Fruticultura en Río Negro en 2025: menos hectáreas, más productividad y una creciente diversificación

Pese a la baja en la superficie y en la cantidad de productores, la ecuación por hectárea sube. La alfalfa, el maíz e incluso las hortalizas se transformaron en el Alto Valle en alternativas productivas.

Las hectáreas destinadas a la plantación de peras y manzanas en Río Negro se redujeron cerca de un 30% en la última década. Sin embargo, los volúmenes de producción no se vieron afectados sino que, por el contrario, la productividad aumentó. Además, las tierras vacantes produjeron una importante diversificación de las actividades económicas primarias en la región.


Este proceso se da en un marco en que cada vez hay menos pequeños productores y aumenta la concentración en menos manos. Los hijos de chacareros que no siguen el negocio familiar fueron en aumento y aún se siente en la fruticultura del Alto Valle esa situación, aunque algunos se aventuran a decir que no todos están abandonando la actividad.


Según los anuarios estadísticos del Senasa, la superficie declarada de fruta de pepita en la provincia ascendía a las 43.356 hectáreas en 2010. Pero el número cayó considerablemente, hasta las 29.482 hectáreas, en el último informe publicado a mediados del año pasado.


Esta disminución de más de 13.000 hectáreas productivas en poco más de un decenio respondió, en parte, a la demanda de una reconversión productiva, derivada de los cambios en el contexto macroeconómico del país. En ese sentido, algunos exponentes del sector consideraron la aparición de mercados alternativos, como la alfalfa, el maíz y las hortalizas —plantaciones poco extendidas en el territorio rionegrino hasta la última década—.

“La realidad es que, dentro de la situación económica que viven los sectores frutícolas, se redujo en un número importante la cantidad de hectáreas de fruta”.

Sebastián Hernández, Federación de Productores. 


“La realidad es que, dentro de la situación económica que viven los sectores frutícolas, se redujo en un número importante la cantidad de hectáreas de fruta. Hubo cambios en función de otras actividades, principalmente por una demanda de reconversión del mercado”, mencionó al respecto el titular de la Federación de Productores de Fruta de Río Negro y Neuquén, Sebastián Hernández, en diálogo con Río Negro.


Esto fue corroborado por el titular de la Cámara de Productores de Roca, Daniel Pérez, quien señaló que se está produciendo maíz para forraje.El año pasado se plantaron casi 7.000 hectáreas de maíz acá en el Valle, lo que es muchísimo”, reveló el dirigente. También describió que en las chacras reconvertidas se está haciendo engorde de animales. “O el ciclo completo: hacer el pasto, hacer un engorde y vender el animal”, señaló Pérez.


El titular de la Cámara de Roca también indicó la vuelta a la plantación de hortalizas. Y trazó una línea de tiempo en la que en sus comienzos el Valle fue forrajero y productor de verduras, algo que está volviendo a suceder.


Hernández, por su parte, mencionó también la existencia de un recambio generacional, que implicó para algunas familias productoras un golpe de timón y la necesidad de expandir los horizontes de inversión. Esto puede explicar parcialmente por qué el número de productores cayó de los 2.773 en 2010 a los 1.327 en 2023.

Dato clave

1.327
Productores había en el Valle a finales de 2023. En 2010 esa cifra ascendía a 2.773 chacareros.


Sin embargo, la reducción del número de tierras destinadas a la fruticultura no debe ser visto como un revés para la actividad, sino más bien como una oportunidad para la optimización. Esto se refleja en el importante crecimiento de los volúmenes de producción en los últimos años.


“Hoy lo que estamos viendo es la optimización del esquema productivo frutícola. ¿Por qué? Porque pasamos de una productividad promedio de 25.000 kilogramos por hectárea hace 10 años a una productividad promedio de 45.000 kilos por hectárea en la actualidad. Además, si uno mira la proyección para los próximos cinco años, esos 45.000 kilogramos rápidamente van a ser 50.000 o 55.000”, expresó el ministro de Desarrollo Económico y Productivo de Río Negro, Carlos Banacloy.


El funcionario destacó que las mejoras en la actividad —en busca de la suba de los rendimientos— permitieron obtener beneficios frente a la reducción de la superficie cultivable de pera y manzana. En parte, lo acredita la extensión de las mallas antigranizo y a los nuevos tipos de plantaciones.


Una visión similar comparte el titular de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI), Nicolás Sánchez: “En los últimos años, con las crisis en Argentina, todas las unidades productivas —no solamente la fruticultura— se volvieron más eficientes. Los montes tradicionales y sin capacidad de automatización, fueron saliendo. En el último tiempo, cuando hubo situaciones macroeconómicas favorables en el sector, se invirtió mucho y eso hizo que en menos hectáreas el volumen de producción se mantenga o aumente”.


Respecto a la reconversión de las chacras a cultivos extensivos, Sánchez aseveró que este tipo de plantaciones son utilizadas como parte de una estrategia de rotación y descanso de los suelos. “Desde hace rato que se hace alfalfa en el Valle o se realizan cultivos más extensivos que tienen menos rentabilidad por hectárea y también menos volatilidad. Pero estuve viendo este último tiempo que hay muchos que lo hicieron para mejorar los suelos y mantenerlos hasta que se pueda volver a plantar fruta”, expresó. El mercado de pepita, aunque más volátil, genera una rentabilidad mayor, con lo cual continúa siendo una opción atractiva para invertir.


