Ganancias y las cuatro dimensiones del primer anuncio de campaña de Sergio Massa

La eliminación de la cuarta categoría representa un alto costo fiscal pero pone al ministro y candidato por primera vez en el centro de la escena. Los gobernadores y los sindicatos se encolunman, la oposicion acusa el golpe, y existen interrogantes sobre el ajuste y el dólar.

Una de las discusiones más trilladas de la última década comenzó a encontrar ayer su cénit: desde el mes de octubre los trabajadores registrados en relación de dependencia dejarán de pagar el Impuesto a las Ganancias.

En anuncio llega en un momento muy particular, en medio de la carrera presidencial más incierta desde el regreso de la democracia, con precios corriendo al 150% anual, la pobreza acechando a uno de cada dos argentinos, y salarios reales desplomados.

Tal es el marco en que Sergio Massa hace gala de su doble rol de ministro de economía y candidato presidencial. Es la primera vez que el candidato del oficialismo saca provecho de su posición actual de poder. El anuncio beneficia a 800.000 trabajadores registrados de ingresos medios altos y altos, a las puertas de una elección en la que el denominador común es la indignación par la pérdida acelerada del poder adquisitivo.

Al mismo tiempo, es el puntapié inicial de una discusión legislativa estructural que difícilmente quede saldada antes de 2024: la eliminación definitiva de la cuarta categoría del Impuesto a las Ganancias. Un reclamo que gran parte de la clase política que hoy rivaliza con el tigrense hizo propio durante largos años.

Por diferentes motivos, la iniciativa en relación al Impuesto a las Ganancias es el primer anuncio de campaña de Sergio Massa, y abre al menos cuatro dimensiones de análisis.


Ganancias: la dimensión conceptual


Una premisa básica de la teoría tributaria es el principio de progresividad. El mismo postula que la carga tributaria debe incrementarse a medida que crece la capacidad contributiva del sujeto económico en cuestión, y que ello contribuye a la equidad del conjunto del sistema tributario.

En términos coloquiales, un sistema tributario equilibrado y equitativo es aquel en donde pagan más los que más tienen, y los tributos que persiguen ese principio son los más «deseables», en tanto garantizan la justicia en el trato impositivo hacia los contribuyentes.

El principio de progresividad postula que la carga tributaria debe incrementarse a medida que crece la capacidad contributiva del sujeto económico, generando equidad.

Con ese marco conceptual, resulta que el Impuesto a las Ganancias es uno de los más progresivos del sistema tributario argentino (junto al Impuesto sobre los Bienes Personales y el Impuesto a la Herencia), en tanto recae sobre los trabajadores de salarios más altos.


Especialmente lo es en relación a otros impuestos como el IVA, que recae con mucho más fuerza sobre los sectores de menores ingresos, los cuales dedican al consumo la totalidad de los recursos.
También respecto a Ingresos Brutos, que suele resultar en una doble o triple imposición a lo largo de la cadena de valor, generando enormes distorsiones.

Conceptualmente la quita de Ganancias implica que desde el mes de octubre el sistema tributario argentino en su conjunto, será más regresivo (más injusto) que antes.

Con esta perspectiva, la virtual «eliminación» del Impuesto a las Ganancias sobre lo más alto de la pirámide de ingresos, y teniendo en cuenta la incidencia de Ganancias sobre el total de la recaudación, implica que desde el mes de octubre el sistema tributario argentino en su conjunto, será más regresivo (más injusto) que antes.


Ganancias: la dimensión fiscal


Al cierre del año fiscal 2022, la incidencia del Impuesto a las Ganancias en la recaudación total del estado nacional fue del 23,6%. Es decir que uno de cada cuatro pesos que recauda hoy el estado nacional proviene de Ganancias.

No es un punto menor. El decreto de necesidad y urgencia que eleva hasta $1.770.000 el mínimo no imponible y el proyecto de ley para eliminar definitivamente la cuarta categoría del impuesto, suponen un costo fiscal anual de un billón de pesos (un millón de millones), a valores presentes.

El principal interrogante económico es de qué forma piensa Sergio Massa suplir el hueco recaudatorio que dejará la medida. Considerando que la cuarta categoría es solo una porción de la recaudación de Ganancias, el estado resignará al menos un 5% del total de su recaudación tributaria.

Dato

$1 Billón
Lo que dejará de recaudar el estado nacional por la eliminación del Impuesto a las Ganancias sobre el salario.

A priori, surgen cuatro posibles fuentes de financiamiento alternativas, dos de ellas están vedadas por la coyuntura y las otras dos son dolorosas. La primera podría ser acudir al endeudamiento, pero los mercados voluntarios de crédito están cerrados para Argentina. La segunda sería continuar emitiendo pesos, lo que implicaría echar nafta sobre el fuego de la inflación.

