es adaptar la capacidad instalada de primer nivel, para satisfacer un mercado que no solo es más chico, sino que ha cambiado sus hábitos de consumo.


La explosión de consumo que Cipolletti supo tener para la cerveza artesanal, se estructuró en base a un tipo muy particular de envase: el botellón de tres litros recargable. El formato de expendio permitió crecer aceleradamente en volumen de producción, y generó además un inesperado encadenamiento productivo: el de los centros de recarga que proliferaban en distintos puntos de la ciudad.

El desafío de la cerveza cipoleña es adaptar la capacidad instalada de primer nivel, para satisfacer un mercado que no solo es más chico, sino que ha cambiado sus hábitos de consumo.


Aquel mundo ya no es el que era. La pandemia, los cambios en los hábitos de consumo, la irrupción de bebidas alternativas, y la extensión de la crisis económica, transformaron por completo el escenario de la cerveza artesanal.


Pese a ello, la presencia de la actividad está lejos de agotarse en la ciudad.
Con un volumen de producción mucho más acotado, un formato de expendio distinto, la búsqueda de sabores gourmet, y la exploración de mercados por fuera del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, la cerveza cipoleña no solo ha podido atravesar la crisis, sino que está más viva que nunca.


Del boom al presente


“Iniciamos en 2017 con la idea de ser un eslabón más en una gran cadena de cervecerías artesanales que se viene formando a lo largo del país”, relata Pablo Vrlica, creador de Kuruf, una de las cervecerías artesanales más grandes y establecidas de la ciudad. “El concepto de lo artesanal es el contacto con el público, el buscar el estilo por donde entrar a la preferencia del consumidor, y traerlo a este mundo de la cerveza”, agrega.


Su fábrica experimentó un crecimiento exponencial en apenas un par de años, que lo llevó a apostar por el crecimiento de escala en una fábrica nueva, desde donde llegó a “exportar” el 80% de su producción fronteras afuera de la provincia de Río Negro, principalmente a la ciudad de Buenos Aires.

Capacidad instalada. La planta de cervecería Kuruf, modelo en Cipolletti.

“La capacidad instalada que tenemos hoy, fue un accidente. El nivel de demanda en volumen que teníamos en 2017, nos fue llevando, llegamos a tener 27 empleados”, relata Vrlica. “Aún así logramos establecernos en el cuerpo a cuerpo y el contacto cercano con la gente, y hoy sostenemos 12 empleados”, agrega.


Gabriel Ruiz, es el creador de Kalevala, otra de las cervecerías que logró hacer pie en Cipolletti.
El boom de 2016 fue contraproducente para la calidad, porque los centro de recarga no cuidaban el producto. Hoy con la proliferación de las latas es mucho más posible asegurarse que la cerveza llegue al paladar en condiciones”, explica.

“Hoy con la proliferación de las latas es mucho más posible asegurarse que la cerveza llegue al paladar en condiciones”

Gabriel Ruíz, dueño y creador de cervecería Kalevala


Su pequeña planta de producción logró capear la caída de la demanda, y hoy sostiene la operación con trabajo propio y un solo empleado. “Esta es una etapa en la que nuestro enfoque pasa por cuidar el producto, los maridajes, la estética y el sabor. Es algo que a la gente le encanta”, relata Ruiz.


Otro de los casos de éxito de la cerveza cipoleña es Crafter. Uno de sus creadores, Axel Tiemroth, lo relata en primera persona. “El sueño en los inicios era un parque rural, pero nos encontramos con impedimentos en las ordenanzas de la ciudad”, recuerda. “En plena pandemia, comenzamos a levantar un emplazamiento nuevo en el parque industrial, y hoy nos quedamos con una mega fábrica desde donde pensamos explorar experiencias como visitas a la fábrica, para acercarnos al consumidor”, explica Tiemroth.

Crecimiento. Crafter, es otra de las cervecerías que expandió su capacidad en pandemia.


Crafter también logró hace tiempo hacer pie en Buenos Aires con cerveza “made in Cipolletti”, y acaban de instalar un pausterizador, lo que les permitirá estirar la viad útil de las latas, y naturalmente ampliar las opciones de mercado fuera de la ciudad y la provincia.


Con un recorrido similar, la cerveza Nihilista se abre asimismo paso en Cipolletti. Gastón Mich es uno de sus creadores, y junto a su socio Rodolfo García también experimentaron el crecimiento exponencial entre 2016 y 2017, aunque por su escala de negocio, no sufrieron la caída de la demanda en la pos pandemia.


“Nosotros nunca trabajamos con botellones y siempre tuvimos una demanda que supera nuestro volumen de producción. Eso nos ayudó a suplir la caída de la demanda con nuevos clientes”, comenta Mich.


El golpe de la crisis y los cambios post pandemia


El escenario político, social y económico de los últimos cuatro años, configuró una tormenta perfecta para la cerveza artesanal. La cuarentena por el Covid cerró todas las canillas de expendio en los bares. La irrupción masiva de los destilados como el gin y el ron, más el afianzamiento del vino como maridaje gourmet, recortaron la participación de mercado de la cerveza artesanal.

En tanto, la crisis económica de los últimos dos años, sumado al fuerte ajuste sobre los ingresos reales en pesos en el verano de 2024, generó un virtual desplome en la demanda.
Tal es el escenario generalizado para el sector, en toda la región, donde un sinnúmero de pequeños productores debieron bajar sus persianas en lo que va del año.