Desde la Provincia aseguraron que el proceso de diversificación económica también se debió a una estrategia de reutilización de chacras abandonadas. De hecho, hubo un fomento a la actividad a través de la secretaría de Agricultura, inexistente hasta 2015 en el organigrama estatal.


“Lo hicimos para potenciar lo que significaban los cultivos agrícolas, como la alfalfa, el maíz y la horticultura, algo que en aquel momento en Río Negro se veía muy poco. Hoy estamos viendo una superficie enorme de horticultura, inclusive en el Alto Valle. Cuando uno mira la superficie agrícola en la provincia se ve claramente que fueron consumiendo gran parte de esas hectáreas frutícolas que habían perdido competitividad. Hoy tenemos una transformación”, mencionó Banacloy.

El negocio inmobiliario y las chacras en el Alto Valle de Río Negro


La principal amenaza para la superficie frutícola es el desarrollo inmobiliario, fuertemente anclado en el sector del Alto Valle Oeste por su cercanía con Vaca Muerta. Las chacras en algunos casos migraron a loteos altamente cotizados.

“Es una competencia totalmente desleal, es muy difícil competir contra la urbanización. No hay chances. Lo vemos en Cipolletti y Fernández Oro, donde ya prácticamente no hay una transición entre una ciudad y otra. Ese crecimiento es insostenible para el productor”, opinó el ministro Banacloy sobre la presión del sector de inmuebles en las áreas de producción.

El titular de Desarrollo Económico consideró que los municipios deberían tomar cartas en el asunto y comenzar con esquemas de planificación urbanística. Por lo pronto, desde la Provincia trabajan en una ley para regular la situación y su efecto sobre la red de canales de riego del Alto Valle.

Estamos trabajando con el gobernador de cara a una legislación, donde todos los que tengan el beneficio de vivir en los valles irrigados tengamos el compromiso de saber que hay un sistema, que si no lo mantenemos, no vamos a poder vivir. Esa urbanización que se fue dando a la orilla de los canales hay que atenderla” rescató. Probablemente se avance la distribución de una parte del impuesto inmobiliario para el sostenimiento de los canales.

El productor y expresidente del Consorcio de Riego de Cipolletti, Eduardo Artero, presentó una mirada crítica respecto a la reconversión urbana de las chacras y catalogó este tipo de negocios como meramente “especulativos”. “Muchos compran una tierra y por ahí hasta que se concreta un desarrollo pasan 10 o 15 años. Dicen sobre un proyecto inmobiliario pero no hay agua, cloacas o gas. Son un negocio entre comillas, porque están esperando que el Estado lleve todos esos servicios. Es especulativo”, denunció.

Por otra parte, desde la Federación de Productores también reforzaron la falta de legislación en la materia. “El problema está que, dentro de esta situación económica, los valores de la actividad productiva no compiten con el valor inmobiliario. Al no haber legislación en el resguardo de tierras productivas todo se ha quedado liberado, por lo tanto la urbanización vino a meterse en el medio”, detalló su presidente Sebastián Hernández.

Dos visiones del recambio de viejos por jóvenes chacareros


La concentración y las dificultades para que el negocio a pequeña escala sea rentable hizo en los últimos años que los hijos de los chacareros no siguieran la actividad familiar.


Daniel Pérez, titular de la Cámara de Productores de Roca indicó que “no hay muchos recambio de productores jóvenes. Algunos están consiguiendo trabajo en otras actividades que, hoy por hoy son mucho más rentables que la fruticultura”.


Pérez señaló que en la Cámara de Roca hay entre 250 y 300 productores en actividad. “Yo creo que entre el 60 y el 70% supera los 60 años”, precisó sobre la falta de jóvenes productores.


Pérez aseguró que la concentración en pocas manos está perjudicando al pequeño y mediano productor. Y mencionó el “encarecimiento de la mano de obra” como un ejemplo.


También indicó que es difícil conseguir gente joven, principalmente para trabajar en la chacra.
Señaló que conspira también contra el pequeño productor que las empresas que reciben su fruta no le dan sustentabilidad, por lo complicadas que fueron las últimas liquidaciones.


Mauricio Molinaro, de la Cámara de Regina, señaló que la tendencia es “que va desapareciendo el productor chico”. Señaló que lo que afecta a los pequeños productores es básicamente el precio bajo que se está pagando por la fruta. “Ese es el gran problema”, señala.


Dentro de un panorama complicado, Molinaro aseguró que en la Cámara de Regina, que también incluye a Godoy, Chichinales y Valle Azul y agrupa a 440 productores, “están apareciendo generaciones nuevas. Es interesante porque siempre fue como que las generaciones nuevas no seguían en la chacra”.


“Hay una parte importante de jóvenes que están incorporándose de vuelta y son hijos de chacareros”, indicó con optimismo.


Las hectáreas destinadas a la plantación de peras y manzanas en Río Negro se redujeron cerca de un 30% en la última década. Sin embargo, los volúmenes de producción no se vieron afectados sino que, por el contrario, la productividad aumentó. Además, las tierras vacantes produjeron una importante diversificación de las actividades económicas primarias en la región.

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