Inflación: un triunfo de Milei con discurso liberal y herramientas intervencionistas
El 8,8% registrado en abril confirma la senda a la baja, y fortalece al mandatario confirmando el rumbo elegido. La contracara son las formas: los instrumentos utilizados incluyen control de precios, tarifas congeladas y tipo de cambio atrasado.
El Indec dio a conocer el dato de inflación del mes de abril, y se confirmaron los mejores pronósticos. En el cuarto mes del año, la inflación se ubicó en el 8,8%. El acumulado del primer cuatrimestre de 2024 es del 65% y el de los últimos doce meses llega al 289,4%. Se trata de una enorme noticia para el gobierno, que oxigena políticamente y confirma el rumbo.
El presidente Javier Milei lo logró en sus primeros cinco meses de gobierno. Lo viene logrando. La bestia negra de la economía argentina comienza a capitular lentamente. La inflación sostiene la senda a la baja y por primera vez desde el ajetreado proceso electoral de 2023, rompe de forma descendente la barrera de los dos dígitos.
El primer lado de la moneda arroja solo saldos positivos. A simple vista y despojado de cualquier otro matiz, es todo un logro. La impotencia del Estado para encontrar la solución definitiva para una inflación incontrolable, fue el motor principal que traccionó la llegada de Milei al poder.
En medio de un panorama todavía incierto, con un gobierno novato, y en medio de un agitado escenario político en el que la oposición no termina de asumir su nuevo rol, el mandatario se determinó a poner como prioridad la guerra a la inflación frente a cualquier otra variable macroeconómica, y ha logrado ganar las primeras cuatro batallas mensuales.
Milei lo viene logrando. La bestia negra de la economía argentina comienza a capitular lentamente. El mandatario se determinó a poner como prioridad la guerra a la inflación frente a cualquier otra variable macroeconómica, y ha logrado ganar las primeras cuatro batallas mensuales.
No tiene sentido siquiera recalar en el pronóstico de inflación «caminando al 15.000% anual» que gusta referir el presidente cada vez que da un discurso público importante. No hay fundamento empírico ni pasado ni presente para dicho cálculo. Ni siquiera los liberales más ortodoxos adhieren a semejante idea.
Fue el propio gobierno el que prefirió «que la inflación golpee fuerte al inicio» para luego comenzar a bajar, y poder exhibir el resultado que llega hoy, cinco meses después. El 25,5% inicial de inflación registrado en diciembre, es resultado del combo de política aplicado por Milei desde el día uno de su mandato, a saber: devaluación del 120%, liberación absoluta de precios regulados, desregulación de los precios de los combustibles, suba de tarifas.
Pero considerando el breve lapso que lleva en el sillón de Rivadavia, vale destacar que Javier Milei ha logrado achicar casi tres veces el registro de diciembre de 2023, cuando la inflación tocó el techo del 25,5%. Y no solo ello, sino que pese al ajuste más radical del gasto público del que se tenga memoria en democracia, aun mantiene un nivel de apoyo popular en torno al 50%. Todo ello figura en el haber del mandatario.
Con el 8,8% registrado en el mes de abril, Milei logra retrotraer la inflación mensual «al punto de partida» previo a la compulsa electoral de octubre del año pasado, cuando el ratio mensual se ubicó en 8,3%. Es decir, el gobierno pareciera haber logrado controlar la disparada inicial del promedio general de precios, y haber sentado las bases para empezar a asfaltar la ruta hacia la eliminación definitiva de la inflación.
La contracara es elocuente. El primer atenuante es que la inflación acumulada anual del 289% sigue siendo altísima, y enormemente distorsiva para la estructura económica en su conjunto. No solo ello, sino que así seguirá siendo al menos durante el resto del año 2024. La caída ostensible del agregado anual, recién podrá apreciarse dentro de un año, si es que el gobierno logra sostener por el resto de 2024 ratios mensuales a la baja.