“El vino y los destilados, comenzaron a ganar terreno en la demanda y eso también golpeó la cerveza”

Gastón Mich, dueño y creador de cervecería Nihilista


Juan Benavidez, es propietario de cerveza Merlín en Centenario, donde la realidad es cruda. De los 15 productores que supo tener la ciudad vecina a la capital neuquina donde incluso llegó a conformarse un grupo asociado de cerveceros, solo quedaron 4.


“La crisis económica fue un colador. Nosotros tenemos un carrito cervecero donde en 2021 vendíamos 20 barriles por semana, en 2022 eso se redujo a 10 barriles por semana, y en el verano pasado a 5 barriles por semana”, relata Benavidez, que ha logrado equilibrar la ecuación del negocio con su emprendimiento gastronómico. “Antes la gente se comía una hamburguesa con una pinta, y luego pedía 3 o 4 pintas mas. Hoy solo sale la pinta que va con el plato”, completa el crudo panorama.


A escasos 20 kilómetros de distancia, la cerveza cipoleña enfrenta los mismos gigantes, pero se para firma de cara a la crisis. “La crisis fue un despertador. Ya en 2019 se contaba cuantas pymes cerraban por día. Después vino la pandemia. Nos generó un ruido y dejamos de disfrutar. Pero decidimos no soltar, y enfrentar el golpe mediante el mano a mano con la gente”, explica Vrlica.

Calidad. El producto es todo, y así lo entienden los cerveceros cipoleños, que ya pisan Buenos Aires.


El consenso de los cerveceros cipoleños, estima que el volumen de producción es hoy un 40% más chico que en el momento más alto de la demanda en 2017. “El volumen es mucho menor a raíz de la crisis económica. A eso hay que sumar el incremento de los costos fijos en pesos, como la luz y el gas”, explica Ruiz.


El proceso de producción de la cerveza artesanal tiene como condición innegociable la cadena de frío, a fin de mantener inalterables las características de sabor y calidad del producto.
La actualización de tarifas establecida en el marco de la quita de subsidios a la energía que lleva adelante el gobierno nacional, implicó un incremento de hasta el 1.000% en el último año para un insumo básico como la luz.


“La gente cuida un poco más el mango, pero además han aparecido una infinidad de bebidas que compiten con la cerveza”, relata Tiemroth. “El vino y los destilados que en otro momento estaban más relegados, comenzaron a ganar terreno y eso también golpeó la cerveza”, coincide Mich.

“Muchos entraron a la actividad cervecera por el negocio, y la verdad es que quien no tiene pasión se queda afuera”

Axel Tiemrot, dueño y creador de cervecería Cráfter


Lo cierto es que contra viento y marea, y pese a un escenario adverso y fluctuante, la cerveza cipoleña mantiene una oferta diversa, ecléctica, sostenida, y con una calidad que se valora incluso en otros puntos del país. De hecho, todas y cada una de las marcas que coexisten en la ciudad, han participado de ferias y competencias a nivel nacional e internacional, y han sido galardonadas en repetidas ocasiones.


Ruiz relata que en 2019 participaron con Kalevala en la Copa Argentina, donde también estuvieron presente los chicos de Cabrona y de Nihilista. Es la máxima competencia nacional para la cerveza artesanal. Ese año las cervezas cipoleñas obtuvieron 17 medallas, y se ubicaron como ciudad en tercer lugar en cantidad de galardones, luego de Buenos Aires y Mar del Plata.
La anécdota es un botón de muestra de lo bien catalogada que se encuentra la cerveza cipoleña a nivel país.


De cara al futuro


Los cerveceros de Cipolletti coinciden en dos cosas. La primera es que existe amplio margen para que la actividad siga creciendo y dando pasos firmes en la región. La segunda es que eso solo es posible para quienes abrazan la actividad no desde el rédito económico, sino desde la pasión y el amor por la elaboración de cerveza.

Gourmet. La exploración de sabores y la innovación, dos claves para reinventarse en medio de la crisis.


“Muchos entraron a la actividad por el negocio, y la verdad es que quien no tiene pasión se queda afuera. Pero si lo haces con amor, es difícil que te vaya mal”, señala Tiemroth. Pero el síntoma principal, es que el escenario económico empieza a enderezarse, y que el nivel de escala actual permite sostener la calidad y apostar a la innovación desde el sabor.

Existe amplio margen para que la actividad cervecera siga creciendo y dando pasos firmes en la región. El escenario económico empieza a enderezarse, y que el nivel de escala actual permite sostener la calidad y apostar a la innovación desde el sabor.


Las visitas guiadas a la fábrica, los blend de estilos, las degustaciones colaborativas, o las nuevas marcas de segmento, son algunas de las estrategias a las que han acudido las cervecerías cipoleñas para subsistir. “Nosotros creamos ‘Pécora Nera’, una nano cervecería de poco volúmen que nos permite explorar otros sabores con cervezas sauer y de fermentación mixta, un producto para un segmento mucho más selecto”, explica Vrlica.


La combinación de la paleta de sabores con la gastronomía propia, es otra de las apuestas. Es el camino que han comenzado a transitar Kalevala y Cabrona, y que Kuruf espera desandar en el corto plazo. La cervecería de Vrlica es la más grande de la ciudad, y tiene casi listo en la zona céntrica un desarrollo gastronómico que madura a fuego lento, pero que por sus dimensiones podría revolucionar la oferta del segmento en la zona.


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