La tercera opción podría ser establecer un nuevo tributo que reemplace por otra vía la recaudación que se resigna en Ganancias. Resulta difícil imaginar un impuesto que genere una recaudación semejante, y el escenario político para lograr los avales legislativos necesarios. La última alternativa, quizás la más posible y a la vez la más dolorosa, es generar un ajuste equivalente a la recaudación que se resigna. Dicho de otra manera, el anuncio realizado ayer tendrá inevitablemente como correlato un apretón fiscal todavía mayor al que ya está en marcha.


Ganancias: la dimensión cambiaria


«El Estado hace un esfuerzo al dejar de recaudar cerca de $ 1 BILLÓN AL AÑO, que se vuelca
de manera directa al consumo
y mejora el poder adquisitivo de los trabajadores y jubilados», expresa de manera textual la comunicación oficial dada a conocer ayer por el Ministerio de Economía de la Nación.

La ecuación que suponen en el equipo de Sergio Massa es que la mejora de bolsillo que recibirán los 800.000 beneficiarios de la exención de Ganancias debería volcarse mayoritariamente al consumo de bienes y servicios, fortaleciendo la demanda agregada, y por ende el empleo.

La estimación del oficialismo es candorosamente keynesiana. Sin siquiera considerar el contexto inflacionario y el segmento de ingresos al que apunta la medida, supone de forma lineal que si el estado desgrava el ingreso, entonces se dispara el multiplicador de la demanda,

Muy probablemente la suba del mínimo no imponible anunciada por Sergio Massa se traduzca en más presión sobre el dólar blue en octubre, en víspera de las elecciones.

La realidad indica que quienes se verán beneficiados por la quita del Impuesto a las Ganancias son los sectores de más altos ingresos de la estructura salarial, y por lo tanto los de mayor propensión al ahorro.
En términos prácticos, quien percibe un salario neto de $1.200.000 y desde octubre tendrá $300.000 más en el bolsillo, probablemente busque la mejor forma de ahorrar antes que la mejor forma de consumir.

No hay que ser especialista en finanzas o economía para comprender que en medio de un escenario de potencial híper inflación y con un calendario electoral de final incierto, la manera más tradicional de volcarse al ahorro en Argentina es ir al dólar. Significa que muy probablemente la suba del mínimo no imponible anunciada por Sergio Massa se traduzca en más presión sobre el dólar blue en octubre, en víspera de las elecciones.


Ganancias: la dimensión política


Corría el año 2013. Faltaba poco más de un mes para las elecciones legislativas de medio término, y un joven Sergio Massa desafiaba el liderazgo político de la presidenta Cristina Kirchner, enarbolando una bandera: la eliminación de la cuarta categoría de Impuesto a las Ganancias. Una década después, Massa cierra el círculo y le pone el cuerpo a aquel viejo reclamo.

Apareció la política. Los gobernadores se encolumnaron detrás de Massa en Tucumán.

Por primera vez desde que inició la puja electoral en 2023, emerge la habilidad política que siempre caracterizó al tigrense. Esa que lo catapultó a las primeras esferas de la política nacional con apenas 29 años. En solo una jugada, Massa logra tres objetivos políticos: comienza a cerrar detrás de sí las filas del peronismo que hasta ahora le era esquivo, deja expuesta a la oposición en uno de sus reclamos históricos, y se coloca en el centro del ring del debate rumbo a octubre, desplazando por primera vez de la escena a Javier Milei.

Solo tres días le bastaron a Massa para reunir la voluntad de los gobernadores peronistas en Tucumán, y el acompañamiento de la CGT traccionando a los trabajadores en pos de su candidatura. Ambas patas políticas estuvieron ausentes en agosto, y empiezan a darle «otro color» al volumen de la campaña, con el objetivo de llegar al ballotage.

Al mismo tiempo, cada uno de los referentes de la oposición que reclamaban por el impacto de Ganancias en el salario, quedó virtualmente «descolocado». A contramano de lo que postularon desde hace años, se vieron obligados a contradecirse a sí mismos, criticando aquello que pedían a gritos.

Los casos más emblemáticos fueron los de Patricia Bullrich y Mauricio Macri. La semana pasada cuando Sergio Massa anticipó en una entrevista su intención de eliminar el Impuesto a las Ganancias, la candidata de Juntos por el Cambio había desafiado en twitter: «NO DEJES PARA MAÑANA LO QUE PUEDES HACER HOY Ministro de Economía Sergio Massa: ¿por qué no lo hace ahora? ¡Usted es el ministro de Economía!». La respuesta del ministro fue contundente.

El caso del ex Presidente es todavía más evidente. Durante la campaña electoral que lo coronó en 2015 había prometido «Trabajadores sin impuesto a las ganancias. Es mi compromiso». Durante su mandato se duplicó la cantidad de trabajadores en relación de dependencia alcanzados por el impuesto. Pese a que el ex mandatario no dudó en calificar la medida como «mamarracho electoral», el anuncio de Massa finalmente concreta aquel compromiso de Macri.

El último dato relevante, es que por primera vez en la campaña electoral, Massa logra opacar a Javier Milei, robándole el centro del ring, e imponiendo el temario del debate público rumbo a octubre.


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