En segundo lugar hay que considerar la sostenibilidad de las herramientas que han permitido al gobierno alcanzar cuatro meses consecutivos de inflación a la baja. El superávit fiscal sobre el que se funda la caída de la inflación en el primer trimestre del año, fue estructurado en base a la licuación de los haberes previsionales y el default a las energéticas. Ninguna de las dos herramientas podrá ser sostenida en el segundo semestre del año.
El libreto oficial indica una única causa para la inflación: el fisco gasta por encima de sus ingresos, incurre en déficit fiscales crónicos, y acude a la emisión monetaria para solventar el rojo en las finanzas públicas. Cuando la emisión monetaria crece a una tasa más elevada que la tasa a la que crece el producto bruto de la economía, entonces la inflación se convierte en endémica.
Ni el mandatario ni los suyos han tenido problemas en taparse la nariz y apelar al intervencionismo, y a herramientas heterodoxas que suelen denostar desde el atril de los conceptos.
El argumento tiene mucha lógica en los manuales básicos de economía, y en especial en la teoría monetarista ortodoxa a la que adhiere el presidente, sus funcionarios, y toda la tribuna libertaria. Con ese marco conceptual, el control de precios, la intervención de los mercados, los aprietes a empresarios, o el uso de precios testigos para anclar el nivel de precios, son mala palabra. O al menos debieran serlo.
Las cosas son muy distintas al momento de la praxis, donde frente al apremio de la gestión, ni el mandatario ni los suyos han tenido problemas en taparse la nariz y apelar al intervencionismo, y a herramientas heterodoxas que suelen denostar desde el atril de los conceptos.
No dudaron en hacerlo cuando luego de desregular absolutamente el mercado de la medicina prepaga, las empresas del sector se sintieron «liberadas» para establecer la tarifa que les parecía más adecuada en base a las reglas de mercado y su criterio empresario privado. «Libertad, pero no tanta» pareció ser el slogan al momento en que el gobierno obligó a las prepagas a retrotraer precios al 10 de diciembre y a devolverle a sus afiliados lo que habían cobrado de más.
Algo similar sucedió con los supermercados. Tras la liberación de precios para el rubro aplicada durante diciembre, enero y febrero, el ministro Luis Caputo decidió «convocar» a los supermercadistas para solicitarles que comiencen a bajar los precios, y más tarde se ofendió cuando los mismos empresarios eligieron aplicar promociones de 2×1 o descuentos, en lugar de lisa y llanamente rebajar los precios.
«Libertad, pero no tanta» pareció ser el slogan al momento en que el gobierno obligó a las prepagas a retrotraer precios al 10 de diciembre y a devolverle a sus afiliados lo que habían cobrado de más.
Pero fue desde el mes de marzo, que el presidente Javier Milei y su ministro de economía Luis Caputo acudieron a dos de las herramientas preferidas del kirchnerismo para mantener anclados los precios: dólar atrasado y tarifas congeladas. El ritmo de devaluación del 2% mensual para el tipo de cambio oficial es ostensiblemente menor que la inflación mensual del primer cuatrimestre. Y el aumento de las tarifas energéticas fue suspendido en marzo y abril.
Conocido el dato de inflación de abril, el tipo de cambio oficial de hoy ($926) equivale en términos reales a unos $578 de diciembre de 2023. Es decir que en los cinco meses que lleva de mandato Javier Milei, ya se perdió todo el efecto de la devaluación aplicada al inicio de su gestión. Dicho de otra manera, el tipo de cambio oficial debiera valer hoy unos $1.280 para tener el mismo valor que tenía luego de la devaluación aplicada por en diciembre.
En pocas palabras, Milei y Caputo están usando el dólar atrasado y las tarifas congeladas como ancla para los precios. Guillermo Moreno sonríe satisfecho desde el sillón en el que últimamente suele dar prolíferas entrevistas.
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